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      En Cuba ya no aceptan callarse

      Las voces siguen allí: en las redes, en los taxis, en las colas de hambre.

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      El pasado jueves 27 de enero se cumplió un año del momento en que el Ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso, abofeteó a un periodista y mandó detener a una decena de artistas a los que había citado.

      Ese momento marcó el quiebre del simulacro, de la posibilidad de un simulacro sobre el carácter, sino democrático, al menos plural y crítico de la cultura revolucionaria. Desde ese momento las cartas para oficialistas y disidentes quedaron a la vista.

      El que escoge lo hace sin posibilidad de esconderse detrás de una supuesta ignorancia. No hay jerga marxista que alcance para tapar la bajeza del señor Ministro. Esosjóvenes, detenidos por orden del Ministro,parecían dueños del lugar. Se lo habían disputado dos meses antes, forzando una reunión para discutir la libertad de expresión, de creatividad y el fin de la persecución política. Conformaban una comunidad de pares que compartían, y aún comparten, un lenguaje y formas de comunicación comunes. Su actitud demostraba que no sentían ni respeto, ni cariño, ni deuda alguna con la revolución o cualquiera de sus dogmas; ni siquiera nostalgia por su panteón de muertos. Entre los golpes y las órdenes de avanzar contra los artistas designados “enemigos”, el Ministro exclamó sin ruborizarse “te callas porque a mí se me da la gana”. Lo dijo convencido, porque en Cuba solo ellos eran dueños de la palabra. Pero no. No se callaron.

      A las pocas semanas, se lanzó en YouTube la canción de hip hop “Patria y vida”. En dos días alcanzó dos millones de escucha. Cientos, miles de jóvenes cubanos, empezaron a cantarla primero en sus casas y, más tarde, en las calles; de a tres palabras a la vez se fueron animando a hablar.La frase “patria y vida” se convirtió en un saludo, una seña entre quienes apoyan el cambio. Dos meses más tarde, un 4 de abril, otros jóvenes se volvieron a encontrar en San Isidro, uno de los barrios pobres de La Habana, a gritarla mientras evitaban que Maykel Osorbo, uno de sus intérpretes, fuera detenido. Y finalmente el 11 de julio, las voces de los jóvenes estallaron. Jóvenes hastiados, saturados, aparecieron en cada rincón del país. Ya no se trataba de La Habana, ni de los artistas ni de una canción. Por todas partes, en las redes, en pueblos como Bejucal y Nuevitas, se escucharon los reclamos de libertad, medicinas, alimentos, dignidad. Hoy la mayoría de los artistas del 27 de enero están exiliados o encarcelados. Hoy la represión se mide en números oficiales con 790 presos por ejercer el derecho ala protesta; entre ellos, 55 menores de edad.

      En algunos casos, son juzgados por “sedición” con penas de hasta 25 años.Hoy hay 5 artistas en cárcel comúnpor pensar distinto. Hoy Maykel Osorbo enfrenta una infección, sin atención médica adecuada, en la prisión de máxima seguridad de Pinar del Rio. Hoy Luis Manuel Otero Alcántara lleva 18 días de huelga de hambre, sin hablar, en celda de aislamiento en Guanajay.

      Sin embargo, las voces siguen allí: en las redes, en los taxis, en las colas del hambre. Reclamando. Demandando. El señor Ministro aún puede reaccionar y dejar a Cuba sin ni uno solo de sus hijos artistas, pero ya no tiene el poder de mandar a callar. Nunca lo tuvo, en realidad. Solo que hoy los cubanos parecen haberlo descubierto. Y no les da la gana callarse, a pesar del señor Ministro.


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      Cecilia Noce
      Cecilia Noce

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