Aunque se han levantado algunas voces criticando la decisión del Presidente Gabriel Boric de tomarse vacaciones, un análisis más frío de la situación por la que atraviesa el país debiera llevar a la conclusión de que, mientras más alejado esté Boric de La Moneda, menos oportunidades tendrá para seguir cometiendo errores y más espacio tendrán los ministros más experimentados del gabinete para intentar que el país vuelva al sendero correcto que nos lleve al desarrollo económico, al fortalecimiento institucional, y al imperio de la ley y el orden.

Casi a dos años de haber asumido el poder, es evidente que ya no podemos esperar que Boric se convierta en un estadista, se comporte como un líder unificador y moderado, ponga por delante el pragmatismo constructivo, y abandone esos ímpetus fundacionales y de extrema izquierda que caracterizaron su carrera política anterior y sus años cómo líder estudiantil. Aunque algunos nunca dejan de esperar milagros, es difícil que, después de dos años en el poder, un presidente tenga algo nuevo o diferente que ofrecer.

Ya sabemos qué tipo de Presidente es Boric. Aunque es capaz de mostrar humanidad y respeto por las tradiciones —como lo acaba de hacer cuando debió liderar el funeral de Estado para el fallecido ex Presidente Sebastián Piñera— Boric es incapaz de habitar a cabalidad el cargo de Presidente de la República.

Boric nunca ha aspirado a ser el presidente de todos los chilenos. Lo suyo siempre fue, y seguirá siendo, un intento kitsch por recrear, en pleno siglo XXI, la fracasada gestión de Salvador Allende entre 1970 y 1973. Como el primer presidente de Chile que nació después del golpe militar, Boric está obsesionado con la polarizadora, fracasada y dolorosa experiencia del gobierno de la Unidad Popular. Habiendo nacido en 1986, unos meses antes del atentado a Pinochet, en las postrimerías de la dictadura, Boric tampoco tiene recuerdos de esa complicada y dolorosa época. Sus memorias son todas del Chile exitoso de los 90, que avanzaba a paso firme hacia la consolidación democrática y el desarrollo económico.

Como muchos que sienten injustificada nostalgia por un pasado que nunca vivieron y que equivocadamente idealizan, Boric no ha podido desprenderse de la sombra de Allende que parece atormentar su vida. Desde su discurso de la noche de la victoria de segunda vuelta, pasando por su discurso de toma de poder, su fallida conmemoración del 11 de septiembre y sus intentos por convertirse en un gran orador —incluidas sus poéticas referencias— es evidente que Boric se inspira en Allende cuando intenta habitar el cargo de presidente. Hasta en su desordenada vida amorosa, Boric se parece más a Allende que a sus predecesores inmediatos.

La mala noticia para Chile es que Allende no fue un buen presidente. Su gobierno no logró cumplir con la tarea más básica: entregar un país mejor que el que encontró. Allende llegó al poder en un momento en que las élites en Chile estaban polarizadas y su gobierno contribuyó a profundizar y extender esa polarización. Es cierto que la responsabilidad por el quiebre de la democracia en 1973 recae también en muchos otros. Pero Allende nunca buscó construir unidad ni aspiró a convertirse en el presidente de todos los chilenos.

Habiendo tantos otros presidentes a los que Boric pudiera querer emular —desde Patricio Aylwin a Ricardo Lagos, o incluso la propia Bachelet, de quien Boric en realidad parece ser un heredero político— Boric ha optado por inspirarse en Salvador Allende. Eso solo puede significar que Boric no entiende el daño que hace al país tener un presidente polarizador y sin un plan económico coherente y razonable que permita el desarrollo sostenible. Por eso, parece razonable esperar que los grandes proyectos transformadores de Boric terminen fracasados, igual que los de Allende. De hecho, el fracaso del proyecto refundacional del primer proceso constituyente tal vez incluso le confirmó a Boric, en su fuero interno, que el presidente con el que más similitud está destinado a tener es precisamente Salvador Allende.

Precisamente porque Boric no está ni interesado ni capacitado para hacerse cargo de los problemas urgentes e inmediatos de seguridad ciudadana y a la imperiosa necesidad de retomar el sendero del crecimiento económico, tal vez lo mejor para Chile hoy es que el Presidente se desconecte de lo que ocurre en La Moneda. Tal vez eso permitirá que, al menos por unos días, se hagan cargo de las necesidades del país los ministros y líderes políticos de la izquierda que entienden que lo que Chile hoy necesita es un líder que pueda unir al país tras la causa común de que se imponga la ley y el orden y retomemos el sendero de los grandes acuerdos, las medidas razonables que mejoren el modelo económico y generen las condiciones para más actividad económica y una robusta creación de nuevos empleos. Como en sus dos años en el poder, Boric ha demostrado que esas no son sus prioridades, las vacaciones que ahora se está tomando el presidente pudieran terminar siendo precisamente lo que el país necesita.

Sociólogo, cientista político y académico UDP.

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5 Comentarios

  1. Para intentar lo señalado por el Columnista, las Vacaciones debieran ser infefinidas.-
    Atte

  2. Yo creo que una amplia mayoría estaría dispuesta a pagar su sueldo, incluso mejorado, durante 24 meses y que se tome merecidas vacaciones en Las Bahamas, Miami, europa, y bueno, si es masoquista puede tomarlas en La Habana….

  3. Concuerdo con la columna y comentarios, mientras más largas sean esas vacaciones mejor para todos. El y nosotros descansamos.

  4. Comparto que Boric se cree el cuento de que «completaría la obra inconclusa de Allende» y eso es así porque es un pobre ignorante que se las da de lector y de «escritor» y no se da cuenta que los problemas que tiene el Chile actual no tienen nada que ver con «completar» a mas de 50 años de distancia.
    Su ignorancia, unida a su soberbia, son tan grandes que no es capaz de ver la realidad , el país necesita estabilidad, inversión, empleo. Si tuviera la mas mínima capacidad, vería en el horroroso desastre de los incendios recientes, una oportunidad de esmerarse a fondo para superar la tragedia y mejorar las condiciones de vida de los damnificados. Pero ni eso…siempre ha sido y seguirá siendo un flojo!!

  5. JUNTO CON AGRADECERLE SU EXCELENTE COLUMNA QUIERO TAMBIEN COINCIDIR EN EL PUNTO QUE SERÍA MUY BUENO LO POR UD. SUGERIDO.

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