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Análisis Latino

04-03-2021

Patricio Navia:

«La gente cree que la Constitución es una píldora mágica que resuelve todos los problemas»

»Hasta ahora la Constitución nos ha dividido. A partir de hoy, todos debemos colaborar para que la Nueva Constitución sea el gran marco de unidad, de estabilidad y de futuro», afirmó el presidente de Chile, Sebastián Piñera, el día que el 78% de los chilenos acordó renovar la Constitución que había sido redactada por el régimen de Pinochet en 1980. Una de las demandas que la sociedad chilena hizo tras el estallido social del 2019 fue, justamente, la necesidad de un nuevo texto que trate las reformas sociales y apunte a reducir las desigualdades de clases en el país.
Por Gabriel C. Salvia (con la colaboración de Giuliana Trezza)

Patricio Navia

¿Qué sucedió en Chile, el país que era visto como modelo de América Latina en materia de consensos para el desarrollo?

Creo que Chile fue víctima de su propio éxito. Los chilenos dan por sentado que el país va a seguir creciendo, y que ahora nos tenemos que comparar con los países de la OCDE y del resto de los países de Europa. De hecho, la propia situación de la pandemia ha subrayado esto: Chile es uno de los países que avanza más rápido en América Latina. Actualmente está vacunando a su población cuando muchos otros no lo están haciendo. Producto de su desarrollo y éxito, los chilenos creemos que ya estamos fuera de América Latina, y que nos tenemos que preocupar de las cosas que se preocupan los países más desarrollados del mundo. Mucha gente está diciendo “bueno, pero para poder ser como los países de la OCDE tenemos que tener un Estado que también garantice más derechos”.

En algunas dimensiones estamos bastante mejor que el resto de América Latina, pero en otras, como la desigualdad o la debilidad institucional, tenemos problemas de los que tenemos que hacernos cargo. No lo veo como un rechazo al modelo, sino como la confirmación de que el modelo ha sido exitoso. La gente ahora quiere todavía más de lo que hasta ahora ha tenido.

¿Cuáles son los sectores de Chile que están más descontentos frente a las desigualdades?

Precisamente los sectores emergentes. La clase media está mucho mejor de lo que estaba antes pero tiene expectativas de que puede estar mucho mejor todavía. Esta clase media emergente desafía a las elites. Parte del problema en Chile es que las elites estaban convencidas de las políticas de reducción de la pobreza, pero no de las políticas de reducción de la desigualdad. Después de todo, esto significa que las propias elites ven amenazadas las posiciones de privilegio que han tenido hasta ahora.

Entonces, el gran problema en Chile es cómo generar una sociedad que sea más equitativa y más competitiva. Esto implica que los que siempre estuvieron en la élite, pueden perder esa situación de privilegio, y eso, naturalmente, no les conviene ni les gusta. Lo rechazan.

Pero los desafíos de Chile también son complejos porque en el camino de construir este nuevo país, podemos perder algunas fortalezas. Cosas que los chilenos dan por sentado que existen en el país podrían desaparecer, si es que en el proceso constituyente se consolidan algunas instituciones y se hacen algunas reformas que ahuyentan el capital, que deprimen la inversión extranjera y que ponen en riesgo el crecimiento futuro que tiene que experimentar el país para poder seguir acercándonos a los países más desarrollados del mundo.

 ¿Cuáles son sus expectativas de la nueva Constitución que tendrá Chile y el cuestionamiento a la ilegitimidad democrática de la heredada de Pinochet?

Aquí se mezclan bastantes cosas. El origen de la Constitución es claramente ilegítimo porque es una Constitución hecha en la dictadura militar por Pinochet, pero que ha permitido el desarrollo de una democracia desde hace 31 años. Siempre comparo a Chile con Luke Skywalker de Star Wars: Darth Vader es su padre, por lo tanto, tiene un origen muy malo pero él puede trabajar con la fuerza del bien y hacer algo muy bueno. Entonces, me parece que el origen en sí mismo no es justificación suficiente para cambiar la Constitución. Lo que sí me parece, y es mi gran temor, es que la gente cree que la Constitución es una píldora mágica que soluciona un montón de problemas.

Poner en la Constitución el derecho a la vivienda, añadir que se va a terminar con la desigualdad y con los privilegios, es una solución muy fácil. Hacerlo es mucho más difícil. La mayoría de las Constituciones en América Latina garantizan muchos derechos que, en la práctica, no existen.

Mi gran preocupación es que terminemos haciendo una Constitución muy larga, con muchos derechos que, al final, no se van a poder cumplir porque las expectativas son mucho más altas que la realidad en Chile. La Constitución puede terminar siendo un arbolito de Navidad, con regalos para todos, pero que en la práctica, no se cumplirán porque dependen de la capacidad del Estado de poder financiarlos.

¿Cómo se vienen renovando los sectores políticos en Chile?

En 2015 se reformó el proceso electoral y se adoptó uno más proporcional, lo que significa que hay más partidos y actores en Chile. No es necesariamente una buena noticia. Una fortaleza de Chile era que tenía un número más bien reducido de partidos, y ahora hay muchos que tienen representación en el Congreso. Muchos legisladores han ido cambiando de partido y eso confunde al electorado. La fragmentación partidista excesiva no es una fortaleza de la democracia sino una debilidad.

Sin embargo, varias de las coaliciones nuevas han tenido muchos problemas. Llegan con el discurso de que ellos van a hacer política de una forma distinta y que son puros y castos, cuando en realidad la política supone sentarse a conversar con gente que piensa distinto y hacer concesiones a esa misma gente. La política es el arte de negociar. Si no eres capaz de negociar, y dices “voy a ser intransigente en mi postura”, entonces eres un pésimo político. Lo que se necesita en política es gente que se ponga de acuerdo con otros que piensan distinto.

¿Qué lecciones deja Chile para la gobernabilidad democrática?

La lección más importante es que la democracia es un proyecto que siempre se está construyendo. Nadie puede asegurar que tiene una democracia que no va a cambiar nunca. Siempre se tiene que ir adaptando a las nuevas necesidades y desafíos. Chile logró avances significativos en su lucha contra la pobreza, aunque también gracias a esto, se convirtió en un país atractivo para muchos inmigrantes. La lección que deja esto es que, a medida que vas avanzando, te vas enfrentando con desafíos nuevos para los que tienes que encontrar soluciones diferentes. No te puedes quedar dormido en los laureles de lo que hiciste hace 20 o 30 años, como le pasó a Chile, que no supo enfrentar estos nuevos desafíos y amenazas, que eran producto del propio éxito que había tenido en sus primeros 25 años de democracia.

Siempre tienes que ir construyendo una mejor democracia, más inclusiva, con niveles de desigualdad bajos y que vaya incorporando las nuevas tecnologías y los nuevos desafíos que se plantean.

PERFIL

Patricio Navia es Doctor en ciencias políticas (New York University). Anteriormente obtuvo un master en la misma disciplina de la Universidad de Chicago y una licenciatura en ciencias políticas y sociología de la Universidad de Illinois. Es profesor titular de estudios liberales y profesor adjunto del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de New York University. En Chile, es profesor titular de ciencias políticas en la Universidad Diego Portales. Es autor de varios libros y especialista en elecciones, opinión pública, sistemas de partidos y relaciones ejecutivo-legislativo en América Latina. Es columnista en varios medios, incluido El Líbero (Chile) y Americas Quarterly (EEUU).  Muy activo en Twitter, su cuenta @patricionavia tiene más de 460 mil seguidores.

Gabriel C. Salvia (con la colaboración de Giuliana Trezza)
 
 
 

 
 
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