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02-06-2006

El gran salto

Por Jorge Marshall Rivera

El aumento en el precio del cobre tendrá un efecto cercano al 6% del ingreso interno en 2006, que se suma a una cifra similar el año pasado. Algo más de la mitad de estos recursos ha tenido o tendrá como destino el gobierno central. Hasta el momento, éste ha ahorrado la mayor parte de ellos, fruto de la responsable aplicación de la regla fiscal. Sin embargo, la persistencia de este boom y los precios a futuro anticipan que esta prosperidad se mantendrá por un tiempo, por lo que una parte no menor de ella se trasladará -por una u otra vía- a los ingresos estructurales del gobierno central, que definen el límite del gasto público.

Ante esta nueva realidad corresponde preguntarnos qué hacer con estos recursos o, en otras palabras, cuál es el mejor proyecto que tiene Chile. La respuesta ha sido reiterada: el mayor desafío que tenemos es hacer realidad el salto al desarrollo en el horizonte de una generación. Para ello se necesita actuar en las áreas críticas que nos distancian palpablemente de los países desarrollados: mejorar la calidad y equidad de la educación; contar con un sistema de protección social más eficiente; dotarnos de un Estado ágil, eficiente y moderno, y ganar en competitividad, avanzando hacia la economía del conocimiento.

Agenda de políticas
En cada una de estas áreas hay que definir y aplicar una Agenda de Políticas de Estado, que logre alinear amplios intereses ciudadanos y establecer nuevos ámbitos de cooperación público/privada. Además, estas políticas deben tener un horizonte de mediano plazo, de modo que rompan el esquema tradicional de iniciativas que imprimen sellos distintivos a un gobierno en particular. Ésta es la mejor herencia que podemos dejar a la próxima generación.

Hace 100 años, la riqueza del salitre generó numerosas obras de infraestructura e implicó la emergencia de la clase media en Chile, pero fue incapaz de financiar la alfabetización de los chilenos. La Ley de Educación Primaria demoró décadas en discutirse y cuando se creó el Ministerio de Educación, en 1927, el salitre ya venía en franca decadencia.

Para tener éxito ahora se requiere aplicar esta agenda en un ambiente de estabilidad macro y asegurando la eficiencia micro de las inversiones. Ambas condiciones aconsejan digerir gradualmente el aumento en el gasto, evitando variaciones demasiado bruscas, lo que en la práctica lleva a aplicar la regla fiscal con un enfoque plurianual.

Dos variables claves en el equilibrio macro son la variación del gasto y el tipo de cambio. Mientras mayor o más volátil sea el crecimiento del gasto en los próximos años, menor será el tipo de cambio que acomode esta expansión. Por esta razón, la mejor forma de asegurar un tipo de cambio competitivo durante toda la bonanza del cobre es reforzar las políticas que llevaron a Chile a ser número uno en gestión macro: flotación cambiaria, estabilidad de precios y regla fiscal contracíclica.

El espíritu de la regla fiscal es evitar que variaciones bruscas en los ingresos corrientes (aumento en el precio del cobre) se trasladen a los ingresos estructurales, que definen el crecimiento del gasto público. Pero si se proyecta el precio de referencia (promedio para los próximos 10 años) del cobre de 2007 utilizando la trayectoria histórica, se obtienen valores que van entre 110 y 125 centavos la libra. Adicionalmente, con un crecimiento de tendencia del PIB entre 5% y 5,5%, el gasto del gobierno central aumentaría, en el escenario más conservador, en más de 7% con la aplicación actual (anual) de la regla fiscal.

Dependiendo de la trayectoria del precio de cobre, esta situación se podría revertir más adelante, cuando el promedio de 10 años se aleje del alza actual. Dado que lo relevante es el impulso fiscal, las propuestas de disminuir impuestos agravan el problema.

De este ejercicio se concluye que la letra y el espíritu de la regla son compatibles sólo cuando las variaciones en los parámetros son pequeñas. Es decir, la regla fiscal (anual) puede ser óptima para variaciones dentro de cierto rango, pero cuando se observan saltos bruscos en el precio de referencia del cobre la aplicación literal de la regla puede generar situaciones reñidas con su espíritu y, por tanto, con el sano equilibrio macroeconómico.

Debate de corto plazo
El debate público se ha centrado excesivamente en la evolución de corto plazo del tipo de cambio y, a menudo, con una confianza exagerada en la capacidad para influir en éste. En cambio, el mayor aporte del sector público a la competitividad está sucediendo en una óptica de mediano plazo a través de la regla fiscal y las medidas recientes que la fortalecen. Sin embargo, anticipando lo que ocurrirá en los próximos años, este esquema debe ser complementado con un enfoque plurianual para absorber gradualmente los aumentos del gasto que se pueden financiar con la bonanza del cobre.

En el ámbito micro debemos asegurar la máxima rentabilidad de las inversiones con los nuevos recursos, de modo de afianzar las ganancias de productividad. Esto lleva a una preocupación especial por el marco institucional en que se generan las políticas públicas, el fortalecimiento de la capacidad de gestión y la aplicación de sistemas de incentivos adecuados que faciliten su administración. También en este ámbito hay costos de ajuste, que impiden aumentar las inversiones manteniendo una alta rentabilidad. La maduración institucional, la preparación detallada de los proyectos y la generación de consensos razonables en torno de ellos toma tiempo, por lo que la eficiencia microeconómica también lleva a un enfoque de gradualidad en el programa de inversiones.

El desafío político es liderar los acuerdos amplios que esta agenda necesita. La experiencia de los gobiernos de la Concertación ofrece experiencias favorables que debemos aprovechar y profundizar. Siempre existe el peligro de que los intereses corporativos o los enfoques de corto plazo obstaculicen las reformas, lo que sólo se puede neutralizar con una Agenda de Políticas de Estado.
 
Jorge Marshall es Presidente de Expansiva.
Fuente: El Mercurio, 9 de mayo de 2006

Jorge Marshall Rivera
Jorge Marshall Rivera
Doctor en Economía (Universidad de Harvard), Ingeniero Comercial (Universidad de Chile), Subsecretario y Ministro de Economía de Chile entre los años 1990 y 1993, Vicepresidente del Banco Central de Chile entre los años 1993 y 2003, Consultor de organismos internacionales y profesor de economía en varias universidades, incluyendo la Universidad Católica de Chile, Alberto Hurtado y Universidad de Chile. Ha publicado varios artículos sobre la economía chilena, con especial referencia a la política macroeconómica, economía financiera y crecimiento económico.
 
 
 

 
 
 
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