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06-07-2021

Georgia, una transformación con aliento europeísta entre las montañas del Cáucaso

''En Georgia es difícil distinguir entre política interior y política exterior porque ambas están interconectadas'', contextualizó hace pocos días el embajador georgiano en la República Argentina, el excelentísimo señor Irakli Kurashvili. Durante el conversatorio “Georgia: éxito de la transformación económica, política y social”, moderado por la presidenta de CADAL, la doctora Sybil Rhodes, el también representante concurrente ante Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay, recordó algunos de los avances hechos por sus conciudadanos y Gobierno; en particular, los relativos a la democratización y la lucha contra la corrupción.
Por Amaury Miguel Valdivia Fernández

Georgia, una transformación con aliento europeísta entre las montañas del Cáucaso

A finales de agosto de 2008, cuando todavía las tropas georgianas intentaban una "última línea de defensa" para su capital, en la pequeña ciudad de Mtskheta, el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores consideró que la mejor fórmula para evitar futuros conflictos entre Rusia y las demás repúblicas del espacio postsoviético sería integrar a las últimas dentro de la Unión Europea (UE).

Las conclusiones de ese think tank establecido en Londres con apoyo del multimillonario George Soros no se aventuraban a recomendar que la incorporación al bloque comunitario fuera complementada por un proceso similar en relación a la OTAN, pero tal consecuencia se consideraba implícita.

La Guerra de los Cinco Días no solo había revertido los pequeños avances territoriales conseguidos en Abjasia por el gobierno de Mijeíl Saakashvili, un par de años antes; también había evidenciado la vulnerabilidad de la nación caucásica frente a la maquinaria de guerra de Rusia. La única salvaguarda efectiva a su independencia, razonan desde entonces en Tbilisi, es la que puedan proporcionarle Bruselas y Washington.

El destacamento de marines estadounidenses que el 26 de mayo último participó en las celebraciones por los treinta años del restablecimiento de la república independiente forma parte de ese relato. Nunca nos hemos rendido ni renunciado a nuestra vocación europea, resaltó en la jornada la presidenta Salomé Zurabishvili.

"En Georgia es difícil distinguir entre política interior y política exterior porque ambas están interconectadas", contextualizó hace pocos días el embajador georgiano en la República Argentina, el excelentísimo señor Irakli Kurashvili. Durante el conversatorio “Georgia: éxito de la transformación económica, política y social”, moderado por la presidenta de Cadal, la doctora Sybil Rhodes, el también representante concurrente ante Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay, recordó algunos de los avances hechos por sus conciudadanos y Gobierno; en particular, los relativos a la democratización y la lucha contra la corrupción. Todos pretenden contribuir al super-objetivo de que la república termine incorporándose al concierto euroatlántico.

"De ser de los países más corruptos hemos pasado a ser uno de los de menor índice de corrupción, no solo de la región sino del mundo. Junto a las reformas, ese ha sido un factor fundamental para la atracción de inversiones", resaltó el diplomático. Desde 1994, el año más difícil de la caótica década de los noventas, el Producto Interior Bruto creció casi siete veces, alcanzando en 2019 los 17 mil 400 millones de dólares. Aunque la pandemia de la Covid-19 ha implicado un duro golpe, la apuesta de las autoridades es enrumbar hacia una recuperación fundada en sectores como el turístico, que antes de la pandemia alcanzaba los 9 millones de visitantes anuales.

La integración con la UE comenzó a materializarse en 2004, cuando Tbilisi y Bruselas firmaron sendos tratados de asociación y libre comercio, que diez años después fueron complementados por un acuerdo que suprimió los visados a partir de 2017. "Consideramos muy importante la relación 'people to people'. Así, los jóvenes georgianos pueden viajar al Espacio Schengen, estudiar, y ver lo que representan Europa y los valores de la democracia. Para nosotros, no hay otro camino", reflexionó Kurashvili. A su juicio, la creación en mayo último del llamado Trío Asociado supondrá un importante impulso a los esfuerzos europeístas de su país, y de Moldavia y Ucrania.

La fecha fijada por Tbilisi para solicitar oficialmente su integración al bloque comunitario es 2024. De ahí en más se iniciaría un proceso de varios años, antes de que los representantes caucásicos pudieran ocupar sus asientos en la cámara de Estrasburgo.

El embajador no se engaña pretendiendo que será un proceso fácil. Entre todos los pendientes ninguno iguala en cuanto a complejidad al que suponen las autotituladas repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur. De conjunto, representan casi el 20 por ciento del territorio del país y el principal obstáculo en sus planes geoestratégicos.

"Una de las razones por las que Rusia se irritó tanto con la OTAN en 2008 fue porque durante la cumbre de Bucarest la Alianza dijo que sus puertas estarían abiertas para Georgia. Y eso a Moscú no le sentó bien. No creo en las coincidencias: en enero de ese año más del 73 por ciento de los ciudadanos habíamos apoyado en un plebiscito la adhesión a la OTAN y en agosto comenzó la guerra. Rusia siempre ha tenido el interés de mantenerse en ambas regiones porque así pretende tomarle el pulso a toda Georgia", observó el embajador.

Para su Gobierno, lo ocurrido entonces fue el anticipo de lo que sucedería en Ucrania, seis años después. "Siempre lo alertábamos a nuestros amigos occidentales: la agresión a Georgia era un mal precedente que podía repetirse; lamentablemente teníamos razón".

La premisa, compartida por la Unión Europea y la OTAN, de no aceptar la incorporación de países con contenciosos pendientes de solución, coloca a Georgia --y también a Moldavia y Ucrania-- en una posición difícil. Por un lado, Tbilisi no tiene en su mano la baza de la opción militar para restablecer su control sobre el territorio; por el otro, Moscú se ha asegurado la elección en las dos comunidades de autoridades que le son firmemente adictas.

El tiempo y la negociación parecen ser las únicas posibilidades al alcance de Georgia. Consciente de esa circunstancia, durante la pandemia el gobierno central gastó cerca de un millón y medio de dólares en insumos médicos destinados a las regiones rebeldes, y brindó atención sanitaria a miles de sus habitantes. La política de distensión a nivel interno va acompañada de un estrechamiento de vínculos con los Estados Unidos, país con el cual se estableció un convenio de asociación en 2009, y que "al margen de los cambios de administración" es visto como principal aliado estratégico por prácticamente todo el arco político local; "salvo algunas formaciones pro-rusas, que no agrupan más del dos por ciento del electorado, existe una gran cohesión de nuestra sociedad en ese sentido", apuntó Kurashvili.

"No fue fácil, pues se debieron superar rezagos de la época soviética; sin embargo, creo que nuestro éxito se basó en llevar adelante un proceso de reformas paulatinas", agregó en otro momento, al rememorar los desafíos enfrentados por su país durante la transición. "La democracia tal vez no sea el mejor modelo, pero hasta hoy no se inventó nada mejor", señaló. Cumplidos los primeros treinta años de su restablecida independencia, la pequeña nación caucásica tiene ante sí, ahora, la meta de encontrar su sitio en el sistema europeo.

Amaury Miguel Valdivia Fernández
Amaury Miguel Valdivia Fernández
Licenciado en Periodismo por la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (2009). Máster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz (2016). Reportero entre 2009 y 2018 del periódico estatal Adelante, en Cuba. Colaborador habitual con medios de prensa de Cuba, España, Suecia y Uruguay.
 
 
 

 
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