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23-09-2015

Ajustito o ajustazo?

(7 Miradas) Nadie quiere que le aumenten el costo de vida, pero si no es un «Rodrigazo» la sociedad terminará por aceptarlo, resignadamente. Es un electorado al que no le falta realismo: sabe que habrá que pagar una fiesta, una vez más, ajustándose el cinturón. Para el sentido común popular es apropiada la frase del fallecido filósofo contemporáneo Julio Grondona: «Todo pasa».
Por Carlos Fara

(7 Miradas) De tanto ocultar las palabras, todo el mundo la empezó a usar, ya casi deliberadamente. Algunos dicen que no harán ajuste, y otros que harán un shock, pero de confianza. Al final del día todos dan por sentado que un ajuste harán. La discusión es la profundidad en el corto plazo, porque del largo ya no caben dudas.

Hasta el dólar oficial para enero ya parece tener precio: 12/13 pesos. Nadie se alarma. Todos -sociedad, medios, mercados, políticos- lo dan por descontado. Ergo, el impacto y la sorpresa será menor. Buen dato para la salud política del próximo presidente, sea quien sea.

Pero lógico: todos reconocen que la maraña de subsidios es tan grande que no va a ser fácil ordenar las cosas. Basándonos en el interesante reporte que realizó CIPPEC sobre las posibilidades de realizar un ajuste de tarifas amortiguando el costo social, vale detenerse en este importante tema para hacer algunas reflexiones sociopolíticas (ya que sobre las económicas van por otro carril):

  • La gran subsidiada es el AMBA -Área Metropolitana Buenos Aires- que concentra el 46% de los montos subsidiados. Teniendo en cuenta que representa aproximadamente el 35% del electorado, está claro el sesgo a favor de los cercanos al puerto en detrimento del interior. De modo que el ajuste es sobre todo un problema de los que viven cerca de la Casa Rosada.
  • El interior no sentiría tanto un ajuste, porque está más cerca del valor real de los servicios. De hecho, el boleto de colectivo fuera de AMBA se incrementa regularmente sin que se produzcan protestas sociales: la gente sabe que si hay inflación, aumento de salarios y combustible, el boleto se ajustará también. Y en cuanto a la electricidad, es bien conocido que el interior paga desde siempre tarifas mucho más altas (por ejemplo, en Córdoba).
  • Existen sensibilidades distintas según se trate de servicios públicos o de transporte. En agosto de 2012, el Gobierno Nacional subió el boleto de colectivo un 83% en AMBA y la gente lo aceptó naturalmente. Lo mismo sucedió cuando en diciembre hubo otro aumento del 35%. Cuando Macri se hizo cargo de los subtes en la Ciudad de Buenos Aires en el año 2012, el pasaje aumentó un 127%: al principio hubo una merma de la cantidad de pasajeros, pero luego se estabilizó. Sin embargo, la quita de subsidios en la tarifa de gas y electricidad sí causaron alarma.

Nadie quiere que le aumenten el costo de vida, pero si no es un “Rodrigazo”  la sociedad terminará por aceptarlo, resignadamente. Es un electorado al que no le falta realismo: sabe que habrá que pagar una fiesta, una vez más, ajustándose el cinturón. Para el sentido común popular es apropiada la frase del fallecido filósofo contemporáneo Julio Grondona: “Todo pasa”.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)

Carlos Fara
Carlos Fara
Secretario
Presidente de Fara Veggetti desde 1991. Lleva 37 años dedicados a la consultoría política. Se especializa en Opinión Pública, Campañas Electorales y Comunicación de Gobierno. Ha recibido varios premios: entre ellos, el Premio Aristóteles a la Excelencia 2010 en el Dream Team del año, que se compone por los diez mejores consultores a nivel mundial en materia de campañas políticas. Ha participado en más de 200 campañas electorales en Argentina y Latinoamérica. Es ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (ALaCoP), y fue el primer presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (AsACoP). Es presidente de la International Association of Political Consultants (IAPC) 2024-2025. Autor del primer libro en español dedicado íntegramente a la profesión, “¿Cómo ser un consultor político?”, que recibió el Premio de ALaCoP al Mejor Libro 2018.
 
 
 

 
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