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La crisis de la Democracia Cristiana en Chile y la búsqueda de un nuevo papel para el ''centro político''
Por Pedro Isern
La primera vuelta electoral en Chile no tuvo grandes ganadores pero si un
perdedor relevante: la Democracia Cristiana (DC). El partido que mejor ha
representado al centro desde el regreso de la democracia en 1990, ha visto
dramáticamente debilitada su representación parlamentaria, en detrimento de sus
socios en la Concertación. El Partido Socialista (PS) y el Partido por la
Democracia (PPD) han sido los beneficiados por la debacle parlamentaria de la
DC. Esto ha llevado a que importantes referentes de la disidencia
partidaria (cuyo líder es la ex Canciller y electa senadora Soledad Alvear)
insinuaran que algunos estrategas del ala izquierda de la Concertación aspiren a
relegar a la DC a un lugar de insignificancia en la vida política del país.
Los resultados de la DC y de la Concertación desde 1989 son los
siguientes:
Tabla 1
Evolución del voto de la DC y de la Concertación (Chile, 1989-2005)
1989
1993
1997
2001
2005
Senadores DC
32,18%
22,35%
29,22%
22,84%
19,45%
Senadores Concertación
55,79%
57,61%
49,88%
51,32%
Diputados DC
25,65%
27,12%
22,98%
19,47%
20,78%
Diputados Concertación
52,13%
55,40%
50,51%
48,36%
51,77%
Fuente: www.elecciones.gov.cl
Nota: Los porcentajes de la Concertación incluyen a los de la DC
A su vez, la tabla 2 nos muestra una elocuente comparación entre las
elecciones de 2001 y 2005: mientras la Concertación permanece con 20 senadores y
la DC cae dramáticamente de 12 a 6, en diputados la DC cae de 24 a 21 y la
Concertación aumenta de 63 a 65. Esto significa que el buen desempeño de la
coalición gobernante es a costa de su partido de centro.
Tabla 2
Comparacion Diputados y Senadores de la DC y
Concertación (2001-2005)
2001
2005
Senadores DC
12
6
Senadores Concertación
20
20
Diputados DC
24
21
Diputados Concertación
63
65
Fuente: www.elecciones.gov.cl
Nota: La cantidad de parlamentarios de la Concertacion incluyen a los de la
DC
Sin embargo, la cuestión de fondo no es la búsqueda de hegemonía al interior
de la Concertación sino el papel y crisis del "centro político" en países como
Chile, Venezuela y Argentina. El punto principal de este artículo es que estas
crisis del centro reflejan dos realidades diametralmente opuestas: mientras que
en Chile responde a la existencia de una experiencia exitosa en los últimos
quince años, en los otros tres países la debilidad del centro refleja sucesivos
recientes fracasos, que se expresan en sociedades que sufren distintas formas de
polarización.
El papel del centro es moderar las diferencias. En Chile el centro ha
cumplido su labor y ahora necesita reformularse. En Venezuela, Bolivia o
Argentina las diferencias son lo suficientemente importantes como para que los
actores políticos relevantes encuentren estratégicamente inconveniente
presentarse como moderados, porque serían penalizados por un electorado que
demanda respuestas fuertes, ante la provocación y agresividad de "el
otro".
Esto es posible ejemplificarlo en Venezuela y Argentina. Para Chávez, hay un
complot liderado por Estados Unidos que intenta desestabilizar a la revolución
bolivariana. ¿Cómo un actor político moderado debiese posicionarse y responder a
ello? Difícilmente pueda hacerlo desde el centro ante tan temeraria acusación. O
se está con Chávez y se defiende su revolución, o se sostiene que dicha posición
es falaz y, en consecuencia, se está con Estados Unidos y el imperialismo. Aquel
actor político que intente articular un discurso presentándose como alejado de
ambas posturas, será acusado por ambos bandos como blando o endeble. Su
influencia será así irrelevante.
En Argentina, el presidente Kirchner ataca sistemáticamente al FMI y a las
políticas de la década del '90 (que él apoyó en su momento) como causa
principal de la pobreza y corrupción que asolan el país. Nuevamente, ante tal
posición, es difícil tener influencia política si se la contesta desde el
centro, es decir, sosteniendo que los principales responsables de la debacle
están dentro y no fuera de Argentina y que a Menem lo votaron la mitad de los
argentinos dos veces (incluido el presidente y su señora esposa). El mismo
discurso del poder obliga a los actores políticos relevantes a estar con él o
contra él. Así, el centro se debilita y sus referentes pierden relevancia.
En cambio, en Chile la crisis del centro (y de la DC) responde a que no hay
una demanda específica de moderación porque la estabilidad es anterior y nadie
la percibe amenazada. Por ende, las expresiones de centro deben buscar nuevas
formas de diferenciar su propuesta, incorporando a su tradicional moderación
otras características que sean apreciadas por la sociedad como distintivas.
En el caso particular de la DC, parece primero necesario un recambio en la
cúpula a partir de la decepcionante estrategia pensada por su presidente, Adolfo
Zaldivar. En segundo lugar, la DC debe presentarse ante la sociedad como lo que
ha sido: el partido principal de la coalición gobernante mas exitosa de la
historia de Chile. A ello deberá sumarle una propuesta específica para conciliar
crecimiento y distribución. Aquí si será importante marcar su papel como factor
centrípeto de una Concertación que logró un crecimiento estable junto a un
descenso notable en los índices de pobreza. Si lo que distingue a los tres
periodos de la Concertación ha sido un sistemático crecimiento junto a la
evolución positiva de los índices de pobreza y la evolución negativa de los
índices de desigualdad, la futura estrategia de la DC consiste, primero,
en exhibir el crucial rol jugado por el centro político para el logro de las dos
primeras características. Paso seguido, el centro podría empezar a articular una
propuesta especifica para combatir la desigualdad, presentándose como garante de
la vigencia de las dos primeras condiciones. Es claro que esta nueva estrategia
política de la DC podría ser exitosa tanto dentro como fuera de la
Concertación.
Como marcamos, la crisis del centro político responde a razones
diametralmente opuestas en Chile, Venezuela y Argentina. La vigencia de la DC en
Chile no reside en una renovación que reniegue de lo que ha sido hasta ahora.
Por el contrario, su permanencia como actor relevante dependerá de la habilidad
para ofrecer nuevas propuestas específicas que complementen y revaloren el
crucial rol moderador que ha jugado y juega en la exitosa experiencia
chilena.
Pedro Isern es Director del Área Economía y Estado de Derecho de CADAL
www.cadal.org
Pedro IsernMaster en Filosofia Politica (London School of Economics and Political Science), Master en Economia y Ciencia Política (Escuela Superior de Economia y Administraciin de Empresas) y Licenciado en Ciencia Politica (Universidad de San Andres).
La primera vuelta electoral en Chile no tuvo grandes ganadores pero si un perdedor relevante: la Democracia Cristiana (DC). El partido que mejor ha representado al centro desde el regreso de la democracia en 1990, ha visto dramáticamente debilitada su representación parlamentaria, en detrimento de sus socios en la Concertación. El Partido Socialista (PS) y el Partido por la Democracia (PPD) han sido los beneficiados por la debacle parlamentaria de la DC. Esto ha llevado a que importantes referentes de la disidencia partidaria (cuyo líder es la ex Canciller y electa senadora Soledad Alvear) insinuaran que algunos estrategas del ala izquierda de la Concertación aspiren a relegar a la DC a un lugar de insignificancia en la vida política del país.
Los resultados de la DC y de la Concertación desde 1989 son los siguientes:
Tabla 1 |
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Evolución del voto de la DC y de la Concertación (Chile, 1989-2005) |
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1989 |
1993 |
1997 |
2001 |
2005 |
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Senadores DC |
32,18% |
22,35% |
29,22% |
22,84% |
19,45% |
Senadores Concertación |
55,79% |
57,61% |
49,88% |
51,32% |
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Diputados DC |
25,65% |
27,12% |
22,98% |
19,47% |
20,78% |
Diputados Concertación |
52,13% |
55,40% |
50,51% |
48,36% |
51,77% |
Fuente: www.elecciones.gov.cl |
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Nota: Los porcentajes de la Concertación incluyen a los de la DC |
A su vez, la tabla 2 nos muestra una elocuente comparación entre las elecciones de 2001 y 2005: mientras la Concertación permanece con 20 senadores y la DC cae dramáticamente de 12 a 6, en diputados la DC cae de 24 a 21 y la Concertación aumenta de 63 a 65. Esto significa que el buen desempeño de la coalición gobernante es a costa de su partido de centro.
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Comparacion Diputados y Senadores de la DC y Concertación (2001-2005) | ||
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2001 |
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Senadores DC |
12 |
6 |
Senadores Concertación |
20 |
20 |
Diputados DC |
24 |
21 |
Diputados Concertación |
63 |
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Fuente: www.elecciones.gov.cl |
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Nota: La cantidad de parlamentarios de la Concertacion incluyen a los de la DC |
Sin embargo, la cuestión de fondo no es la búsqueda de hegemonía al interior de la Concertación sino el papel y crisis del "centro político" en países como Chile, Venezuela y Argentina. El punto principal de este artículo es que estas crisis del centro reflejan dos realidades diametralmente opuestas: mientras que en Chile responde a la existencia de una experiencia exitosa en los últimos quince años, en los otros tres países la debilidad del centro refleja sucesivos recientes fracasos, que se expresan en sociedades que sufren distintas formas de polarización.
El papel del centro es moderar las diferencias. En Chile el centro ha cumplido su labor y ahora necesita reformularse. En Venezuela, Bolivia o Argentina las diferencias son lo suficientemente importantes como para que los actores políticos relevantes encuentren estratégicamente inconveniente presentarse como moderados, porque serían penalizados por un electorado que demanda respuestas fuertes, ante la provocación y agresividad de "el otro".
Esto es posible ejemplificarlo en Venezuela y Argentina. Para Chávez, hay un complot liderado por Estados Unidos que intenta desestabilizar a la revolución bolivariana. ¿Cómo un actor político moderado debiese posicionarse y responder a ello? Difícilmente pueda hacerlo desde el centro ante tan temeraria acusación. O se está con Chávez y se defiende su revolución, o se sostiene que dicha posición es falaz y, en consecuencia, se está con Estados Unidos y el imperialismo. Aquel actor político que intente articular un discurso presentándose como alejado de ambas posturas, será acusado por ambos bandos como blando o endeble. Su influencia será así irrelevante.
En Argentina, el presidente Kirchner ataca sistemáticamente al FMI y a las políticas de la década del '90 (que él apoyó en su momento) como causa principal de la pobreza y corrupción que asolan el país. Nuevamente, ante tal posición, es difícil tener influencia política si se la contesta desde el centro, es decir, sosteniendo que los principales responsables de la debacle están dentro y no fuera de Argentina y que a Menem lo votaron la mitad de los argentinos dos veces (incluido el presidente y su señora esposa). El mismo discurso del poder obliga a los actores políticos relevantes a estar con él o contra él. Así, el centro se debilita y sus referentes pierden relevancia.
En cambio, en Chile la crisis del centro (y de la DC) responde a que no hay una demanda específica de moderación porque la estabilidad es anterior y nadie la percibe amenazada. Por ende, las expresiones de centro deben buscar nuevas formas de diferenciar su propuesta, incorporando a su tradicional moderación otras características que sean apreciadas por la sociedad como distintivas.
En el caso particular de la DC, parece primero necesario un recambio en la cúpula a partir de la decepcionante estrategia pensada por su presidente, Adolfo Zaldivar. En segundo lugar, la DC debe presentarse ante la sociedad como lo que ha sido: el partido principal de la coalición gobernante mas exitosa de la historia de Chile. A ello deberá sumarle una propuesta específica para conciliar crecimiento y distribución. Aquí si será importante marcar su papel como factor centrípeto de una Concertación que logró un crecimiento estable junto a un descenso notable en los índices de pobreza. Si lo que distingue a los tres periodos de la Concertación ha sido un sistemático crecimiento junto a la evolución positiva de los índices de pobreza y la evolución negativa de los índices de desigualdad, la futura estrategia de la DC consiste, primero, en exhibir el crucial rol jugado por el centro político para el logro de las dos primeras características. Paso seguido, el centro podría empezar a articular una propuesta especifica para combatir la desigualdad, presentándose como garante de la vigencia de las dos primeras condiciones. Es claro que esta nueva estrategia política de la DC podría ser exitosa tanto dentro como fuera de la Concertación.
Como marcamos, la crisis del centro político responde a razones diametralmente opuestas en Chile, Venezuela y Argentina. La vigencia de la DC en Chile no reside en una renovación que reniegue de lo que ha sido hasta ahora. Por el contrario, su permanencia como actor relevante dependerá de la habilidad para ofrecer nuevas propuestas específicas que complementen y revaloren el crucial rol moderador que ha jugado y juega en la exitosa experiencia chilena.
Pedro Isern es Director del Área Economía y Estado de Derecho de CADAL www.cadal.org
