
El 10 de diciembre Javier Gerardo Milei asumirá como presidente de la Nación Argentina, el mismo día en que se cumplirán 75 años de la adopción en París de la Declaración Universal de Derechos Humanos por parte de la ONU.
Milei dijo en repetidas oportunidades, incluyendo los debates presidenciales, que en un gobierno suyo no tendría relaciones con países cuyos gobiernos no son democráticos. Se refería principalmente a China, expresando que no habría política bilateral con uno de los mayores socios comerciales de la Argentina, es decir, que no intervendría el Estado argentino en los intercambios económicos de su sector privado con el gigante asiático.
Milei podría así ampliar la política que adoptó Luis Lacalle Pou al asumir como presidente de la República Oriental del Uruguay el 1 de marzo de 2020. En dicha oportunidad, Lacalle Pou no invitó a los tres países de América Latina gobernados por dictaduras: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Enseguida, a Lacalle Pou se le señaló la contradicción de no aplicar esa decisión a otros Estados no democráticos fuera de América Latina, como por ejemplo China.
Milei asumirá la presidencia de la República Argentina luego de pasar por un proceso de elecciones libres y competitivas: primarias, primera vuelta con cuatro candidatos más y finalmente el balotaje con el candidato oficialista Sergio Massa. Con todo derecho un presidente electo con legitimidad democrática como Milei puede decidir no invitar a su asunción presidencial a representantes de Estados que se encuentran en el poder violando el artículo 21 inciso 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto”.
De acuerdo al Índice de Democracia de The Economist, 59 países violan el mencionado artículo de la Declaración Universal y por tal motivo son calificados como “Autocracias”, es decir Estados no democráticos. De esos 59 países, 21 tienen embajada en la República Argentina, con sede en Buenos Aires: Arabia Saudita, Argelia, Azerbaiyán, Bielorrusia, China, Congo (Brazzaville), Cuba, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Haití, Irán, Kuwait, Líbano, Libia, Nicaragua, Palestina, Qatar, Rusia, Siria, Venezuela y Vietnam.

El no invitar a su asunción presidencial a países autocráticos por parte de Javier Milei, implica por un lado el no otorgarles la “igualdad de trato”, pues sus representantes carecen de la legitimidad democrática que él tiene y, por otro lado, enviar un mensaje de solidaridad democrática internacional a las víctimas de la represión y el terrorismo estatal en las mencionadas autocracias. Esto último es ejercer la Memoria de la solidaridad recibida durante la última dictadura militar argentina, la cual provino precisamente de países democráticos, como Estados Unidos, Suecia, Países Bajos, Francia, Canadá y Venezuela, entre otros.
Finalmente, a diferencia de la política internacional ideológicamente sesgada durante la presidencia de Mauricio Macri, Milei debería invitar al presidente electo democráticamente en Guatemala, Bernardo Arévalo, quien enfrenta una persecución de la justicia corrupta en ese país que pretende inhabilitarlo para que asuma el 15 de enero de 2024, lo cual es criticado por la OEA y los Estados Unidos.
A pesar de todos los desafíos internos que tendrá Javier Milei, si en el plano internacional aspira a marcar diferencias que impliquen un mayor compromiso democrático de la Argentina, en su asunción presidencial y en esa fecha tan emblemática se presentará la gran oportunidad para hacerlo.
*Gabriel C. Salvia es Director General de CADAL (www.cadal.org), fundación privada y a-partidaria que promueve los derechos humanos y la solidaridad democrática internacional.
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