Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

Prensa

13-08-2008

Castigo a los que elijan candidatos ''a dedo''

Fuente: La Mañana de Córdoba

GABRIEL C. SALVIA (*)

Luego de la crisis entre el gobierno de Cristina Fernández con el campo, algunos sectores de la oposición ya comenzaron a hablar de candidaturas para las elecciones legislativas de 2009. Y parecería que las mismas volverían a decidirlas unas elitistas y oligárquicas "mesas chicas" y que lo propio hará en su momento tanto el oficialista Frente para la Victoria, como sus respectivas agrupaciones satélite y el resto de las fuerzas opositoras.

Por eso, el año próximo, el electorado independiente debería castigar a todos los partidos que no seleccionen a sus candidatos a diputados y senadores nacionales, mediante elecciones internas competitivas y transparentes. En consecuencia, el voto debería premiar a los partidos o a las alianzas cuyos candidatos surgieron de una decisión democrática, es decir, de elecciones internas.

Resulta patético que a veinticinco años del retorno a la democracia en la Argentina los electores simplemente ratifiquen en las urnas las decisiones previas tomadas por un pequeño grupo o directamente por su principal referente. ¿Por qué votar a los candidatos que digitan los Kirchner, Elisa Carrió y Mauricio Macri? Uno de los grandes desafíos que tiene la democracia argentina es la modernización de la política donde, dejando de lado ideologías y cuestiones éticas, lamentablemente se repiten conductas personalistas y no se promueve la necesaria participación que requieren los partidos para fortalecerse ellos mismos y de esa manera a la democracia.

Como bien señalan los analistas chilenos Eduardo Engel y Patricio Navia, "mientras más competencia y transparencia exista dentro de los partidos, mayor será la calidad de los militantes que ocupen cargos dentro de los mismos. Y, si esto sucede, más eficientes y mejor preparados serán los aspirantes a puestos de elección popular, así como aquellos nombrados en puestos de confianza del Ejecutivo". Esto que los autores trasandinos proponen para el debate político chileno es un tema ausente en la agenda pública argentina, con lo cual no es de extrañar el nivel paupérrimo de su dirigencia y las consecuencias que ello tiene en la calidad democrática del país.

Al respecto, resulta contradictorio que muchos líderes se quejen por el transfuguismo de alguno de sus legisladores que llegaron a su banca gracias al dedo divino y luego se pasan a otro partido. Es que a menor esfuerzo personal por la postulación, menor será la fidelidad partidaria. Distinto sería si el que llega a una banca tuvo que sortear una elección interna, contando para ello con la ayuda de simpatizantes, a los cuales luego tendría que rendirles cuentas si se cambia de partido. ¿A quién le rindió cuentas Borocotó? A nadie, porque su candidatura la decidió el dedo de Mauricio Macri.

Parecería que luego de la crisis de 2001 y el reclamo antisistema del "que se vayan todos", en la Argentina no se aprendió ninguna lección. Efectivamente, más allá de sus diferencias, los Kirchner y los referentes de la oposición no han hecho nada por modernizar la política.

No hace falta mirar muy hacia atrás para ver cuántos partidos aparecieron ocupando un determinado espacio político para el cual siempre hay demanda electoral. Pero luego sucumbieron, entre otras cosas, por ser más de lo mismo y volverá a suceder si no se modernizan.

Por eso, más allá de las ideas y estilos políticos, los partidos y sus líderes deberían empezar por diferenciarse en la forma en que seleccionan a sus candidatos a cargos electivos. (DyN)

(*) Titular del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Diario La Mañana de Córdoba, miércoles 13 de agosto de 2008

 

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