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16-04-2019

Entre China y Estados Unidos

(El Líbero) Nada más incómodo que estar entre dos potencias que tienen problemas. Aunque Chile no debería buscar protagonismo en este tipo de conflicto, sí puede tomar una postura de socio serio, responsable y confiable con ambos países.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Aunque en teoría es imposible estar bien con Dios y con el diablo, un país pequeño y con influencia limitada como Chile debiera intentarlo. O, al menos, debiera evitar quedar atrapado en medio del campo de batalla en que se enfrentan los dos super poderes del mundo.

Chile naturalmente está más cerca del modelo de democracia capitalista de Estados Unidos y nos une una larga historia de encuentros y desencuentros -con muchos más momentos buenos que malos-, por lo que no podemos correr el riesgo de que deje de considerarnos un aliado confiable. Pero como China es nuestro principal aliado comercial y la creciente influencia de ese país en América Latina se hace sentir con fuerza, tampoco queremos tensionar esta relación, que hasta ahora se ha centrado más bien en el intercambio comercial que tanto provecho nos ha traído.

Por eso, en su visita a China, el Presidente Sebastián Piñera no debiera ceder a la presión de Estados Unidos y cambiar su agenda original. Porque la mejor forma de seguir siendo amigos con países que tienen problemas entre sí es no involucrarse en ellos, Chile no debería aceptar que las relaciones bilaterales con ambos se vean contaminadas por los conflictos entre esas dos potencias mundiales.

No podemos olvidar que, en sus relaciones internacionales, los países deben poner sus intereses por delante de sus principios. Los principios siempre son importantes, pero igual que un panadero que no le pregunta por su religión o principios políticos a los clientes que vienen a comprar sus productos, Chile no puede condicionar sus relaciones comerciales a que nuestros socios tengan nuestros mismos valores y principios. Por otro lado, precisamente porque necesitamos tener buenas relaciones comerciales con la mayor cantidad posible de países, tampoco podemos aceptar que algunos de nuestros socios vengan a opinar, en nuestra propia casa, respecto a las objeciones que puedan tener sobre otro de nuestros socios. Tal como el panadero les pide respetuosamente a sus clientes que no ofendan a otros clientes que también entran a comprar a la tienda, Chile debiera hacer esfuerzos para evitar que los representantes de Estados Unidos aprovechen la tribuna que tienen en nuestro país para criticar las iniciativas comerciales y de inversión de la República China.

Es innegable que los gobiernos de Estados Unidos y China tienen problemas. La guerra comercial que anunció el Presidente Trump con el país asiático hace más de un año ha tenido repercusiones negativas en todo el mundo. Aunque hay buenas razones para creer que pronto habrá humo blanco en las negociaciones, es razonable pensar que los conflictos entre ambas potencias no se explican solo por la coyuntura de tener a un presidente como Donald Trump en la Casa Blanca. Producto del rápido crecimiento de China en las últimas décadas, Estados Unidos hace rato que viene debatiendo si debiera considerar a China como un socio comercial o bien debiera empezar a entenderlo como una amenaza a la hegemonía que ha ejercido desde el fin de la guerra fría. Pero esa es una reflexión que le corresponde hacer a Estados Unidos. Chile no debiera ni tomar partido en los conflictos que se suscitan entre ambos países ni debiera sumarse a las voces que, desde Estados Unidos, llaman a frenar la creciente influencia de China en el mundo.

No se trata de hacerse el desentendido de la creciente tensión que existe en el mundo por el liderazgo que está tomando China. Como país, no podemos solo escondernos diciendo que esta es una pelea de perros grandes en las que Chile no tiene parte. Es insensato meterse en peleas de potencias mundiales; Chile no debería buscar protagonismo en este tipo de conflicto. Pero el país sí puede tomar una postura de socio serio, responsable y confiable con ambos países.

Así como el panadero que le vende sus productos a los Montesco y los Capuleto porque sus productos son buenos y porque, aunque se odien, las familias de Romeo y Julieta disfrutan de la buena cocina, Chile debe caminar cuidadosamente por ese angosto sendero que implica que haya un conflicto creciente entre nuestro principal socio comercial y la potencia mundial con la que históricamente hemos estado aliados.

Ahora que el Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo impropiamente utilizó su parada en Chile para criticar a China, el gobierno chileno debe evitar quedar en medio de esa pelea. Por eso, en su visita a China, el Presidente Piñera debiera mantener la agenda inicial del viaje. Porque queremos tener buenas relaciones con todos, debemos dejar claro que, como país abierto al libre comercio y comprometido con ampliar nuestro mercado de importaciones y exportaciones, no queremos que, al menos en nuestro territorio, alguno de nuestros socios y aliados comerciales se sienta libre para criticar a algún otro de nuestros socios y aliados comerciales.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)

Patricio Navia
Patricio Navia
Consejero Académico
Doctor en ciencias políticas (New York University). Anteriormente obtuvo un master en la misma disciplina de la Universidad de Chicago y una licenciatura en ciencias políticas y sociología de la Universidad de Illinois. Es profesor titular de estudios liberales y profesor adjunto del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de New York University. En Chile, es profesor titular de ciencias políticas en la Universidad Diego Portales. Es autor de varios libros y especialista en elecciones, opinión pública, sistemas de partidos y relaciones ejecutivo-legislativo en América Latina. Es columnista en varios medios, incluido El Líbero (Chile) y Americas Quarterly (EEUU).
 
 
 

 
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