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29-09-2015

La elección no se polariza, se define en los márgenes

(TN) Así las cosas, puede que nada realmente importante suceda de aquí a la votación y ella se defina en los términos que actualmente conocemos, es decir, en los márgenes, según lo que en última instancia privilegie un número acotado de votantes. Porque con que se mueva un uno o dos por ciento para un lado o el otro alcanzará para definir el resultado en octubre o forzar una segunda vuelta.
Por Marcos Novaro

(TN) Daniel Scioli pudo hacer poco más que mantenerse pasadas las PASO. Y simula que se conforma con eso, porque va primero y si logra seguir ignorando todo lo que sucede a su alrededor le alcanzará para ganar. Por un momento pareció que la estantería se le venía abajo. En las semanas de las inundaciones y el papelón tucumano su cara lo decía todo: la realidad estaba devorándose su campaña negacionista. Pero para algo se entrenó todos estos años como flautista de Hameling, simulando que de su mano podemos encaminarnos a la felicidad, aunque todo a su alrededor se aleje cada vez más de esa aspiración.

Como sea, sus esfuerzos por consolidar la ventaja que lleva con un atropellada final naufragaron una y otra vez. No hubo ni peronización, ni más autonomía, ni habrá debate ni ninguna otra muestra de civilidad democrática. El último intento consistió en anuncios económicos, como la fantasía de los 30.000 millones al año de inversiones, que Cristina y Kicillof se ocuparon de aguarle, sumando cepos a las futuras negociaciones de la deuda y la próxima política cambiaria.

Aunque ya de partida era una promesa de mucho ruido y pocas nueces: aun si el nuevo gobierno consiguiese esa cifra, en su primer año debería destinarla toda a pagar compromisos ya asumidos, como Bein y Blejer le deben haber contado.

Mauricio Macri en cambio salió de las PASO mejor de lo que entró, y tuvo dos o tres semanas buenas, hasta que estalló el caso Niembro y el escándalo tucumano perdió atractivo. Desde entonces su campaña volvió a enfocarse en lo seguro, y como hay muy pocas cosas seguras en la Argentina de estos días parece enfocada en nada.

Salvo los estudios de opinión más militantes nada indica que estas falencias hayan redundado en pérdida de votos, pero sí es probable que hayan alcanzado para que dejara de crecer. Por lo que su apuesta al balotaje está todavía en riesgo: no del todo abajo del ring, pero tampoco peleándola de igual a igual.

Así las cosas, puede que nada realmente importante suceda de aquí a la votación y ella se defina en los términos que actualmente conocemos, es decir, en los márgenes, según lo que en última instancia privilegie un número acotado de votantes. Porque con que se mueva un uno o dos por ciento para un lado o el otro alcanzará para definir el resultado en octubre o forzar una segunda vuelta.

En caso de darse esta segunda situación, la competencia volvería a ampliarse, porque habrá muchos más votos en disputa. Pero nadie en los comités de campaña parece estar pensando en qué sucedería, ni tampoco hay pronósticos muy claros al respecto.

Están los que dicen que será una escena por completo diferente a la actual, en la que Macri tendrá las de ganar porque habrá frustrado el único plan que tiene hoy Scioli y porque la mayoría sigue prefiriendo cambio antes que continuidad; y los que desmienten todo eso y dicen que Scioli estará igual cerca de imponerse, tendrá más recursos en reserva y una mejor maquinaria territorial para el segundo round, en el que le alcanzará con llevarse una parte del voto peronista de Massa, De la Sota y Rodríguez Sáa, así que el resultado será el mismo que si no hubiera segunda vuelta.

Imposible saberlo hoy. Lo que es seguro es que así como en la primera, en la segunda vuelta tendrán enorme importancia otros actores, en particular los mencionados del peronismo disidente.

Ellos siguen sobreviviendo a la polarización bastante mejor de lo esperado: no reúnen ya los 20 puntos de agosto, pero están entre 17 y 18, lo suficiente para sumar una buena cantidad de legisladores el año próximo. ¿Pueden perder otros dos o tres puntos de acá al 25 de octubre? Puede ser, pero más importante que cuántos votos pierdan es cuáles sean esos votos.

Es que si retienen más votos peronistas perjudicarán a Scioli, y si lo logran con los opositores el afectado será Macri. También sobre este punto hay pocos estudios de opinión detallados y confiables. Por ahora lo que sabemos es que Massa y De la Sota tratan de hacer ambas cosas a la vez, pero no está claro si ponen el mismo empeño en las dos, y tampoco en cuál son más efectivos. Días atrás las usinas oficiales insinuaron que había ya un acuerdo sellado para que ayudaran a Scioli, quien sigue buscando desesperado una foto con el gobernador cordobés electo, Juan Schiaretti. Pero por ahora es puro humo.

Lo que sí podemos concluir es que no importa tanto cuánto avance o se frustre la polarización en general, sino en qué sectores del electorado ella sea más resistida.  Y por tanto el papel que cumplan Massa y De la Sota sigue siendo el factor crítico y sigue en alguna medida indeterminado.

El otro intríngulis que anda dando vuelta es la elección bonaerense. Vidal tenía difícil ganar ya antes de Niembro, pero ¿puede igual impedir que gane Scioli? Si en su competencia pareja con Aníbal Fernández le dificulta a la fórmula presidencial del FPV subir allí de los 40 puntos, le será muy difícil a ésta ser consagrada en primera vuelta. Por ahora en este distrito los pronósticos presidenciales siguen clavados: 40, 30, 20.

El escenario bonaerense es relevante también por otra cuestión más estructural: con Aníbal Fernández en la gobernación la unidad peronista tendrá que esperar, cualquiera sea el resultado nacional; así que podemos estar bastante seguros de que el cisma en esta fuerza persistirá.

Scioli ya se ha ocupado de desanimar a quienes lo imaginaban encarando desde la Presidencia la normalización de la economía argentina. También ha ido dejando por el camino colgajos de una apuesta más acotada: que en algún momento diera un golpe sobre la mesa y encarara la sucesión del liderazgo de su partido. De todos modos, actuando como primus inter pares podría aún cumplir un rol algo menor pero significativo, contribuir a la institucionalización del PJ.

Pero si no logra resolver el cisma que éste sufre en su propio distrito difícilmente pueda soñar siquiera con esta meta más acotada. Así que antes de empezar, sin saber todavía si va a tener la oportunidad de empezar, ya cabe dudar de que vaya a tener algún sentido su paso por la Presidencia.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)

Marcos Novaro
Marcos Novaro
Consejero Académico
Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Programa de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Teoría Política Contemporánea” en la Carrera de Ciencia política y columnista de actualidad en TN. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) y "Dinero y poder, la difícil relación entre empresarios y políticos en Argentina" (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2019).
 
 
 

 
 
 
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