Derechos Humanos y
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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos

20-02-2024

Venezuela: Claves de un incierto 2024

Junto a la incerteza que rodea lo electoral y las dudas sobre el papel de Estados Unidos en el devenir venezolano, el gobierno de Nicolás Maduro ha dado dos señales muy nítidas de que -en el fondo- no ha dejado de ser un régimen represor y contrario a los principios de los derechos humanos.
Por Andrés Cañizález

Las primeras semanas de 2024 han dado un giro de 180 grados a la percepción esperanzadora que algunos actores internacionales le imprimieron a su lectura sobre Venezuela, al cierre de 2023. La firma de un acuerdo en Barbados, entre gobierno y oposición, cuyos elementos centrales se habían acodado de manera directa entre Caracas y Washington, alentó la esperanza de que podrían ocurrir elecciones medianamente competitivas en el país sudamericano en 2024.

La sucesión de hechos, podría decirse que, a ritmo de vértigo, que tuvieron lugar en las primeras semanas de este año, deja en claro al menos dos cosas. En primer término, en cualquier escenario de elecciones no controladas desde el poder, el chavismo perdería de forma rotunda en las urnas. Junto a eso, el chavismo no se está preparando para una transición, sino que luego de 25 años de un proceso cuyo resultado es la cooptación de los poderes públicos, la apuesta es la prolongación del status quo por seis años más, con Nicolás Maduro como jefe de Estado hasta 2030.

Partiendo de estas dos constataciones, ratificadas en las primeras semanas de 2024, surgen un conjunto de interrogantes sobre qué podría ocurrir en Venezuela en año. La incerteza se lo otorga la ausencia de certidumbres sobre qué cosas ocurrirán efectivamente en Venezuela en los meses venideros.

El chavismo, sin duda, ha mostrado una enorme capacidad de pragmatismo y adaptación a entornos cambiantes, así que no puede proyectarse con claridad la forma de las cosas, aunque ya vislumbremos cómo proyecta el futuro, y en particular su futuro, ese grupo atrincherado en el poder.

En Venezuela habrá elecciones. En eso parece coincidir oposición y gobierno, así como Estados Unidos. La fecha de esas votaciones será uno de los elementos que decidirá el chavismo según su conveniencia.

Una opción podría ser convocar elecciones en muy corto plazo, presionando a la variopinta coalición opositora a que defina una candidatura alternativa a María Corina Machado, quien es ampliamente la favorita si hay elecciones, incluso medianamente libres, pero sobre quien pesa una inhabilitación que en este inicio de 2024 ha sido ratificada por el Tribunal Supremo de Justicia. Una decisión que cierra el paso a cualquier otro recurso judicial dentro del país.

Lo que, a fin de cuentas, decida Machado es también objeto de diversas conjeturas. Aunque sus opciones parecen limitarse exclusivamente a dos, siendo la primera mantenerse en sus trece y volcarse a la calle para presionar porque se acepte su candidatura, empero no se percibe ciertamente un clima favorable a la protesta política callejera. La inhibición social ha sido la reacción ciudadana a las olas de dura represión que encabezó el régimen de Maduro en 2014 y 2017.

Mucha vocería política, especialmente de la catalogada como “oposición leal” al chavismo, insiste en que María Corina Machado debe ceder y apoyar una candidatura alternativa. Se trataría de levantarle la mano a una persona de su confianza y apostar a que su popularidad haga ganar a esa persona, otra incógnita hasta ahora, por cierto.

En relación a cuándo realizar las elecciones, en tanto, ha circulado como un escenario de distracción la siguiente posibilidad, que el chavismo convoque las elecciones de 2024 muy cerca de las votaciones presidenciales de Estados Unidos. Tal cosa, les quitaría presión y atención internacional a unas elecciones (otras más) controladas desde el poder en Venezuela, dado que la mirada global estará puesta en lo que se prevé sea de nuevo un enfrentamiento entre Donald Trump y Joe Biden.

Que ocurra una cosa en una dirección (elecciones en brevísimo plazo) o en sentido contrario (hacia el mes de noviembre) dependerá exclusivamente del chavismo. Los factores opositores prodemocracia en Venezuela tienen escasa o casi nula capacidad de influir hoy en las decisiones del poder.

Estados Unidos podría jugar un rol decisivo, pero parece haber malbaratado su ticket gracias a tres decisiones: acceder a una política de diálogo y negociaciones directas con el chavismo; haberle concedido la liberación del empresario colombiano Alex Saab, ampliamente señalado por su rol en el lavado de dinero; y, finalmente, facilitar la reactivación del sector petrolero y gasífero, con lo cual se ha reactivado la captación de recursos desde el poder. No hay claridad sobre lo que obtuvo a cambio Washington, salvo la liberación de ciudadanos estadounidenses encarcelados en Venezuela.

La reciente salida de Juan González, quien era el interlocutor con el chavismo, de su cargo dentro del Consejo de Seguridad Nacional, y cuyo desempeño ha sido duramente cuestionado por beneficiar al régimen de Maduro, junto al anuncio de que se esperara hasta abril para evaluar si el chavismo cumple con lo que firmó el año pasado y que ya incumplió, siembran dudas sobre qué papel finalmente tendrá Estados Unidos para presionar por cambios democráticos dentro de Venezuela, en particular en este 2024, año electoral en EEUU y siendo ésta la etapa final del primer mandato de Biden.

Finalmente, junto a la incerteza que rodea lo electoral y las dudas sobre el papel de Estados Unidos en el devenir venezolano, el gobierno de Nicolás Maduro ha dado dos señales muy nítidas de que -en el fondo- no ha dejado de ser un régimen represor y contrario a los principios de los derechos humanos.

En primer término, cruzó una línea amarilla al detener y construirle un expediente por cargos de terrorismo e intento de magnicidio a la activista Rocío San Miguel. En segundo lugar, se suma la reacción estentórea de expulsar al personal del alto comisionado de derechos humanos de la ONU, cerrando de facto la oficina de esta dependencia en Caracas, por el señalamiento que le hizo este organismo en respuesta al encarcelamiento de la defensora.

Ambos casos tienen destinatarios. Primeramente, al apresar a la muy reconocida Rocío San Miguel le dice el chavismo a la sociedad civil que actúa dentro de Venezuela que no hay nadie intocable; de seguidas, el chavismo transmite un mensaje a la comunidad internacional con la expulsión virulenta del personal de la ONU: no teme verse aislado de nuevo si se les hacen críticas o señalamientos a sus excesos.

Andrés Cañizález
Andrés Cañizález
Consejero Académico
Venezolano. Periodista y doctor en Ciencia Política. Investigador Titular de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB, Venezuela) entre 2003 y 2020. Fundador y director de Medianálisis, organización dedicada a la promoción del periodismo independiente, y de Cotejo.Info, el primer medio de fact-checking de Venezuela. Escribe regularmente en los portales de noticias y análisis El Estímulo y Diario de Cuba. Viene haciendo seguimiento del tema migratorio con las iniciativas Radio Migrante, que muestra historias de resiliencia de migrantes venezolanos en diferentes lugares del mundo, y Monitor Migración, una ventana con datos y noticias sobre el éxodo venezolano. Está vinculado a CADAL, desde el año 2007, como consejero académico.
 
 
 

 
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