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17-03-2003

EL FANTASMA QUE ACECHA A BRASIL

''Ordem e Progresso''– Orden y Progresso – es la frase sobre la bandera brasileña desde que el país se transformó en república en 1889. Las palabras son tomadas directamente de los escritos de Auguste Comte. Las ideas de Comte fueron adoptadas en el siglo XIX por las elites militares y políticas
Por Antony P. Mueller

“Ordem e Progresso” – Orden y Progresso – es la frase sobre la bandera brasileña desde que el país se transformó en república en 1889. Las palabras son tomadas directamente de los escritos de Auguste Comte. Las ideas de Comte fueron adoptadas en el siglo XIX por las elites militares y políticas en grandes parte de América Latina, y en Brasil en particular. [1] Desde entonces, el fantasma de Auguste Comte ha venido acechando al subcontienente, y las consecuencias prácticas de esta idelogía han sido desastrosas.
El positivismo de Comte es mejor descripto como una ideología de ingeniería social. Auguste Comte (1798-1857) creía que luego del estadio teológico y metafísico, la humanidad entraría en el principal estadio del “positivismo”, que para él significaba que la sociedad como un todo tenía que ser organizada según un conocimiento científico.
Comte creía que toda la ciencia debía ser modelada siguiendo el ideal de la física, y que una nueva ciencia de física social emergería en la cima de la jerarquía intelectual. Esta disciplina descubriría las leyes sociales que luego podrían ser aplicadas por una elite para reformar a la sociedad en su totalidad. Al igual que la medicina, que elimina las enfermedades, la física social debería ser aplicada para remover los males sociales.
El ideal de Comte fue una nueva “religión de la humanidad”. Desde su perspectiva, la gente tenía que ser engañada para que sintiera como auténtico lo que sería instigado por sus gobernantes y sus ayudantes, quienes así sirven los más altos ideales de la humanidad. Revisando las ideas de Auguste Comte, John Stuart Mill escribió que esta filosofía política busca establecer “... un despotismo de la sociedad sobre el individuo, imponiendo cualquier cosa contemplada en el ideal político del más rígido disciplinario entre los filósofos antiguos,” [2] mientras Ludwig von Mises destacó: “Comte puede ser perdonado porque estaba loco en el más absoluto sentido que la patología le da a este término. ¿Pero qué hay de sus seguidores?” [3]
El misticismo racionalista que sobrevino a Comte como a una persona mentalmente enferma hacia fines de su vida llamó a la creación de una “iglesia positivista”, en la cual, imitando los rituales de la Iglesia Católica, se pudiera practicar el “culto de la humanidad”. Hacia fines del siglo XIX, “sociedades positivistas” se empezaron a expandir en Brasil, y se erigió un verdadero edificio eclesiástico en Río de Janeiro como el lugar donde la adoración del ideal de la humanidad podía ser practicado como una religión. [4]
Hasta el presente, el sistema de educación superior de Brasil aún lleva las marcas del positivismo de Comte, y aún más fuerte es la influencia de la filosofía política positivista entre los más altos rangos militares y entre los tecnócratas. El positivismo sostiene que la ciencia es la marca distintiva de la modernidad y que para lograr progreso, se necesita una clase especial de tecnócratas o militares que sea conozcan las leyes de la sociedad y que establezcan el orden y promuevan el progreso.
La ideología que prevalece en una gran parte de la elite gobernante está en un claro contraste con las tradiciones sostenidas por el pueblo común. Como en la mayor parte de América latina, la cultura popular de Brasil está profundamente marcada por la tradición escolástica católica, con su escepticismo hacia la modernidad y el progreso y su orientación más espiritual-religiosa, lo cual rechaza el concepto lineal del tiempo como un movimiento progresivo a favor de una visión circular eterna de la vida. [5]
Las ideas de Comte han demostrado su gran impacto en la política económica. Dados los hechos de que los militares han jugado un rol central en la vida política brasileña y que el positivismo se ha convertido en el paradigma filosófico principal en las escuelas militares, la política económica de Brasil estuvo marcada por un frenesí intervencionista que afecta a todos los aspectos de la vida pública.
El espíritu de la planificación para la modernidad ha convertido a Brasil en la cuna del intervencionismo económico, con cada gobierno prometiendo el gran salto adelante. En lugar de hacer a un lado los obstáculos que enfrentan las empresas privadas en desarrollo y garantizar derechos de propiedad confiables, los gobiernos presumen que su tarea es el desarrollo del país brindando privilegios a pequeños grupos de empresas establecidas.
Desde que se convirtió en república, no ha habido un solo gobierno en Brasil que no haya llegado con un nuevo plan amplio o un conglomerado de planes que apuntan al “desenvolvimento”. Siguiendo la agenda positivista, concibiendo planes de aparente naturaleza científica y aplicándolos por la fuerza del estado se ha convertido en la marca distintiva de la política económica brasileña. Frecuentemente primero elaborados en uno de los pocos centros universitarios, estos planes forman la agenda del nuevo gobierno, que generalmente trae un equipo de jóvenes tecnócratas para su implementación.
Particularmente grandiosa cuando los gobiernos militares estaban en el poder – como en la década de 1930 y 40 y desde 1964 a 1984 – la invención e implementación de grandes planes ha continuado hasta el presente. Sin importar que coalición partidaria o grupo de poder lleve el timón, el espíritu del positivismo ha sido compartido por todos ellos hasta el gobierno actual, que aparentemente está practicando la política económica llamada “neo-liberal”.
Aún contando sólo los planes más importantes, las series que se han venido sucediendo por más de un siglo es sorprendente. Tras seguir el modelo de industrialización a través de la sustitución de importaciones bajo el semi-fascista Estado Novo de la década del 30 y 40, Brasil vio en la del 50 el Plano de Metas y, más tarde, el Plano Trienal de desarrollo económico y social. En la década de 1970 vino la serie de Planes de Desarrollo Nacional. La del 80 trajo el Plano Cruzado, el Plano Bresser, y el Plano Verão. A comienzos de los 90, comenzó el Plano Collor 1, para ser seguido por el Plano Collor 2 y, más tarde, por el Plano Ação Imediata y, en 1994, el Plano Real.
Medidos por sus objetivos declarados, todos estos planes fallaron. Durante las últimas seis décadas Brasil ha tenido ocho monedas diferentes, cada vez con un nuevo nombre y una tasa de inflación que implica que la moneda actual tendría una tasa de cambio de 1.000 millones de millones en términos del Cruzeiro de 1942. [6] Bajo el disfraz de aparente modernidad y ciencia, la red de clientelismo establecida de los “señores del poder” [7] sigue gobernando al país. En su curso, esta clase ha alcanzado un nivel de privilegios similares a aquellos que se disfrutaban en la nomenclatura de la Unión Soviética comparada con el resto de la población, que han utilizado sus maneras peculiares – llamadas jeitinho, una suerte de chutzpah – como su propio método de supervivencia.
Dentro del sistema positivista, el clienticismo y el intervencionismo van de la mano. La supuesta racionalidad del intervencionismo descansa sobre la premisa de saber el resultado específico de una medida de política económica con anterioridad. En consecuencia, cuando las cosas resultan diferentes de cómo se esperaba – y siempre sucede así – se garantiza una mayor intervención y control. El resultado es que los gobiernos son sobrepasados por sus pretensiones y humillados por sus fallas.
Brasil, que está tan bendecido por la naturaleza y por una población emprendedora con una de las mayores tasas de auto empleo en el mundo, ha sido mantenido abajo por una ideología equivocada. Hasta la actualidad, los gobiernos brasileños han venido absorbiendo los recursos del país para alcanzar la quimera de la modernidad y el progreso como los han definido y bloqueando la creatividad espontánea inherente en los mercados libres.
El espacio de Brasil sería muy amplio si el fantasma que lo ha plagado fuera eliminado a favor de un orden en el verdadero significado de la palabra, es decir, un sistema de reglas confiables basado en los principios de los derechos de propiedad, la rendición de cuentas y el libre mercado.

Antony P. Mueller enseña economía en University of Erlangen-Nuremberg, Alemania, y es profesor invitado de la Universidade Federal de Santa Catarina en Florianópolis, Brasil, bajo el programa de intercambio académico aleman-brasileño durante los últimos tres años. Antony Mueller es también académico adjunto del Mises Institute y recientemente ha contribuido al QJAE.

[1] Leopoldo Zea, Pensamiento positivista latinoamericano, Caracas, Venezuela 1980 (Biblioteca Ayacucho).

[2] John Stuart Mill, On Liberty, London 1869, p. 14 (Longman, Roberts & Green).

[3] Ludwig von Mises, Human Action, Auburn, Ala. 1998, pp. 72 (The Ludwig von Mises Institute, Scholar's Edition).

[4] Ivan Lins, História do positivismo no Brasil, Sâo Paulo 1964, pp. 399 (Companhia Editora Nacional)

[5] La expresión clásica de este tipo de pensamiento en América Latina es José Enrique Rodó: Ariel, Montevideo 1910 (Libreria Cervantes). En la literatura este tipo de pensamiento es prominente hasta la actualidad en los libros del escritor brasileño más popular, Paulo Coelho.

[6] Ruediger Zoller, Prädidenten - Diktatoren -Erlöser, Table V, p. 307, in: Eine kleine Geschichte Brasiliens, Frankfurt 2000 (edition suhrkamp).

[7] La descripción clásica de "señores del poder" es el libro de Raymundo Faoro, Os Donos do Poder, 2 vols. (Editora Globo: Grandes Nomes do Pensamento Brasileiro) São Paulo 2000.

Antony P. Mueller
Antony P. Mueller
Antony P. Mueller enseña economía en University of Erlangen-Nuremberg, Alemania, y es profesor invitado de la Universidade Federal de Santa Catarina en Florianópolis, Brasil, bajo el programa de intercambio académico aleman-brasileño durante los últimos tres años. Antony Mueller es también académico adjunto del Mises Institute y recientemente ha contribuido al QJAE
 
 
 

 
 
 
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