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12-06-2019

Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto vs Los K + Massa = no hay segunda vuelta

(TN) Para unos significa democracia contra autoritarismo, para otros, asado contra hambre. Todo se resolverá en la primera vuelta de octubre, según quién llegue al 45%. Los demás ¿desaparecen de escena?
Por Marcos Novaro

(TN) Mauricio Macri se decidió finalmente por una jugada de riesgo: abrir Cambiemos, pero a su manera, sin intervención de los radicales, aunque haciendo lo que los radicales le reclamaban, es decir, sumando peronismo. Fue una reacción lógica ante la inminente reincorporación de Sergio Massa al kirchnerismo, o al peronismo oficial, según cómo se lo quiera ver. Con la que se completó, a su vez, el programa anunciado tiempo atrás por Gioja, reunir al 80% de los peronistas en torno a la fórmula de Cristina y su empleado del mes. Un programa que, hay que reconocer, se cumplió muy bien, y puso en cuestión el dato estructural que permitió la existencia misma del gobierno de Macri, la división del voto peronista.

La pregunta más urgente que ronda en el ambiente es, sin embargo, si estos movimientos de dirigentes tendrán los efectos esperados en los votantes. O dicho con más precisión, ¿quién de los dos será más efectivo, Massa en reconciliar a los peronistas o Miguel Ángel Pichetto en mantener el divorcio?

Primero, está la duda de si Massa llevará consigo de regreso al espacio kirchnerista los votos que todavía le quedaban, un resto de los que supo birlarle a aquél en 2013 y 2015. Y al respecto, hay quienes piensan que los Fernández han pagado más por el pito de lo que el pito vale: la estructura massista ya desde antes estaba casi en su totalidad volviendo al galope a la toldería de Cristina, para salvarse de la polarización en marcha, así que Massa por sí mismo valía bastante poco. Otros en cambio estaban dispuestos a pagar cualquier cosa con tal de verlo rendirse ante el poderío de la expresidenta, una escena aleccionadora para los demás caciques peronistas y para la sociedad: muestra que el paso del tiempo le da a ella la razón, hasta los más enfrentados a su voluntad ceden ante lo inevitable, en síntesis “ya está volviendo”. Y si algo le importa a Cristina, y si en algo es indudablemente buena, es en esto de armar la escena.

Las encuestas indican, de todos modos, que los votos hasta ayer massistas se dispersan: una parte vuelve al redil, pero otros insisten en la tercera vía, con quien sea, y algunos cuántos incluso se irían con Cambiemos. ¿Cuántos para cada lado? Quién sabe. Lo más probable, que dependa del contexto y de lo que hagan los demás. Por eso el apuro de Macri.

La segunda duda, entonces: ¿Pichetto suma votos o solo da “imagen de apertura”? Y esa imagen de apertura ¿fortalece al gobierno o lo complica aún más, confunde a los no peronistas al obligarlos a elegir entre versiones del peronismo? Porque si algo queda a la vista es que tenemos peronistas en todos lados y para todos los gustos: están los K, los federales que quedan con Urtubey, los antigrieta de Lavagna, y los anti K de Pichetto. Para no votar a algún peronista habrá que refugiarse en Espert, o en Del Caño.

Pero para el gobierno no se trata solo de apertura, de mostrar a Cambiemos agrandándose en vez de achicándose, sino por sobre todo de un mensaje a los votantes, a varios grupos de votantes a la vez: es una invitación abierta a los peronistas antikirchneristas a abandonar la resignación que los estaba ganando y a manifestarse, votando a quienes “aún pueden evitar que ella vuelva”; y más todavía, una invitación a los votantes a anticipar la polarización en la primera vuelta. Lo que tiene a su vez al menos dos objetivos, reducir el riesgo de que Vidal pierda en octubre la provincia, sin aumentar el riesgo que suponían las colectoras, que el que perdiera votos fuera Macri y quedara muy rezagado en las PASO y la primera vuelta.

Se verá si la jugada alcanza. Lo que dependerá también de qué hagan Urtubey y Lavagna. Sus chances de incidir en la escena son cada vez menores, en el segundo caso sobre todo por sus propios errores. El exministro de todos modos aún puede cumplir una función y no una precisamente muy buena: ya empiojó y dividió a Alternativa Federal, sin ninguna necesidad y para su propia desgracia (imagínense lo que hubiera pasado si aceptaba competir en sus PASO, un simple gesto de aceptación de las reglas de juego: Massa no hubiera podido abandonar el barco tan fácil y la jugada de Cristina de poner a Alberto hubiera tenido mucho menos impacto en el peronismo del interior, la verdad que la señora tiene mucho que agradecerle a Consenso 19). Ahora, Lavagna puede dividir el voto no peronista, tal vez lo suficiente para complicar a Cambiemos.

En cambio Urtubey por sí mismo tiene muy pocas chances de hacer lo propio con el voto peronista. Y ahora con Pichetto enrolado en la pelea mayor, mucho menos. Aunque todavía tiene motivos para insistir: es el único que quedó en pie de Alternativa Federal, y podrá volverse titular de la marca. Una marca que después de las elecciones, pase lo que pase, va a tener bastante más valor que hoy. Sobre todo si el otro miembro sobreviviente de la tercera vía hace lo que todo el mundo espera que haga: visto que no llegó a la Presidencia, el juego habrá dejado de interesarle y se volverá a su casa a chancletear.

Mientras tanto Pichetto hizo otro gesto que a Lavagna le debe haber caído bastante mal: explicó muy sucintamente la productividad de la llamada grieta: el hecho bastante evidente de que si existe es no por capricho de Macri y Cristina, si no porque habla de opciones entre las que los argentinos tenemos que decidir: un capitalismo abierto o un capitalismo de amigos, un país integrado al mundo o a Venezuela y Cuba, un sistema republicano o un populismo radicalizado. Además, en la grieta hay odios y pasiones, demasiadas pasiones, que complican cualquier discusión e intercambio. Pero lo que nos dice Pichetto es que quedarnos en las pasiones es una banalidad, incluso una irresponsabilidad y superficialidad inadecuada en las actuales circunstancias.

Cambiemos andaba necesitando de alguien que explicara qué cornos pretende hacer si logra estabilizar la economía y zafar en esta elección. Así que con Pichetto puede que gane algo más que unos pocos o muchos votos peronistas.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)

Marcos Novaro
Marcos Novaro
Consejero Académico
Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Programa de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Teoría Política Contemporánea” en la Carrera de Ciencia política y columnista de actualidad en TN. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) y "Dinero y poder, la difícil relación entre empresarios y políticos en Argentina" (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2019).
 
 
 

 
 
 
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