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23-08-2019

El dulce sabor de la victoria

(El Líbero) Es verdad que una golondrina no hace verano. Pero la reforma tributaria del Presidente Piñera es una pieza central —si no la más importante— de su intento por revertir algunos de los proyectos más controversiales que implementó Bachelet en su segundo gobierno.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Siempre es dulce el sabor de la victoria. Pero cuando la consigues después de varias derrotas consecutivas, la satisfacción es mucho mayor. Tras semanas de patear piedras en su recorrido político, la administración del Presidente Sebastián Piñera obtuvo un triunfo importantísimo cuando la Cámara de Diputados votó a favor del proyecto de ley de reforma tributaria. Cuando se escriba la historia de este gobierno, esto será recordado como el momento en que logró dar vuelta un partido que le era adverso o, si La Moneda no aprende lecciones de sus errores, solo como un veranito de San Juan que no pudo revertir la baja en las expectativas.

Para nadie es sorpresa que el gobierno de Chile Vamos ha logrado mucho menos de lo que prometió. La combinación de errores no forzados, vientos internacionales adversos y una oposición que solo es capaz de unirse para bloquear los proyectos de reforma de esta administración han hecho que ésta tenga, al menos hasta ahora, bastante menos logros a su haber que en Piñera I. En las últimas semanas, los reveses del gobierno superaron con creces a los aciertos. Después que La Moneda había logrado finalmente alienar a un número suficiente de legisladores detrás de su propuesta de reforma laboral, la prioridad que le dio terminó convirtiéndose en un tiro por la culata. El proyecto de reducción de jornada laboral de 45 a 40 horas semanales que había presentado la diputada Camila Vallejo, del Partido Comunista, logró opacar la propuesta mucho más amplia —pero también mucho más difícil de entender y llena de letra chica— impulsado por el gobierno de Chile Vamos.

Luego, la innecesaria polémica que generó la ministra Secretaria General de Gobierno Cecilia Pérez al reflotar el escándalo que asoció a líderes del PS con narcotraficantes en la comuna de San Ramón provocó una nueva crispación de ánimos. Por cierto, la izquierda aprovechó la ocasión para usar la misma táctica que usa el cliente de un bar que no tiene dinero para pagar la cuenta: armar una pelea para generar desorden y descarrilar la agenda legislativa del gobierno.

Por eso, precisamente porque se dio en una semana que empezó mal para el Presidente Piñera —en la que, además, la revelación sobre la acusación de abuso sexual contra su tío, el sacerdote Bernardino Piñera puso al Mandatario en una situación de la que era imposible poder salir bien parado— la victoria que se anotó el gobierno en la Cámara de Diputados es especialmente grata para el oficialismo y bienvenida entre las tropas de Chile Vamos.

Es verdad que una golondrina no hace verano. Pero la reforma tributaria es una pieza central —si no la más importante— del proyecto con el que el Mandatario busca revertir algunas de las reformas más controversiales que implementó Bachelet en su segundo gobierno. Es la joya de la corona y piedra angular en el intento por volver a hacer de Chile un país amigable con la inversión privada. Por eso, si el gobierno se viera obligado a tener que escoger solo una reforma de todas las que prometió, la tributaria sin duda sería la escogida.

Pero la victoria legislativa de ayer no solo acerca significativamente la reforma tributaria —con reintegración incluida— a su promulgación. También muestra una hoja de ruta para que el gobierno replique su triunfo en los otros proyectos de ley. En la medida que sea capaz de sentarse a negociar y dialogar con legisladores moderados y sepa leer la cancha política de la oposición, aprovechando las divisiones y conflictos internos para avanzar su agenda legislativa de forma pragmática y disciplinada, la victoria que se anotó el gobierno dejará de ser una excepción y se convertirá en un patrón de comportamiento; algo muy necesario para un equipo que, habiendo transcurrido ya un tercio de su periodo, todavía necesita anotarse varios triunfos antes de poder revertir la percepción de fracaso que comienza a instalarse en la opinión pública.

Por eso, si bien todas las victorias tienen un sabor dulce, el éxito que se anotó ayer el gobierno de Piñera tiene un sabor especialmente agradable, tanto porque viene a revertir una serie de derrotas políticas y comunicaciones como porque ilumina el camino para que sume nuevas ganancias políticas y legislativas.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)

Patricio Navia
Patricio Navia
Consejero Académico
Doctor en ciencias políticas (New York University). Anteriormente obtuvo un master en la misma disciplina de la Universidad de Chicago y una licenciatura en ciencias políticas y sociología de la Universidad de Illinois. Es profesor titular de estudios liberales y profesor adjunto del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de New York University. En Chile, es profesor titular de ciencias políticas en la Universidad Diego Portales. Es autor de varios libros y especialista en elecciones, opinión pública, sistemas de partidos y relaciones ejecutivo-legislativo en América Latina. Es columnista en varios medios, incluido El Líbero (Chile) y Americas Quarterly (EEUU).
 
 
 

 
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