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21-04-2003

LA GUERRA EN IRAK Y SU IMPACTO EN EL LIBRE COMERCIO: EL ACUERDO CHILE ESTADOS UNIDOS

Cuando hay guerra, uno de los mas perjudicados en el corto y mediano plazo es el libre comercio. Es que la guerra, como la expresión mas antigua y básica de un juego de suma cero, es la oposición por antonomasia, institucional y económicamente, a ese juego de suma positiva que es el libre comercio.
Por Pedro Isern

Cuando hay guerra, uno de los mas perjudicados en el corto y mediano plazo es el libre comercio. Es que la guerra, como la expresión mas antigua y básica de un juego de suma cero, es la oposición por antonomasia, institucional y económicamente, a ese juego de suma positiva que es el libre comercio.
Ciertamente, la guerra en Irak no es la excepción y las perspectivas del libre comercio en las América’s han sufrido un importante revés. La magnitud de este revés dependerá de las acciones que los actores institucionales, tanto en Estados Unidos como en América Latina, estén dispuestos a asumir, con los costos políticos correspondientes, para encarrilar este dificultoso proceso de integración económica.
Cuando hablamos de actores institucionales nos referimos específicamente a la reacción de las distintas burocracias estatales y de la opinión pública. Como sabemos, en ambos casos contrasta nítidamente la posición del gobierno de los Estados Unidos y la de los gobiernos de América Latina, con respecto a la percepción de los motivos y justificaciones de la guerra. De la misma manera, la posición de una y otra opinión publica, aunque en este caso la mayor diversidad que tiene toda sociedad civil comparada con su respectivo aparato estatal hace que las diferencias sean matizadas, ya que hay un sector (mínimo) de la opinión pública latinoamericana que apoya las razones de la administración Bush, mientras que hay un sector (no tan mínimo) de la opinión pública de norteamericana que las rechaza.
Este último punto nos da la clave para desarrollar la principal hipótesis de este artículo: al hacer hincapié en el caso chileno, parece claro que quienes tienen un rol central para jugar, en el intento de impedir que el Congreso de Estados Unidos postergue nuevamente o suspenda la aprobación del acuerdo de libre de comercio con ese país, son los actores no estatales influyentes de una y otra sociedad civil, particularmente en Norteamérica. Esto es a partir de la dura percepción que caracteriza a la administración del Sr. Bush, ya que “aquellos que no están con él están contra él”, y siendo la posición del gobierno chileno en el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas una posición intermedia, con todo lo que ello implica para la administración Bush.
Al respecto, es importante destacar lo sostenido por Ricardo Lagos, presidente de Chile, en su discurso del 17 de marzo último, horas antes de comenzar la guerra, para ver lo innecesariamente maniqueo y consecuentemente falaz del “con nosotros o contra nosotros”. Allí Lagos pidió un plazo de 3 semanas para las inspecciones y estipuló condiciones claras para su cumplimiento. Si esas condiciones requeridas no eran cumplidas por el gobierno de Irak, sostuvo Lagos, luego el Concejo de Seguridad debía legitimar la opción militar. Claramente, esta posición se diferenciaba diametralmente de la francesa y estaba cerca de la de los Estados Unidos. Solo la separaban 3 semanas. Pero en la lógica maniquea de Bush, Lagos estuvo en contra de los Estados Unidos.
Ciertamente, la guerra es maniquea por definición y obliga a determinaciones que impiden la búsqueda de acuerdos y matices. En este sentido, los matices habría que buscarlos en los sectores de una y otra sociedad civil que sean capaces de transmitirles a los burócratas y legisladores en Washington que postergar o, mas aún, cancelar la aprobación del acuerdo de libre comercio con Chile, solamente va a hacer mas por alejar a América latina de los Estados Unidos. Particularmente, podemos nombrar a la Fundación Heritage y al American Enterprise Institute (AEI), quienes han hecho bastante para empujar a los Estados Unidos a una guerra polémica. Ahora podrían hacer mucho para empujar a varios legisladores, decepcionados con Chile, a aprobar el acuerdo.
En el último mes se ha repetido con insistencia que cuando hay guerra la primera derrotada es la verdad. Creemos, en cambio, que el primer derrotado es el libre comercio. Las sociedades civiles en Chile y, particularmente, en Norteamérica pueden y deben hacer mucho para mitigar esa consecuencia de la guerra. El comercio, decía Adam Smith, hace que la gente no solo intercambie bienes y servicios sino que además se enriquezca debido al conocimiento del otro y sus costumbres. El comercio hace a la gente mas amigable.
Tal vez intentar influir para que se apruebe el acuerdo de libre comercio con Chile y trabajar duramente por el ALCA haría que importantes sectores de la genial sociedad civil Norteamericana moderen una innecesaria y grandilocuente actitud guerrera. El deterioro de la relación Estados Unidos-América Latina, puede empezar a subsanarse a través de un simple y pacífico instrumento: el comercio. Algunos grupos influyentes en Washington tienen y pueden hacer mucho al respecto. Instituciones como Heritage y el AEI han jugado un papel importante para persuadir a la administración Bush de la necesidad de llevar a cabo una guerra en Irak. Ahora tienen un papel más importante para jugar: persuadir a esa administración y a sus legisladores que el libre comercio es una de las mejores herramientas para vivir en paz.

Pedro Isern es Vicepresidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina www.cadal.org

 

Pedro Isern
Pedro Isern
Master en Filosofia Politica (London School of Economics and Political Science), Master en Economia y Ciencia Política (Escuela Superior de Economia y Administraciin de Empresas) y Licenciado en Ciencia Politica (Universidad de San Andres).
 
 
 

 
 
 
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