Derechos Humanos y
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15-03-2009

El ''acostumbramiento'' de Insulza

La Secretaría General de la OEA fue concebida para ser ocupada por individuos con personalidad y con decisión para defender los principios de la libertad y de la democracia; no por personas que “se acostumbran” a los regímenes totalitarios.
Por Claudio Paolillo

Arthur Neville Chamberlain, el ex primer ministro británico (1937-1940), fue un pésimo político y, sobre todo, un pusilánime que contribuyó a abrir las puertas a la mayor tragedia mundial del siglo XX. Cuando en la “Conferencia de Münich” de 1938 decidió ceder ante las ambiciones expansionistas de Adolfo Hitler admitiendo que Alemania se anexionara los Sudetes, lo hizo en el marco de su política exterior conocida entonces como “de apaciguamiento”. Y lo hizo a sabiendas de que Hitler iría por más no bien se lo propusiera, porque así lo había anunciado a los cuatro vientos, incluso por escrito, el líder nazi. Así, al año siguiente de los acuerdos de Münich, Alemania invadió Checoeslovaquia. Chamberlain y su política “de apaciguamiento” fueron sacados a patadas del gobierno inglés y sustituidos por lo que precisaba Gran Bretaña y el mundo: valentía en el mando e intransigencia contra el totalitarismo. Eso fue lo que encarnó Winston Churchill.

Ahora mismo, en América, tenemos a “nuestro Chamberlain”. Se trata del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, que luego de algunos amagues de valor y principismo, resolvió aceptar cualquier cosa con tal de que los gobiernos no lo echen de su cargo.

Después de los abrazos con que saludó en diciembre a los dictadores cubanos en una “cumbre” de Brasil y luego de advertir que lo que llamó “bloqueo” de Estados Unidos hacia Cuba es “un resabio de la Guerra Fría”, olvidando convenientemente que el gran resabio es el régimen totalitario que pervive en la isla desde hace más de medio siglo, Insulza ofreció una nueva demostración de que ya asumió, inequívoca y completamente, el tristísimo papel de sobrevivir a toda costa (y a todo costo) como un desgraciado funcionario internacional cuya única función es “aguantar” lo que venga, aun si eso barre con su propia dignidad.

A comienzos de marzo, Insulza visitó Uruguay. Se entrevistó con todo el arco político y dio una entrevista al diario del gobierno, que le dedicó dos páginas. Allí, el secretario afirmó que tiene una “buena” relación con el dictador venezolano Hugo Chávez y se allanó a explicar el por qué de su ignominiosa posición. “El presidente Chávez —dijo el “Chamberlain criollo”— tiene una forma de trato con la gente que a veces no es la mejor. Él sale a la ofensiva, dice cosas terribles, como me dijo a mí hace dos años. Pero también lo ha hecho con varios jefes de Estado y a los varios meses reanuda excelentes relaciones con ellos. Creo que todos nos hemos acostumbrado un poco a eso y ahora las relaciones con Venezuela son realmente muy buenas”.

En enero de 2007, Chávez tildó en un acto público a Insulza como “pendejo” e “insulso”, luego de que éste pidiera que el gobierno de Venezuela reconsiderara su decisión de cerrar el canal de televisión RCTV. Chávez, por cierto, clausuró RCTV como había anunciado. E Insulza dio pie para creer que los calificativos que le había endilgado el militar venezolano le sientan muy bien, pues luego de haber sido insultado soezmente y con el canal RCTV ya cerrado, dobló sus rodillas y poco menos le pidió perdón a su agresor por haber osado hacerle una sugerencia que al mandamás caribeño no complacía.

La “explicación” ofrecida en Montevideo de que se ha “acostumbrado” a que lo arrastren por el piso habla muy mal de él como persona, pero ese es su problema. Todos los seres humanos pueden tomar la opción personal que deseen. Algunos deciden ser marionetas de los poderes de turno —sean cuales fueren— y otros deciden ser más o menos dignos. El problema aquí es que la opción personal de Insulza involucra a los gobiernos y a los pueblos de toda América. Y éstos, los pueblos, son los que finalmente sufragan el muy buen sueldo de Insulza a través de sus impuestos.

El “acostumbrado” secretario abandonó el cumplimiento de sus obligaciones principales en la OEA, abandonó la Carta Democrática de la OEA y, sobre todo, abandonó a sus mandantes: los ciudadanos de América. Sólo los gobernantes interesados en que les haga los favores que piden pueden estar a gusto pagándole el sueldo a quien ha resuelto echar a un cesto de basura todos los valores que alguna vez prometió defender.

Insulza es ya una vergüenza para América y merece la misma suerte que en 1940 corrió a Chamberlain del gobierno inglés. La Secretaría General de la OEA fue concebida para ser ocupada por individuos con personalidad y con decisión para defender los principios de la libertad y de la democracia; no por personas que “se acostumbran” a los regímenes totalitarios.

Claudio Paolillo es Director del semanario Búsqueda en Uruguay y vicepresidente regional de la SIP.

 

Claudio Paolillo
Claudio Paolillo
Claudio Paolillo es editor y director periodístico del Semanario Búsqueda (Uruguay) y Director Regional de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
 
 
 

 
 
 
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