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08-07-2018

Una semana de calma cambiaria y creciente discordia política

(TN) El dólar bajó, pero recrudecieron las internas. Carrió criticó a la UCR y Vidal se resiste a absorber subsidios energéticos, lo que complica las negociaciones con el peronismo por el Presupuesto.
Por Marcos Novaro

(TN) El dólar dio un respiro en la semana que pasó. No fue gratis: el Gobierno lo consiguió con tasas más altas y más restricción monetaria, que agravarán la recesión. Pero al menos en ese frente parece que el Ejecutivo y el Central han terminado por hallar una fórmula que les permite controlar la situación.

Mientras tanto, el frente político se complicó por varios lados. Los desacuerdos sobre cómo distribuir los costos del ajuste son el principal alimento de estas complicaciones. Pero ellas se potencian también debido a diferencias entre los líderes, lealtades de grupo en pugna y apuestas electorales que se han puesto a la orden del día.

El cuadro resultante es uno de creciente discordia y fragmentación, tanto en el campo oficialista como en el opositor. Indicio de que se confía cada vez menos en los referentes nacionales, en los acuerdos y los alineamientos previos, y cada grupo o sector prefiere luchar por lo suyo.

En el caso del oficialismo quien más contribuyó en estos días a este clima fue Lilita Carrió. Después de despotricar de mala manera contra Mauricio Macri por el aborto, apuntó contra el radicalismo, del que dijo que su rol en la coalición de gobierno es solo hacer lo que le indiquen los demás, es decir ella y el presidente. ¿Habrá querido hacer un chiste? No se desdijo y la conducción radical no se la dejó pasar: subió la apuesta replicándole que el aporte de la chaqueña a Cambiemos no es mayor que el de sus propinas para la economía y su rol público no más serio que el de cualquier otro comediante. ¿Hacía falta?, ¿era el momento y la forma de cobrarle a Lilita sus desplantes?, ¿no era preferible bajar los decibeles atendiendo a las enormes dificultades de gestión y credibilidad que enfrenta en estos días el oficialismo?

Puede que la conducción radical estime que estas dificultades de gestión, así como el hecho de que Carrió no de pie con bola, le ofrecen una oportunidad demasiado valiosa para continuar el proceso iniciado en el verano con la discusión de las tarifas: ve un camino abierto para ganar influencia, que deberá recorrer un poco a los codazos si quiere participar en serio en la toma de decisiones en la nueva etapa que se abre, lo que sólo podrá hacer a costa de quienes, como la jefe de la Coalición Cívica, en la etapa anterior monopolizaron tanto la influencia como las decisiones y los relegando a la UCR a un segundo plano.

Encima en el PRO también estallaron diferencias, con eje en la cuota de ajuste que les tocará a la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Los líderes de ambos distritos, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, estaban hasta hace poco entre los más favorables a buscar un acuerdo con el peronismo del interior.

El Presidente, que guardaba en cambio pocas esperanzas en un acuerdo de ese tipo, ahora parece inclinado a darle una oportunidad, pero en base a un sacrificio que deberían hacer esos dos distritos, no el tesoro nacional: de allí su aceptación de la condición que los gobernadores peronistas plantearon para sentarse a negociar, que Larreta y sobre todo Vidal absorban gastos en energía, transporte y agua y saneamiento que hasta ahora hace la Nación.

La comprensible renuencia de Vidal a asumir esa carga, ¿es parte de un tironeo previsto y estudiado en el partido oficial?, ¿o nada de esto se pensó muy bien y se está poniendo en riesgo la muy colaborativa relación hasta aquí existente entre la gobernadora y el presidente? Por de pronto, es la primera vez desde 2015 que se plantea una diferencia seria por plata entre ambos. Y lo peor es que dicha diferencia quedó en el centro de una negociación de la que participan muchos otros actores, con muy distintos intereses y apuestas políticas detrás. Cómo van a salir airosos de ella, habrá que ver.

El único alivio que encuentra el oficialismo ante este clima de discordia procede de las diferencias propias que le aporta la oposición, y que en los últimos días también se encresparon. Un grupo de intendentes peronistas de la provincia se manifestó abiertamente en contra de la propuesta de los gobernadores de su partido: no quieren saber nada con eso de "compartir la carga del ajuste"; el territorio y las cuentas de Vidal son también los suyos.

Y casi al mismo tiempo surgió otro motivo de desacuerdo, uno más estratégico, cuando Sergio Massa hizo públicos los lineamientos de su programa económico alternativo, que gira alrededor de la idea ya adelantada por Roberto Lavagna tiempo atrás según la cual lo que hace falta no es ajuste sino un "shock de consumo". Propuesta que el tigrense pretende convertir en su bandera en una recorrida por el país durante los próximos meses. Los gobernadores no pecan de desconfiados si ven que, al anticiparse con un discurso de ese tenor, el jefe renovador apunta una vez más a salvarse solo, a crecer a costa no solo del oficialismo, sino de ellos mismos en sus distritos. ¿Por qué permitírselo, justo cuando les toca el mal trago de administrar la escasez?

Con tantos conflictos cruzados y superpuestos dando vuelta va a ser difícil que cualquiera logre empujar a los demás a un acuerdo. Así que la dispersión continuará y la autoridad política, un insumo imprescindible para generar confianza ante una crisis como la que enfrentamos, seguramente seguirá escaseando.

Esta es una mala noticia para el gobierno nacional. Pero tiene su contracara: por lo mismo que a él le faltan respaldos para encarar muchos de los cambios necesarios, y consume un tiempo valiosísimo en hacer incluso lo mínimo, seguirán dispersas las voces críticas, y sin alternativa a la vista, sin otra receta mínimamente consensuada que contraponer a lo que él está intentando, lo único que le queda a la sociedad es esperar que de en el clavo y salga adelante. Este es finalmente el principal motivo de que no haya caído más en las encuestas. Y que la escena siga en gran medida bajo su control: a pesar de su debilidad, la iniciativa está aún en sus manos.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)

Marcos Novaro
Marcos Novaro
Consejero Académico
Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Programa de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Teoría Política Contemporánea” en la Carrera de Ciencia política y columnista de actualidad en TN. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) y "Dinero y poder, la difícil relación entre empresarios y políticos en Argentina" (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2019).
 
 
 

 
 
 
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