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22-05-2014

Boudou, camino a ser el María Julia K

(TN) Dejarlo caer en 2012, a comienzos del mandato presidencial, hubiera sido muy costoso, tal vez causal de un daño irreparable, pero entregarlo en estos tiempos de despedida, o mejor todavía, cuando venga bien ofrecer algún cabeza de turco a la familia judicial y a las autoridades que los hayan reemplazado, tal vez no se considere algo tan grave. Aunque dejar que Boudou termine en prisión se puede volver para sus todavía colegas un muy serio problema.
Por Marcos Novaro

(TN) Es cierto que Amado Boudou ha sido, de entre los funcionarios kirchneristas, probablemente no el más corrupto, pero sin duda uno de los que más huellas dejó de sus actos non sanctos.

Y eso ya de por sí alcanza para convertirlo en una figura incómoda para sus compañeros de parranda: los kirchneristas difícilmente fueron más honestos que los menemistas, pero por lejos lograron ser más prolijos y discretos que ellos, menos propensos a los escándalos, las filtraciones y las traiciones; en esta comparación el vicepresidente queda lamentablemente del lado de los horribles años noventa; y ello ayuda a entender en alguna medida sus actuales problemas con la Justicia.

Pero en éstos también influye que la protección que tiempo atrás él recibiera de a poco se ha ido relajando.  Boudou es como un horrible adorno que los peronistas hubieran recibido de regalo de un familiar, y ante el cual al comienzo no tuvieron más remedio que sonreír y agradecer, ubicándolo bien a la vista para no quedar mal y parecer groseros; pero al que luego fueron corriendo paulatinamente hacia un lugar marginal y oscuro, y se preparan ahora para, en cuanto sea conveniente, tirarlo por la ventana.

Tal vez él creyó, tras lograr sacarse de encima al mismo tiempo a un fiscal, un juez y un Procurador de la Nación, que la buena fortuna seguiría sonriéndole indefinidamente. Pero vistas las dificultades que enfrenta en estas horas podría concluirse que Cristina y el resto del gobierno manejan su caso con un criterio temporal bastante menos estricto que el que aplican a otros denunciados más cercanos al círculo de hierro, y bastante menos halagüeño por lo tanto para el futuro del afectado: dejarlo caer en 2012, a comienzos del mandato presidencial, hubiera sido muy costoso, tal vez causal de un daño irreparable, pero entregarlo en estos tiempos de despedida, o mejor todavía, cuando venga bien ofrecer algún cabeza de turco a la familia judicial y a las autoridades que los hayan reemplazado, tal vez no se considere algo tan grave.

El vice, encima, hace todo para empeorar las cosas. En su última aparición televisiva, en 6-7-8, quiso presentarse como un sacrificado tribuno de Roma, y explicó que su ostracismo político no es una señal del abandono que estaría padeciendo de parte de sus conmilitones, sino fruto de su propia decisión de separar lo público de lo privado: “no soy de aquellos que involucran sus cuestiones personales con la política” afirmó con una cara de piedra admirable.

Las preguntas que cabe hacerse son, primero, si se alcanzará un quid pro quo similar al logrado con María Julia: que una vez que los sabuesos judiciales más celosos se enfoquen y ensañen con Boudou, pasará más fácilmente desapercibida la muerte lenta de muchos otros casos de corrupción que involucran a otros personajes con amigos más duraderos y negocios más cercanos al corazón del kirchnerismo, y del peronismo de siempre. Y segundo, si para Boudou será igual que para Maria Julia preferible aceptar su eventual castigo en silencio, a prender el ventilador y correr el riesgo de destruir no sólo lo que pueda haberle quedado de honor personal, sino también la razón de ser de su paso por la gestión pública.

Para que así sea pesará en alguna medida el valor que para los involucrados todavía tenga en el futuro el haber servido a un proyecto que puedan considerar según sus creencias virtuoso. Algo en lo que probablemente María Julia todavía crea, pero hay motivos para pensar que Boudou nunca creyó y habla de una condición que tiene en común con muchos otros jefes kirchneristas: la sobreactuación de supuestas convicciones para disfrazar el más ramplón y brutal de los cinismos. Así las cosas, dejar que Boudou termine en prisión se puede volver para sus todavía colegas un muy serio problema.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)

Marcos Novaro
Marcos Novaro
Consejero Académico
Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Programa de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Teoría Política Contemporánea” en la Carrera de Ciencia política y columnista de actualidad en TN. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) y "Dinero y poder, la difícil relación entre empresarios y políticos en Argentina" (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2019).
 
 
 

 
 
 
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