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Monitoreo de la gobernabilidad democrática

28-12-2021

La incógnita de Boric

Boric ha ido evolucionando, sin abandonar sus posiciones de izquierda. Ya en su época como dirigente estudiantil mostró disposición al diálogo, arriesgando costos políticos. La profundidad y dirección de la evolución política de Boric es la pregunta del millón de dólares (literalmente, para muchos inversionistas). Sus primeras señales tras ganar la elección han sido de moderación y respeto por la institucionalidad. El gran peligro puede estar en su coalición y en cómo reaccionará ante las dificultades que enfrentará su gobierno.
Por Raúl Ferro
EFE/Elvis González

La imagen del hoy presidente electo de Chile despidiéndose de Brownie, el perro de la familia, antes de salir a votar en su natal Punta Arenas el pasado domingo 19 de diciembre para después embarcar en el vuelo de línea hacia Santiago, es una marca potente de su personalidad. No es el primer perro con protagonismo electoral. Basta recordar a Dylan, el hermoso collie del presidente argentino Alberto Fernández. Pero hay grandes contrastes. Las imágenes de Fernández con Dylan nos mostraban a un presidente electo paseando con un simpático pero elegante perro en Puerto Madero, mientras que las de Boric muestran a un encantador perro mestizo, adoptado hace seis años con un problema físico en una pata, en una entrañable despedida en el patio de un hogar de clase media a orillas del Estrecho de Magallanes.

La imagen no es baladí. Por un lado, nos habla de la civilidad de la política chilena pese a la riesgosa polarización de sus dirigentes en los últimos años. Nos habla también de un político en plena sintonía con las nuevas generaciones. Y también nos muestra el profundo cambio en las estructuras políticas de Chile: un joven líder surgido de las protestas estudiantiles del 2011, hijo de un hogar de clase media acomodada, de regiones, que viene a desalojar a una generación entera de políticos. Los millennials y la generación Z están acá.

Boric es un izquierdista de tomo y lomo, aunque no es un marxista. Pertenece a la generación de izquierda surgida en un mundo en que el muro de Berlín es una anécdota histórica y en la que las marcas mas potentes vienen del colapso de la tercera vía y de los excesos de liberalismo económico que estallaron con la crisis financiera global del 2009, abrazando la causa de los derechos sociales, el ecologismo y un fuerte desprecio por el lucro como motor de la actividad humana. Muchos de ellos han bebido de la fuente de las ideas de intelectuales como Ernesto Laclau o Slavoj Žižek.

De su programa, que fue suavizando entre la primera y la segunda vuelta, están una profunda reforma al sistema de pensiones, eliminando a las AFP, y de salud, además de más impuestos. Pero tendrá que negociar con un Congreso equilibrado para pasar sus reformas, mientras mira de reojo la redacción de una nueva Constitución que, en principio, se presume va a estar fuertemente cargada a la izquierda.

Boric ha ido evolucionando, sin abandonar sus posiciones de izquierda. Ya en su época como dirigente estudiantil mostró disposición al diálogo, arriesgando costos políticos. Lo hizo el 15 de noviembre de 2019 cuando, criticado y vilipendiado por buena parte del mundo político en el que se formó, tomó la decisión de apoyar el acuerdo por la paz para facilitar una salida institucional a las protestas sociales de octubre. Esto le han valido insultos en las redes sociales, escupitajos y agresiones físicas en la calle y el sambenito de ser un “amarillo”.

La profundidad y dirección de la evolución política de Boric es la pregunta del millón de dólares (literalmente, para muchos inversionistas). Sus primeras señales tras ganar la elección han sido de moderación y respeto por la institucionalidad. Pese al público y casi visceral rechazo que ha mostrado por el presidente Sebastián Piñera, aceptó cortésmente sus felicitaciones la noche del triunfo, así como la invitación a una reunión en el Palacio de la Moneda al día siguiente. Ha reconocido que las metas de su programa tendrán que ir alcanzándose paso a paso y que es importante mantener los equilibrios fiscales y económicos.

Estos gestos han tranquilizado levemente a los mercados, cuyos agentes esperan con ansiedad alguna señal sobre quién será el ministro de Hacienda de su gabinete.

¿Qué esperar de Boric? El presidente electo parece estar leyendo bien el resultado de la elección. Ganó por amplia mayoría, pero, al igual que en el plebiscito que, en octubre de 1988, puso fin a la dictadura, un 44% de los electores votó por su contrincante de derecha. Más que por motivos ideológicos, buena parte de este 44% apoyó a Kast porque quiere cambios, pero también quiere certezas. No quiere arriesgar lo que tan difícilmente han ganado en las últimas tres décadas.

Alcanzar ese equilibrio es el gran desafío de Boric. Por lo mostrado hasta ahora, se puede esperar que tratará de hacerlo de forma paulatina y con cuidado. Ha demostrado disposición a asumir riesgos políticos. Pero el gran peligro puede estar en su coalición y en cómo reaccionará ante las dificultades que enfrentará su gobierno y ante la frustración de la población al no percibir avances reales respecto a sus demandas.

Raúl Ferro
Raúl Ferro
Consejero Consultivo
Analista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.
 
 
 

 
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