Derechos Humanos y
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Prensa

06-03-2013

La radicalización del populismo

Otra visión del decenio, diferente al balance presidencial, puede reflejar que existió un avance del Estado sobre la inversión privada y también de los contratos en nombre de un vago ''proyecto nacional y popular'' del que no se puede adivinar su alcance, contenido y contorno.
Fuente: Ecos Diarios (Necochea, Argentina)

Por Ricardo López Göttig (*) - Agencia DYN

El extenso discurso apertura de sesiones ordinarias del Congreso de la presidente Cristina Fernández de Kirchner tuvo claras lagunas.

Más allá de varios errores históricos, cifras cuestionables y de promover la idea que, a partir del 2003, hubo una ruptura significativa con todo lo anterior, el tono de épica no pudo disimular que la Argentina continúa ignorando cuáles son los lineamientos profundos y de largo alcance de los próximos años de la administración kirchnerista.

Básicamente, se desconocen cuáles son los principios fundamentales que guían al Gobierno, porque en ninguna de las dos campañas electorales del 2007 y 2011 la Presidenta expuso cuál es su programa y la filosofía que lo anima. Hay eslóganes, sí, que poco y nada aportan.

Otra visión del decenio, diferente al balance presidencial, puede reflejar que existió un avance del Estado sobre la inversión privada y también de los contratos en nombre de un vago "proyecto nacional y popular" del que no se puede adivinar su alcance, contenido y contorno.

También hubo un constante deterioro de las instituciones que sirven de equilibrio al Poder Ejecutivo, a la par que se debilitó la estructura partidaria en la que los Kirchner desarrollaron su vida política.

En el discurso abundaron las referencias a la intervención estatal no como un auxilio en la emergencia, sino como el gran estratega y ejecutor de las grandes decisiones, dejando a un costado a la inversión privada. Es por ello, que no hubo señales para el emprendedor sobre condiciones favorables a su desenvolvimiento, ni referencias a la política de grilletes cambiarios o la inflación.

El derecho de propiedad, ese gran ausente tan vapuleado durante los casi diez años de kirchnerismo, está sujeto a los vaivenes del momento. Allí están, como evidencia, las expropiaciones de las AFJP e YPF, las prohibiciones a la compra de divisas, los controles de precios y los cambios constantes de las reglas de juego.

No hubo, tampoco, referencias a tratados de libre comercio ni al porvenir del Mercosur, que va perdiendo año tras año su razón de ser. Mientras los países del Pacífico están debatiendo el Trans-Pacific Partnership para unir Asia y el continente americano en un gran mercado común, a la vez que se esboza la idea de un acuerdo entre la Unión Europea y los Estados Unidos, el gobierno argentino permanece empecinado en su visión lugareña, encerrándose en la estrechez del barrio y haciendo comentarios irónicos sobre la crisis europea.

Esta ausencia de definiciones, que en cualquier democracia liberal madura sería severamente cuestionada, es una de las fortalezas del kirchnerismo en el contexto de la Argentina posterior a la crisis de 2001, porque le permite maniobrar con toda la amplitud posible para acumular poder con el argumento más efectista del momento. ¿Qué cabe esperar, entonces, a partir del discurso presidencial? En lo inmediato y con vistas a las elecciones de renovación legislativa, no habría cambios de rumbo y sí una posible radicalización de las políticas populistas, a fin de asegurarse el voto “duro” del kirchnerismo.

Esta estrategia supondrá que no sólo que continuarán los embates contra los rivales que hoy se ha fijado el Gobierno, sino la suma de nuevos frentes de conflicto, buscando una fuerte polarización que le permita mantener la primera minoría electoral ante una oposición dispersa.

(*) Analista del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América latina (Cadal).

Fuente: DyN

Ecos Diarios (Necochea, Argentina)
 
 
 

 
 
 
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