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20-07-2015

Ahora la Ciudad entera asquea a Fito Páez

(TN) Es cierto que Buenos Aires es un distrito peculiar, pero también lo es que las tendencias que se observan en ella, tal vez en forma más marcada o sesgada, no son por completo ajenas a lo que sucede en otros lugares. Ejemplo: la propia provincia de origen del bueno de Fito. Allí hace pocas semanas los votantes tuvieron que elegir entre un socialista para nada complaciente con los k, un populista de derecha y un peronista nada ideológico, encima pro empresario y prolijo gestor, algo así como la síntesis de todo lo que los kirchneristas odian, y mucha gente consideraría lo mejor que ofreció el peronismo noventista.
Por Marcos Novaro

(TN) Después de años en que el macrismo competía con su adversario soñado, uno que jamás iba a poder ganarle ni a la bolita, el sistema político porteño se destrabó y se logró que haya competencia en serio: surgió finalmente un contendiente de peso, capaz de formar una potencial mayoría alternativa de los porteños, un contendiente que los macristas sufrieron en este balotaje, y seguramente van a seguir sufriendo en el futuro.

Eso es muy bueno para la vida política de la Ciudad, es bueno para los porteños de a pie, y en realidad es también bueno para los propios macristas: los obligará a hacer mejor las cosas si quieren seguir gobernando; los someterá más intensamente a los sanos incentivos de un mercado político competitivo.

Los únicos perjudicados del cambio de situación han sido los kirchneristas, que se llevan mal con todos los mercados, con la competencia abierta y equilibrada y encima consideran que ahí reside su principal virtud, porque son guardianes de ideas tan geniales que no hay que someter a competencia alguna.

Ellos quedaron descolocados en este balotaje, y sus franjas más fanáticas, como buena minoría marginal que son, llamaron a votar en blanco. Faltó poco para que denunciaran como proscriptiva la desaparición de escena de Mariano Recalde, quien pese a la descomunal inversión publicitaria que realizó en las PASO y en primera vuelta, apenas consiguió demostrar una vez más que los candidatos del modelo son en general muy malos, y son peores todavía como administradores de la cosa pública. El debate deja expuestas esas limitaciones.

La situación fue doblemente incómoda para el oficialismo nacional por el perfil de quienes sí lograron entrar a la segunda vuelta. Un PRO puro, cero carismático, la síntesis casi perfecta de todo lo que el kirchnerismo considera la derecha liberal, antipopular y por tanto minoritaria. Que no lo hizo tan mal finalmente como sucesor para la jefatura de gobierno de Macri.

Y un progresista, ex funcionario de Cristina y traidor a su causa, rodeado de lilitos, radicales y socialistas, una antítesis encima seductora de lo que el camporismo le pretende vender como representación y propuesta de futuro a la juventud argentina.

Entre los dos no podían si no saturar la muy generosa disposición a sentir asco por el prójimo de los dirigentes e intelectuales oficialistas.
Así las cosas, puede que el kirchnerismo tire la toalla, de por perdida la ciudad, y concentre en el futuro sus esfuerzos en distritos con menos gente repugnante a su sensibilidad.

Aunque ellos, igual que los demás observadores, deberían tener en cuenta que esta situación no es por completo anómala a lo que está sucediendo en otros lugares del país.

Es cierto que la ciudad de Buenos Aires es un distrito peculiar, pero también lo es que las tendencias que se observan en ella, tal vez en forma más marcadao sesgada, no son por completo ajenas a lo que sucede en otros lugares.

Por ejemplo, en la propia provincia de origen del bueno de Fito. Allí hace pocas semanas los votantes tuvieron que elegir entre un socialista para nada complaciente con los k, un populista de derecha y un peronista nada ideológico, encima pro empresario y prolijo gestor, algo así como la síntesis de todo lo que los kirchneristas odian en, y mucha gente consideraría lo mejor que ofreció, el peronismo noventista.

Y nada muy distinto sucedió más cerca en el tiempo en Mendoza, pese a los esfuerzos que hizo la Casa Rosada por meter candidatos propios en las listas peronistas de ese distrito.

Moraleja: allí donde la democracia pluralista funciona y hay real competencia política, el kirchnerismo no figura, no logra ser protagonista.

La pregunta que cabe hacerse entonces es si la intensa competencia que veremos en la elección presidencial puede tener la misma consecuencia para la política nacional: si un ambiente más pluralista y competitivo va a ser suficientemente corrosivo sobre el dominio kirchneristacomo para asegurar su repliegue y desactivación.

El fracaso del kirchnerismo en promover un candidato propio y su tardía resignación a tomar parte en el duelo entreMacri y Sciolipueden considerarse como señales en este sentido. Pero no todo es tan sencillo.

Cristina, Zannini y los miles de camporistas atornillados a cargos en el estado y distribuidos en las listas de todos lados se esmerarán por que no lo sea.

Mientras Scioli se hace el distraído y los deja hacer. Aunque al mismo tiempo se abraza a Menem, a todos los peronistas a secas que encuentra a su paso y alienta a los votantes moderados e independientes a creer que la suya es la salida más simple e incruenta a los problemas que enfrentamos. Una en que el potente aparato digestivo del PJ se usará para volver a meter en la botella al genio de las disputas inconciliables y la radicalización populista de estos años.

Pero el fondo del problema no es lo que haga o deje de hacer Scioli. Ni siquiera es que él gane o pierda la elección. Sino el hecho de que a diferencia de lo que sucede en los distritos mencionados y algunos otros también competitivos y pluralistas, la mayor parte de los ciudadanos argentinos vive en territorios donde la competencia es escasa o directamente nula.

Allí la tarea de restablecer las condiciones para la democracia recién está empezando.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)

Marcos Novaro
Marcos Novaro
Consejero Académico
Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Programa de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Teoría Política Contemporánea” en la Carrera de Ciencia política y columnista de actualidad en TN. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) y "Dinero y poder, la difícil relación entre empresarios y políticos en Argentina" (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2019).
 
 
 

 
 
 
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