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28-08-2017

El plan de Sergio Massa para las elecciones de 2019

(TN) A Massa no le quedó otra que meter violín en bolsa y peronizarse. Él no tardó en admitirlo: ya en la noche del 13 de agosto difundió la noticia de que los gobernadores lo estaban llamando para darle ánimo. Luego se supo que había sido él quien los llamó, probablemente con un mensaje también animoso.
Por Marcos Novaro

(TN) Sergio Massa acaba de quedarse sin proyecto político. Pero a no desesperar: será bien recibido si vuelve al primer amor (en su caso no es estrictamente el primero, pero no importa). El peronismo lo necesita.

El sueño de fundar una tercera fuerza de alcance nacional con el Frente Renovador, que pareció ganar impulso en 2013, se desinfló ya en 2015 y ahora en las PASO naufragó definitivamente. Ni siquiera en su distrito de origen, el bonaerense, logró hacer una elección digna. Mientras que del resto del país fue barrido casi por completo. Encima los pronósticos para octubre no son mejores.

No es un fracaso sólo suyo. Con ese proyecto fracasaron los difundidos diagnósticos sobre el fin de los partidos y las ventajas de la transversalidad. Igual que Margarita Stolbizer frente al radicalismo, desde hace bastante más tiempo, Massa creyó respecto al peronismo demasiado al pie de la letra lo que el PRO también suele usar, pero más que nada como marketing.

La idea de que los partidos tradicionales ya no representan a nadie, que la sociedad está esperando "nuevas formas de hacer política" y que entre esas nuevas formas destaca la formación de equipos combinados con retazos de distinta procedencia, que se supone resultarán atractivos para votantes desilusionados también de variados orígenes.

Con estas premisas en mente fue que Massa apostó en 2013 a que el peronismo entraría en un prolongado cono de sombra debido a la decadencia ya indetenible de Cristina Kirchner. Por lo que él podría hacer frente a esa fuerza incluso más que lo que había logrado Néstor una década antes, o Carlos "Chacho" Álvarez otra más en el pasado. Convocar al cisma y arrastrar detrás suyo todos los votantes y dirigentes decepcionados, tanto de esa procedencia como de otras.

La primera señal de que las cosas no iban como se había planeado fue que en 2015 fracasó la nacionalización de lo que en 2013 funcionó bastante bien en sus pagos bonaerenses. Las causas fueron varias. Primero, en las demás provincias en general el peronismo se mantuvo alineado con Cristina y apoyó la candidatura de Daniel Scioli.

Segundo, salvo en la zona metropolitana el radicalismo demostró ser bastante eficaz en defender su cohesión, incluso en recuperarla donde bajo el influjo de los Kirchner la había perdido. Y por último, para novedad, mejor un partido nuevo en serio: el PRO fue mucho más convincente que el FR como nueva alternativa para quienes ya no confiaban en las viejas.

De esta combinación de factores resultó un Mauricio Macri más eficaz en atraer a los radicales, la CC-ARI y otros actores. Mientras el exintendente de Tigre buscaba absorber dirigentes sueltos aquel logró un acuerdo institucional, entre partidos, que resultó más conveniente para todas las partes. Y que les permitió plantearle una competencia más pareja a un peronismo todavía bastante unido.

Podría pensarse que esa unidad peronista está hoy mucho más deteriorada que en las últimas presidenciales. Y por lo tanto seguir apostando al cisma y a la transversalidad tiene tanta o más lógica que antes. Pero los resultados de las PASO lo desmienten.

La razón es simple: aunque la disputa entre kirchneristas y renovadores se prolongue todavía en el tiempo y se extienda en el espacio provocando nuevas divisiones, como ha sucedido en varias provincias, incluida la propia Buenos Aires, los segundos tienen altas chances de quedarse en el corto plazo con el control del aparato formal del PJ.

Por lo tanto, en un contexto en que el PRO y Cambiemos se consolidan, difícilmente haya destino para quienes rompan o ignoren al único instrumento capaz de hacer converger mínimamente a las hoy dispersas expresiones de oposición, sino ahora al menos en 2019.

De allí que la insistencia de Massa en mantenerse alejado de ese partido, contra toda evidencia, haya terminado pareciéndose demasiado al capricho y el desprecio con que Cristina apostó a crear uno nuevo. Encima uno (¿cuántas veces van?) otra vez "transversal".

No importa. A Massa no le quedó otra que meter violín en bolsa y peronizarse. Él no tardó en admitirlo: ya en la noche del 13 de agosto difundió la noticia de que los gobernadores lo estaban llamando para darle ánimo. Luego se supo que había sido él quien los llamó, probablemente con un mensaje también animoso.

No importa los pocos votos que haya sacado, fueron al menos más que los de Florencio Randazzo y entre ambos alcanzarán, con un buen giro peronista en la campaña que resta, para evitar que Cristina gane y empezar a construir la pata bonaerense del peronismo que viene.

¿Qué será entonces de Margarita? En la campaña de acá a octubre es probable que no tenga mucho que hacer. Su sector, el GEN, va a quedar del todo marginado de los espacios institucionales de la provincia. Y ha desaparecido por completo del resto del país. ¿Está Stolbizer también a tiempo de revisar los errores que la llevaron a este callejón?

Un regreso al radicalismo es para ella mucho más difícil que volver al peronismo para Massa. Pero tal vez sea innecesario: lo que sí necesita es prestarle atención a las voces que, como la de Gerardo Milman, le vienen sugiriendo al menos desde 2015 abandonar la idea de que "la derecha neoliberal" copó el país y el radicalismo, y su futuro está en abrazarse a Pino Solanas, Claudio Lozano y compañía.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)

Marcos Novaro
Marcos Novaro
Consejero Académico
Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Programa de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Teoría Política Contemporánea” en la Carrera de Ciencia política y columnista de actualidad en TN. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) y "Dinero y poder, la difícil relación entre empresarios y políticos en Argentina" (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2019).
 
 
 

 
 
 
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