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"Díaz-Canel es un títere de Raúl Castro; nada cambió"

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Rosa María Payá, activa opositora al régimen cubano. Foto: Leonardo Mine

Rosa Payá

Activa opositora al régimen cubano, Rosa María Payá es hija de Oswaldo Payá, fallecido en un misterioso accidente de tránsito en 2012 que su familia atribuye a una acción de los servicios de inteligencia de Cuba.

Invitada por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal), Rosa Payá presentará hoy martes en Montevideo el libro de su padre “La noche no será eterna. Peligros y esperanzas para Cuba”. El acto será a la hora 19 en la sede de ACDE, 25 de Mayo 713. En diálogo con El País, analiza la actual situación en la isla.

—¿Cómo observa al nuevo gobierno de Miguel Díaz-Canel y la salida, entre comillas, de Raúl Castro del poder?—Están muy bien puestas las comillas. Mi padre llamó el proceso que empezó con la llegada al poder de Raúl Castro de "cambio fraude", que es esta venta de una imagen de apertura a la comunidad internacional sin que en realidad cambien las estructuras de poder. Objetivamente, los cubanos al día de hoy no han accedido a los derechos más elementales. La imagen que vende Raúl Castro, a partir por ejemplo de poner en el cargo de la presidencia del Consejo de Estado y de Ministros al señor Díaz-Canel, es una imagen trabajada para hacer creer a la comunidad internacional que hay alguna evolución en el sentido de la apertura política. Las estructuras de poder en Cuba son totalmente sui generis. En Cuba quien es por Constitución la fuerza rectora de la sociedad y del Estado no es la Asamblea Nacional, no es el presidente del Consejo de Estado, sino que es el Partido Comunista. O sea, quien preside el Partido Comunista, preside a la sociedad y al Estado cubano.

—¿Se puede decir, entonces, que Raúl Castro, que se mantiene al frente del Partido Comunista, es el verdadero gobierno en la sombra?

—Raúl Castro es la persona que dirige el gobierno cubano, que dirige la dictadura, pero realmente no está tan en la sombra. El mismo Díaz-Canel en su discurso de toma de posición en la Asamblea Nacional dijo, y estoy citando, que las decisiones más importantes las seguirá tomando Raúl Castro. Es decir que este mismo delfín o títere puesto en el poder por Raúl Castro, dejó muy claro que no era él quien toma las decisiones.

—Ahora, algo debe estar cambiando en Cuba con el nuevo gobierno. Raúl Castro no es eterno, incluso hay un cronograma para su salida también como jefe del Partido Comunista, cargo que en su momento asumirá Díaz-Canel según lo previsto. Además, está en proceso una reforma constitucional.

—Bueno, ya el hecho de que se asuma que ese cargo lo ocuparía Díaz-Canel es una forma de admitir que no hay ningún proceso de apertura. Lo que hay es simplemente una continuidad donde la familia Castro pone y quita presidentes ya sea en el Consejo de Estado o en el Partido Comunista. Lo que ha cambiado es la percepción internacional que se tiene del régimen. Ahora la imagen de la dictadura cubana es mucho más clara incluso en América Latina, y tiene que ver también con la injerencia del régimen cubano en Venezuela con el consecuente colapso de la democracia venezolana y la crisis humanitaria. Ha cambiado también la situación interna. Los cubanos están ya convencidos de que no es a partir del poder que va a venir ningún cambio. Estamos hablando de un pueblo que simplemente no aguanta más, y que sabe que no es de la cúpula del Partido Comunista ni del aparato represivo que van a venir los cambios. Esa realidad sí está cambiando. Y por eso es que el régimen se encuentra ahora mismo en una crisis de legitimidad que pretende paliar con este montaje de reforma constitucional que lo que persigue es perpetuar el poder del Partido Comunista.

—Sin embargo esa reforma constitucional cambia cuestiones importantes y que han marcado a Cuba estos años: se abre a la iniciativa privada y al mercado, incluso elimina la palabra "comunismo" de la actual Constitución. Al menos es la percepción que se tiene desde fuera de Cuba.

—Ha usado usted una palabra muy buena, que es percepción. El régimen cubano es especialista en crear percepciones. En los años 70 se le llamaba "la isla de la libertad", mientras los jóvenes cubanos eran mandados a campos de trabajos forzados por escuchar a los Beatles o por tener el pelo largo. Ahora han hecho un texto que viene directamente del aparato de inteligencia cubana, del Partido Comunista. Es decir, es una reforma que está viciada de origen, porque el poder constituyente lo tiene el pueblo, no el partido. Además, es un texto infame al punto de estar violando los derechos más elementales de la ciudadanía cubana. Se menciona la propiedad privada pero se condiciona a la ley cubana la manera en la que esta forma de propiedad va a quedar establecida. Pero eso no es nuevo, tanto la Constitución actual dice que en Cuba está garantizada la libertad de prensa, y en la siguiente línea dice que ese derecho se ejerce de acuerdo a la ley, y simplemente la ley cubana ni permite la propiedad privada ni la libertad de prensa, ni ninguna otra libertad o derecho humano fuera de los lineamientos del régimen. En realidad es una gran trampa, y es muy peligroso que la comunidad internacional lea solamente lo que quiera leer. Estamos hablando de una reforma constitucional que dice en su artículo 3 que el sistema político, económico y social es irrevocable, que está permitido el uso de las armas contra cualquiera que pretenda cambiar ese sistema y define al sistema político como de partido único, fidelista, marxista, leninista, comunista como la fuerza rectora de la sociedad y del Estado. Eso es lo que dice la reforma constitucional, y si alguien en el mundo cree que eso es una señal de apertura para los cubanos, entonces es una visión errada de lo que los cubanos somos y queremos, que simplemente son los mismos derechos y las mismas libertades que se tiene en cualquier democracia.

—Bajo el gobierno de Barak Obama hubo un acercamiento de Estados Unidos hacia Cuba. Con Donald Trump el proceso se enfrío. ¿Cómo está viendo usted la relación entre Estados Unidos y Cuba?

Rosa María Payá, activa opositora al régimen cubano. Foto: Leonardo Mine
Foto: Leonardo Mine

—Ha habido un cambio a nivel de discurso. Trump ha vuelto a llamar dictadura a la dictadura. La realidad es que las acciones concretas que se han tomado a partir de la presidencia de Trump no han sido demasiadas para cambiar la política iniciada por Obama. Podemos citar dos ejemplos de cambios. Uno tiene que ver con que hay menos turismo norteamericano en la isla, pero esto también está relacionado con los ataques sónicos en las embajadas de Estados Unidos y de Canadá. El otro cambio tiene que ver con que durante la presidencia de Obama se tomaron muchas medidas para relajar la política del embargo, y de hecho permitir que inversionistas norteamericanos llegaran a Cuba. Trump ha mantenido ese relajamiento pero ha puesto la condición de que las inversiones no pueden ser en empresas militares cubanas por ser los militares los represores. Como en Cuba no hay real reconocimiento del derecho a la propiedad y a la empresa privada, las únicas empresas que existen son las militares. El problema no fue el cambio de política de Estados Unidos. El problema fue la venta de un proceso de apertura interno en la isla. Eso fue lo que nunca pasó. Lo que nunca pasó fue que el régimen cubano se abriera a los cubanos y diera pasos en la dirección de la democracia o en reconocimiento de los derechos. Y ahí es que está el verdadero problema. No en las medidas que tomara o dejara de tomar una administración extranjera. Si será importante poner el foco donde el foco está.

—¿En qué consiste el proyecto Cuba Decide?

—Es una iniciativa ciudadana, que tiene como objetivo cambiar el sistema de partido comunista único por una democracia plural. Para hacer esto la estructura de poder y legal cubana está totalmente cerrada. Incluso está permitido el uso de las armas contra cualquiera que quiera cambiar ese sistema. Pero es que ni el Partido Comunista ni la misma Constitución cubana pueden estar por encima de la voluntad soberana de la ciudadanía. Y es por eso que desde Cuba Decide proponemos que se le pregunte a esa ciudadanía si quiere participar en elecciones libres, justas y plurales.

—Por todo lo que usted está diciendo, lo que propone Cuba Decide no tiene ninguna posibilidad de ser aceptado por el régimen cubano.

—Nosotros no pretendemos que el régimen lo acepte. El plebiscito vinculante o la consulta popular es simplemente una herramienta de la democracia que permitiría un cambio de sistema de manera ordenada. Pero ese es un paso que viene después. Lo primero es el de la movilización de la ciudadanía y de la comunidad internacional para forzar a ese régimen a hacer lo que no quiere. Ninguna dictadura se va por puro placer. No, se va bajo presión. Presión ciudadana, pacífica, y presión de la comunidad internacional.

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