El muerto estaba muy muerto, pero había que rematarlo. La aprobación ayer en Hong Kong de una controvertida ley de seguridad nacional pone fin a lo que Hong Kong era en 1997, año en el que China recuperó después de un siglo y medio la soberanía de la antigua colonia británica. Hace 27 años el territorio era el mejor ejemplo de prosperidad y libertad en Asia. Un modelo de éxito asentado en el imperio de la ley, en instituciones fuertes, en la separación de poderes y en una sociedad civil vibrante, incluida una prensa que ejercía implacablemente su función de someter a escrutinio al poder.