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Promoción de la Apertura Política en Cuba

17-10-2022

¿Qué sobrevendrá tras la caída de la dictadura?

La variedad de grupos y tendencias entre la oposición, y la ausencia de derechos de expresión y de reunión, hacen difícil, sino imposible, conocer en su totalidad e inventariar sus diversas orientaciones políticas. La vocación democrática de grupos y líderes se pondrá a prueba a la hora de que puedan generar sus plataformas y someterlas al escrutinio del electorado.
Por Reinaldo Escobar

El informe sobre Cuba del Bertelsmann Transformation Index (BTI) se pregunta, entre los muchos temas abordados, cuál sería el grado de compromiso con la democracia plena de los sectores que se oponen a la dictadura. Dice que Cuba no tiene instituciones democráticas, según la definición del BTI, y se pregunta si los grupos de la oposición y la disidencia comparten cabalmente ese concepto.

En ese sentido, dice que el ascenso de Donald Trump en Estados Unidos y de Jair Bolsonaro en Brasil alimentó posiciones intransigentes y potencialmente antiliberales en el campo de la oposición. Sobre estos interrogantes me he atrevido a escribir algunos comentarios.

No se puede pretender que bajo las condiciones de ausencia de los derechos a la libre expresión y a la libre asociación pueda “certificarse” o al menos conocerse que exista un consenso entre los opositores cubanos en relación al concepto de democracia definido por el BTI. De hecho, a mediados de 2022, resulta difícil realizar un censo de grupos y protagonistas, y mucho menos encontrar los puntos comunes entre las diferentes programáticas conocidas.

A lo sumo las coincidencias se reducen a una serie de exigencias, donde se comparte “la liberación de los presos políticos, el fin de la represión y la necesidad de cambiar la Constitución de la República, la Ley Electoral y el Código Penal”, por citar los puntos más importantes.

La vocación democrática de grupos y líderes solo se pondrá a prueba en la “política real” cuando se haya despenalizado la discrepancia política y los opositores puedan reunirse libremente, según sus disímiles criterios, para generar plataformas políticas y someterlas al escrutinio del electorado.

Peligros para la oposición

Resulta llamativo, por no decir preocupante, que “el respeto a los leales al Partido Comunista y a las instituciones” sea la primera y única inquietud que muestra el informe “si se permitiera a los grupos de la oposición actual entrar en la arena política”. Habría que preocuparse con más urgencia por cuáles serían los peligros de los opositores que residen en la isla en una situación de fin de la dictadura en el caso de que el régimen tenga tiempo de actuar contra ellos antes de caer.

Los presos políticos, sometidos a las más duras condiciones carcelarias, podrían ser las primeras víctimas. Los otros, es decir los opositores pertenecientes a organizaciones políticas, defensores de los derechos humanos, periodistas independientes y promotores de la sociedad civil, llevan mucho tiempo recibiendo de parte de la Seguridad del Estado la amenaza de que no sobrevivirían al “día después”.

La conquista de que se decreten “Tres días con licencia para matar comunistas” tras la caída de la dictadura fue un lema de los años 70 promovido por una fracción minoritaria de la oposición en el exilio, y extensamente divulgada por los aparatos de propaganda del régimen para infundir miedo al cambo en la población.

Es cierto que el ascenso de Trump en Estados Unidos y de Bolsonaro en Brasil “alimentaron posiciones intransigentes y potencialmente antiliberales en el campo de la oposición”. Pero también es cierto que la llegada de Boric al poder en Chile y de Petro en Colombia dieron argumentos a quienes se oponen desde la izquierda, para evidenciar el carácter totalitario y dictatorial del régimen.

Para entender mejor estas influencias hay que darse cuenta de que los opositores que viven en el exilio son los que están más atentos y más sujetos a estas situaciones. Las sospechas de que Obama era comunista y que Biden está al servicio de China o de Rusia son asuntos ajenos al debate interno en Cuba.

Tendencias variadas

Para responder a la pregunta acerca de los valores que sostienen quienes desafían al régimen comunista, más allá de un llamado genérico a la democracia, reitero lo dicho antes, de que no es serio certificar una conducta común ni tampoco inventariar a los pertenecientes a una o a otra tendencia.

Solo a modo de índice se puede aventurar dos grandes tendencias. Por un lado, los que sueñan con (y trabajan por) el derrocamiento de la dictadura por la vía de una explosión social. Y, por el otro, los que están dispuestos a participar en un presumible diálogo con el gobierno para iniciar un proceso de cambio gradual y pacífico.

No se descarta la existencia minoritaria de quienes aplaudirían una invasión extranjera o un golpe de Estado con tal de que las cosas cambien en el país.

Como es de suponer en cada una de estas tendencias hay matices; en cada una hay fundamentalistas y flexibles y entre una y otra se cruzan acusaciones de todo tipo.

En relación a cuáles son los modelos de liderazgo en el mundo habría que empezar por reconocer lo limitado del conocimiento sobre dichos modelos. Como es sabido, en Cuba no circulan libremente libros ni periódicos extranjeros ni material de consulta sobre esos modelos. El uso de Internet como fuente de información sufre numerosas dificultades, desde el precio de la conexión a la censura sobre sitios tenidos por conflictivos.

Hay un modelo autóctono, basado en la Constitución cubana de 1940, que, aunque requiere de un proceso de actualización, posiblemente sea el que tiene más adeptos. Hace más de 60 años que en Cuba no se produce un debate ni en el ámbito político ni en el académico sobre qué sería preferible: si un gobierno presidencialista o uno parlamentario; si una democracia representativa o una participativa, para solo mencionar modelos clásicos.

Hay propuestas de mayor calado, como las que han elaborado el Centro de Estudios Convivencia o el equipo de Cuba Próxima o la organización Cuba Decide, pero su conocimiento está vedado a los ciudadanos que viven en la isla.

Existe la percepción, bastante generalizada de que la dictadura cubana se encuentra en una fase terminal, pero resulta muy difícil pronosticar el tiempo que le queda y cuál será la naturaleza de lo que vendrá después.

Reinaldo Escobar es periodista y editor jefe del portal 14ymedio.

Reinaldo Escobar
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