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02-01-2023

Un libro que derriba las falsedades y manipulaciones de la revolución cubana

Viví en Cuba por casi 40 años, hija de padres maestros, como muchos, así que mis primeros años fueron, como casi todos, creyendo que vivíamos en el «Mejor País del Mundo».
Por Katrina Castro Menéndez

En estos días he estado leyendo un libro, el que catalogo como uno de los mejores que he leído en mi vida. Y no es una novela que te endulza la mente con palabras bonitas, no. Es una “novela” del terror que resulta vivir en mi país, Cuba, pero que leído a través de los ojos y la experiencia vivida de un extranjero, los sentimientos que afloran son totalmente negativos, dígase tristeza de la vida que nos obligaron a vivir, ira por ese gobierno macabro tan manipulador que nos ha mentido y poco a poco, arrancado todo atisbo de esperanza. Antes de continuar, les comento que el libro se titula “Cuba, de eso mejor ni hablar” (Fin de Siglo, 2022), del uruguayo Carlos Liscano, ex Tupamaro, preso político y funcionario de los gobiernos de izquierda democrática del Frente Amplio. Cuenta con una lectura amena, pero para el cubano, el de “a pie”, sus palabras duelen.

¿Por qué manifiesto lo anterior? Viví en Cuba por casi 40 años, hija de padres maestros, como muchos, así que mis primeros años fueron, como casi todos, creyendo que vivíamos en el “Mejor País del Mundo”, consumiendo solo lo manifestado por los medios de difusión masiva en el país, gritando “¡Patria o Muerte, Venceremos!, y créame, convencida de que así era, que la responsabilidad de los problemas económicos que vivimos en los años 90, que se traducían en  problemas alimenticios para nuestros padres, era de un gigante económico y político que vivía justo delante de nosotros y le molestaba nuestra Soberana Independencia, sin olvidar, que Nosotros éramos los buenos y Estados Unidos de América eran los malos. Siempre ha sido así, la división de grupos, el “Ustedes y el Nosotros”, marcando diferencias e inculcándolo en el pensamiento de la sociedad cubana hasta interiorizarlo como algo “normal”.

Lo interesante de leer este libro, que se lo recomiendo a cada cubano y a cada persona en el mundo que no entienda Cuba o cree que el “Socialismo” que allí se vive es algo defendible, es justamente ver cómo nos visualizaban desde el exterior, y cuando digo “exterior” no me refiero a otros hemisferios alejados de ese terrible país, sino a verlo desde la perspectiva del “no cubano”, que visitaba Cuba, pero que tenía mayor información que la que nos llegaba a 11 millones de cubanos dentro de la isla, o sea, el escritor, cuando llegaba a Cuba si tenía información, mientras nosotros, los cubanos, solo consumíamos y consumen gran parte de los que allí se encuentra, puras falsedades y manipulaciones de la verdad.

Sin embargo, el escritor ya tenía pleno conocimiento del camino, más que deshonroso, canalla, que había tomado el gobierno cubano arrastrando a toda la sociedad, cuando dijera: “…En 1987 había estado un mes y medio en La Habana y en 1988 una semana en Leningrado. Esos dos viajes cambiaron mi forma de ver el mundo... El socialismo era una ilusión de millones, pero Cuba y la URSS eran un desastre económico, social, político. Por encima de todo eran, para mi modo de pensar entonces, un desastre moral. Eran regímenes dictatoriales en los que no existía la libertad de expresión ni de reunión ni de cátedra, donde gobernaban burócratas que, apoyados en la Policía y las Fuerzas Armadas y en un ejército de civiles delatores, explotaban al pueblo. En nombre del pueblo vivían del pueblo. Ninguna diferencia con otras dictaduras. En cualquier caso, las dictaduras de la derecha tenían término. En cambio, el socialismo, en camino hacia el comunismo, iba a ser eterno e incambiable…” 

Sin embargo, a esos despertares políticos, hemos ido llegando los ciudadanos cubanos de “adentro” paso a paso. Y es que, una vez que los cubanos obtienen información fidedigna, no la que nos alimenta cada noche nuestros estómagos mentales a través del Noticiero de la Televisión Cubana, sino noticias certeras de la realidad mundial, vamos abriendo nuestras mentes e iluminándonos de la realidad, del penoso hecho que fuimos manipulados por generaciones, con creencias políticas y sociales totalmente impuestas en post de la conveniencia individual de unos pocos, de esos que se han tomado el Poder y el País para ellos, para sus caprichos.

Y es claro que hablo desde mi experiencia, pero considero que es similar a la de muchos de los cubanos nacidos, criados y desarrollados social y profesionalmente en el interior de la isla. Me refiero a que siempre estuve integrada a la sociedad, con estudios universitarios, una profesión hermosa, pero con expectativas sociales imposibles de alcanzar dentro del país por una persona “normal”, que no cuente con familiares dirigentes en la cúpula del Gobierno, que influyan en un mejor futuro para con ellos y sus cercanos. Y es ahí cuando te das cuenta que por mucho que uno haya estudiado y esforzado durante años, no avanzarás y se te desvanecerá la vida, gota a gota, apenas cubriendo, en el mejor de los casos, sólo necesidades primordiales.

Y aunque unos pocos aún puedan seguir engañados, creyendo que la responsabilidad de tanta desgracia de un pueblo pueda recaer sobre los hombros de otro Estado, o que el mayor problema es económico, pero no depende del Gobierno cubano, deben darse cuenta que “lo personal es político”, y que todas nuestras vicisitudes, nuestras carencias, nuestras faltas de sueños, que ya se han tornado en constantes pesadillas, son responsabilidad de ese gobierno dictatorial que dice llamarse socialista, pero que sólo está diseñado para la explotación de un pueblo en favor de sus máximos dirigentes gubernamentales.

Como plasmara el autor del libro: “…Cuba es un país muy pobre y no a causa del bloqueo sino porque no produce nada. En Cuba no hay libertades de ningún orden. Es la dictadura del Partido Comunista. Más concretamente: es la dictadura de la familia de Fidel Castro y de un pequeño grupo de generales y de burócratas que durante seis décadas aceptaron y aplaudieron los delirios mesiánicos del jefe…Cuba no produce nada, ni azúcar. No tiene industrias, no tiene cultura empresarial, su gente ha perdido los hábitos y las habilidades de trabajo y carece de educación democrática y republicana. Ese es el legado del comandante en jefe que tuvo al mundo por escenario…”

¿Qué nos dejó Fidel? Resumido en una sola palabra y sé que la mayoría de los cubanos estarán de acuerdo conmigo: Miseria. Es triste, pero es una pura realidad. Miseria y esperanza de nada. Bueno, miento. Ahora mismo la única y lean bien, la Única esperanza del pueblo cubano, de ese que terriblemente vive aún dentro de la isla, es pertenecer a otro país, a dejar su tierra, sus costumbres, su idiosincrasia, y conocer otros mundos, adaptarse a otro sistema, alejarse de lo que siempre ha conocido y comenzar desde cero. Es penoso, pero es nuestra realidad, nos han quitado tanto, que nos arrancaron hasta las esperanzas de continuar viviendo en esa isla, y solo irnos “a conocer los volcanes” como se dice jocosamente, para realizar la travesía Cuba-Nicaragua-Estados Unidos de América.

Como diría Abraham Lincoln: “se puede engañar a todo el pueblo una parte del tiempo, se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo” y ahí vamos nosotros, los cubanos, despertando de ese letargo de más de sesenta años de mentiras, manipulaciones y abusos continuos.

 

Katrina Castro Menéndez
Katrina Castro Menéndez
Licenciada en Derecho (Universidad de La Habana) con una Maestría en Derechos Humanos (Universidad Autónoma de San Luis Potosí). Tiene un Diplomado en “La Suprema Corte y los Derechos Humanos” (Casa de la Cultura Jurídica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, México) y en Fundamentos de Seguridad Social Integral (Universidad de Medellín, Colombia). Fue Jueza Penalista en el Tribunal Municipal Popular de Centro Habana, Jueza Presidenta de la Sección Penal del Tribunal Municipal Popular de Matanzas y Abogada defensora en el Bufete Colectivo del municipio Centro Habana.
 
 
 

 
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