Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

Libros

14-11-2006

Las Damas de Blanco

Presentación

Entre los distintos recordatorios que se realizaron recientemente en Argentina, al cumplirse los treinta años del inicio de la sanguinaria dictadura militar, aparecieron algunos comentarios periodísticos que señalaban la soledad de las Madres de Plaza de Mayo en sus rondas semanales reclamando por sus seres queridos durante esos años de plomo. Y casi veinticinco años más tarde, otras mujeres, bajo otra dictadura, la más prolongada de América Latina, reclaman en Cuba por la libertad de sus esposos, padres, hermanos, sobrinos o hijos. Y estas heroicas mujeres cubanas, al igual que lo hicieron antes esas valientes mujeres argentinas, están ganándole la calle a la dictadura.

El periodista y poeta cubano Manuel Vázquez Portal, encarcelado en la ola represiva de marzo de 2003 y liberado en el año 2005 con licencia extra-penal, realizó un relato muy emotivo sobre "Las Damas de Blanco" en un artículo titulado "Explosión de lirios", en el cual señalaba: "Se las vio llegar a la iglesia: una, dos, muchas. Al final de la misa, cuando Dios había puesto calma en sus corazones atribulados, desfilaron por la avenida. Iban. Era La Habana. Domingo. Abril de 2003. Era la primavera, ennegrecida por la mano cruel del gobierno, reverdeciendo en los pasos germinales de unas mujeres recién iniciadas en la lucha. Luego se las conocería como Las Damas de Blanco. Pero en un principio los vecinos del barrio elegante, los transeúntes del boulevard florido, los automovilistas de coches refrigerados, cansados de tanta manifestación organizada por el gobierno, no les dedicaban siquiera una ojeada. Ellas perseveraron, ya bajo la intimidadora mirada de la policía política cubana. ¿Quiénes eran estas mujeres vestidas de blanco, muchas con sus pequeños hijos de las manos, que cada domingo iban a la iglesia de Santa Rita ubicada en la Quinta Avenida de Miramar? Empezaron a preguntarse los vecinos del barrio elegante, los transeúntes del boulevard florido, los automovilistas de coches refrigerados. 'Somos las esposas, las madres, las hermanas de 75 seres honestos, decorosos, valientes que el gobierno cubano ha encarcelado por el único delito de amar la libertad'. 'Están locas', dijeron: tanto es el miedo sembrado durante casi medio siglo en la mente del pueblo…Y creció la admiración. Y creció el respeto. Y creció la solidaridad. Los vecinos del barrio elegante se asomaron al balcón. Los transeúntes del boulevard florido detuvieron el paso. Los automovilistas de coches refrigerados aminoraron la velocidad. Y las saludaron. Y les regalaron frases elogiosas. Y las alentaron… Sus plegarias, sus caminatas -en el nacimiento apenas si un rumor- se tornaron cotilleo, algazara, noticia. Y llegaron periodistas de las cuatro esquinas de la tierra. Y se supo en Londres y en París, en New York y Bruselas, en Roma y en Toronto, que un grupo de mujeres, desafiando la represión castrista -y castrense- desfilaban cada domingo, vestidas de blanco, por la misma ruta que usa el Máximo en sus viajes desde su mansión hasta sus oficinas. Pero sobre todo se supo en La Habana, en Mantua y Sibanucú, en Ranchuelo y Morón. La gente comenzó por comentarlo, luego elogiarlo, más tarde apoyarlo, aunque sólo fuera con sus simpatías. Las fuerzas represivas se atolondraron. No sabían qué hacer frente a tanta pureza. Se cruzaron memorándums urgentes. Se dieron órdenes emergentes. Y cuentan que un día hasta el mismísimo Máximo, fuertemente escoltado -como siempre- salió para ver pasar aquella explosión de lirios.

Se organizó la contraofensiva por parte del gobierno. Colocaron en la esquina de la iglesia un numeroso operativo, sin ningún enmascaramiento, con la aviesa intención de amedrentar. La policía política visitó y amenazó a las mujeres. Interfirieron las llamadas telefónicas de los presos con sus familiares. Intentaron sobornarlas con falsas promesas de mejorías para sus prisioneros. Intrigaron con unas y con otras para dividirlas. Regalaron limosnas de visitas extras y dádivas de cumpleaños. Echaron a rodar toda suerte de difamaciones injuriosas contra las más sobresalientes. Trataron de intimidar al párroco de la iglesia. Nada consiguieron. Las Damas de Blanco, altivas, dignas, amorosas, siguieron marchando cada domingo. No tenían jefes ni propósitos políticos. Defendían sólo el derecho de que no se les cercenara las familias con el encarcelamiento injusto de sus hombres… Su resplandor se debe a su tesón. De ellas es el mérito. Han sido las protagonistas de homenajes y protestas por sus presos. Ellas, el 19 de marzo de 2004 -cuando se cumplía el primer aniversario del encarcelamiento de los 75- marcharon hasta las calles 15 y K, en el Vedado, y allí clamaron ¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD! Frente a los jefes nacionales de cárceles y prisiones. Luego, sin desfallecer, con los pies adoloridos y sus niños casi a rastras, llegaron hasta el lejano municipio Playa y entregaron a las autoridades de la Asamblea Nacional. Ellas, el día de los padres, llevaron 75 gladiolos a los jardines de la iglesia que las aguarda cada domingo. Ellas se reúnen cada mes en un Té Literario y leen cartas que llegan desde las cárceles, y poemas que les dedican y que ellas escriben, e intercambian libros que luego trasladan a las sórdidas celdas donde sufren sus presos. Ellas han enviado misivas a funcionarios de la nación, a artistas y escritores prominentes del mundo, a funcionarios de organizaciones internacionales y de gobiernos extranjeros. Ellas, para lograr atención médica para sus prisioneros, se han visto obligadas a permanecer, pernoctar y ser desalojadas por fuerzas de la policía política en áreas de la Plaza Cívica -conocida como 'plaza de la revolución'-. Ellas han portado, con modestia y serenidad, prendidos de sus blusas, sellos con las fotos de sus familiares presos, y cuando alguien -en el ómnibus repleto, sofocante; en la larga, angustiosa fila del mercado, en las polvorientas, bachosas calles- pregunta, ellas responden con orgullo: -Soy la esposa de Héctor Maseda, ingeniero, masón, periodista independiente, presidente del ilegal Partido Liberal… -Soy la esposa de Angel Moya, negro, pobre, defensor de los derechos humanos…

-Soy la esposa de Alfredo Felipe Fuentes, economista, miembro del Consejo Nacional del Proyecto Varela…

-Soy la esposa de Adolfo Fernández Saínz, traductor simultáneo de inglés-español, periodista independiente…

Responden, explican, rompen el silencio que la maquinaria propagandística y las fuerzas represivas cubanas quieren volcar sobre el crimen de haber encarcelado a 75 opositores políticos y periodistas independientes…

Ellas son Las Damas de Blanco. No aparecen en la televisión cubana. No se cuenta de ellas en los periódicos cubanos. No se las escucha por la radio cubana. Sin embargo, son una presencia inocultable en la ciudad. Andan en la bodega. En los apagones. Bajo la lluvia sin paraguas. En el sol del mediodía. Por eso se han tornado cercanas, conocidas, familiares. Ya el pueblo dice: Ahí van Las Damas de Blanco.

Ellas han vuelto verdad incuestionable aquellas palabras que José Martí, desde su inmortalidad, escribiera, tal vez vislumbrándolas: 'Las campañas de los pueblos sólo son débiles cuando en ellas no se alista el corazón de mujer; pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer tímida y quieta en su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible'. E invencibles son las Damas de Blanco. El Máximo lo sabe."

Este libro sobre "Las Damas de Blanco" presenta las historias de vida de un número representativo de estas mujeres cubanas, familiares de presos de conciencia, cuyas historias merecen ser conocidas y sus reclamos apoyados. Por razones obvias, las entrevistas tuvieron que realizarse telefónicamente y no en la isla, pues como es su costumbre la dictadura cubana no le hubiera otorgado la visa a la autora para realizar su trabajo periodístico en Cuba.

Las mujeres de los presos de conciencia cubanos reciben importantes muestras de solidaridad desde el exterior. Actualmente, entidades de distintas partes del mundo, parlamentarios y jóvenes universitarios, realizan campañas humanitarias para apoyar de diversas formas, incluyendo la ayuda económica, a los familiares de los presos políticos cubanos. Esa es la única forma de subsistencia de aquellos que tienen un ser querido encarcelado en Cuba por motivos políticos, pues como se puede leer en los testimonios de este libro las represalias no se limitan a los opositores encarcelados, sino también al despido de sus familiares de los trabajos por parte de una dictadura totalitaria que detenta el monopolio de la oferta laboral. Por eso mismo, agrupaciones humanitarias del exilio, como los "Plantados hasta la Libertad y la Democracia en Cuba", un grupo de trabajo conformado por prisioneros políticos que cumplieron largas condenas en las cárceles de Cuba durante las décadas de los 60 y 70, han sido los depositarios de la administración de la campaña "Voces por la libertad", un esfuerzo de organizaciones exiliadas y empresarios cubanos que ha logrado patrocinio para los presos políticos cubanos y sus familiares.

Al recordar al inicio de esta presentación que las Madres de Plaza de Mayo en la Argentina encontraban la indiferencia de la mayoría de sus compatriotas frente a la represión de una dictadura autoritaria, y teniendo en cuenta la dificultad de vencer al miedo en un régimen totalitario como el de Cuba, resulta entonces invalorable la solidaridad de los demócratas de todo el mundo con "Las Damas de Blanco".

Desde el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina y la Fundación Konrad Adenauer esperamos contribuir con la segunda edición de este libro, a un mayor compromiso regional con los demócratas cubanos, sumando cada vez más reclamos que exijan la libertad de quienes sufren condenas bajo la dictadura de Fidel Castro, acusados de delitos que en cualquier país libre son derechos fundamentales. Ese es un deber de todos los honestos defensores de los derechos humanos, pero muy especialmente de aquellos que sufrieron en sus países terribles dictaduras y que encontraron en la solidaridad internacional un apoyo invalorable frente la represión.

Gabriel C. Salvia Director General (CADAL)
Christoph Korneli Representante de la Fundación Konrad Adenauer en la Argentina

 
 
 

 
 
 
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