Artículos

Evo Morales, entre la reforma y la revolución
Por Rogelio Núñez
Fuente: Infolatam
http://www.infolatam.com/analisis.php?id=1223
Cuando lo que se impulsa desde un gobierno es un "revolución" y no una reforma lo lógico es que aparezcan desde diversos ámbitos sociales y políticos reacciones adversas. Lo que ocurre en Bolivia de la mano de Evo Morales es una "revolución", como el propio presidente boliviano se ha encargado de afirmar en repetidas ocasiones (por ejemplo, con su "revolución agraria"). El problema de las revoluciones es que en ellas el pacto y la transacción no tienen cabida. Las revoluciones son en esencia maximalistas y fundamentalistas, las haga quien las haga, la derecha o la izquierda.
Si algo bueno tuvo la transición a la democracia en España fue el consenso que la presidió. Y pudo haber consenso porque lo ocurrido en aquel trienio irrepetible (1976-79) fue una reforma y no una revolución (o ruptura, como se decía entonces). No seguir ese ejemplo, desconocido para Evo Morales, va a conducir a Bolivia hacia un enfrentamientos inevitable a medio plazo. Ayer fue con el departamento de Santa Cruz, hoy con la Iglesia, y mañana con los integrantes de su propio partido contrarios a las medidas impulsadas por Evo Morales.
Bolivia necesita cambios. Y lo necesita con urgencia. Pero esos cambios sólo podrán perdurar en el tiempo si nacen fruto del acuerdo entre amplios sectores de las sociedad. Sólo si en la nueva Bolivia se sienten representados los católicos, los empresarios cruceños y los indígenas esos cambios perdurarán. En caso contrario, la boliviana seguirá siendo una sociedad partida en la que una parte (en esta ocasión los indígenas) se habrá impuesto a la otra media.
Evo tiene en sus manos una oportunidad histórica pues cuenta con el 50% del apoyo electoral, un apoyo además muy extendido a lo largo de todo el país. Si quiere mantenerlo y que su labor no perezca con un nuevo bandazo político, típico de la historia latinoamericana y boliviana, por supuesto, sólo tiene un camino: impulsar las transformaciones que la sociedad reclama pero desde la inclusión, no desde la imposisión y los hechos consumados.
Evo Morales es el presidente de todos los bolivianos, no sólo de los que en la actual coyuntura le votan, aunque sea la mitad de la población. Se gobierna para todos, no sólo para los que han estado hispotéticamente, y falsamente, "500 años explotados".
Fuente: Infolatam, Madrid, 17 de julio de 2006
Rogelio NúñezRogelio Núñez es Periodista, Doctor en Historia de América Latina Contemporánea y Profesor en la Facultad de Comunicación Universidad de los Andes (Chile).
Fuente: Infolatam
http://www.infolatam.com/analisis.php?id=1223
Cuando lo que se impulsa desde un gobierno es un "revolución" y no una reforma lo lógico es que aparezcan desde diversos ámbitos sociales y políticos reacciones adversas. Lo que ocurre en Bolivia de la mano de Evo Morales es una "revolución", como el propio presidente boliviano se ha encargado de afirmar en repetidas ocasiones (por ejemplo, con su "revolución agraria"). El problema de las revoluciones es que en ellas el pacto y la transacción no tienen cabida. Las revoluciones son en esencia maximalistas y fundamentalistas, las haga quien las haga, la derecha o la izquierda.
Si algo bueno tuvo la transición a la democracia en España fue el consenso que la presidió. Y pudo haber consenso porque lo ocurrido en aquel trienio irrepetible (1976-79) fue una reforma y no una revolución (o ruptura, como se decía entonces). No seguir ese ejemplo, desconocido para Evo Morales, va a conducir a Bolivia hacia un enfrentamientos inevitable a medio plazo. Ayer fue con el departamento de Santa Cruz, hoy con la Iglesia, y mañana con los integrantes de su propio partido contrarios a las medidas impulsadas por Evo Morales.
Bolivia necesita cambios. Y lo necesita con urgencia. Pero esos cambios sólo podrán perdurar en el tiempo si nacen fruto del acuerdo entre amplios sectores de las sociedad. Sólo si en la nueva Bolivia se sienten representados los católicos, los empresarios cruceños y los indígenas esos cambios perdurarán. En caso contrario, la boliviana seguirá siendo una sociedad partida en la que una parte (en esta ocasión los indígenas) se habrá impuesto a la otra media.
Evo tiene en sus manos una oportunidad histórica pues cuenta con el 50% del apoyo electoral, un apoyo además muy extendido a lo largo de todo el país. Si quiere mantenerlo y que su labor no perezca con un nuevo bandazo político, típico de la historia latinoamericana y boliviana, por supuesto, sólo tiene un camino: impulsar las transformaciones que la sociedad reclama pero desde la inclusión, no desde la imposisión y los hechos consumados.
Evo Morales es el presidente de todos los bolivianos, no sólo de los que en la actual coyuntura le votan, aunque sea la mitad de la población. Se gobierna para todos, no sólo para los que han estado hispotéticamente, y falsamente, "500 años explotados".
Fuente: Infolatam, Madrid, 17 de julio de 2006
