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¿ESTÁ LA ECONOMÍA MEXICANA PREPARADA PARA DESPEGAR?
El presidente mexicano, Vicente Fox, insistió en que ''la única manera de eliminar la pobreza, es generar riqueza.'' Si Fox cumple con la promesa de lograr una tasa de crecimiento de un 7%, el panorama mexicano será totalmente distinto. Para que ello ocurra, es imprescindible que exista una mayor libertad económica.
Por Ian Vásquez
El nuevo Presidente de México, Vicente Fox, asumió la primera magistratura con un tremendo logro bajo el cinturón: haber terminado con un reinado monopólico de 71 años del partido que deja el poder. Afortunadamente, Fox sabe que la caída del "Muro de Berlín" mexicano por sí solo, no va a solucionar las necesidades de su país. El líder ha insistido en que "la única manera de eliminar la pobreza, es generar riqueza". Es decir, México necesita un alto nivel de crecimiento.
Si Fox logra la tasa de crecimiento de un 7% que ha prometido, será evidente el contraste con los años noventa. Esa década podrá haber visto reformas económicas transversales, pero el crecimiento per cápita no superó un magro 1.5%. Las altas tasas de pobreza se mantuvieron relativamente estables, a niveles cercanos al 38% de los hogares del país. El penoso desempeño se debe en gran parte a la desastrosa caída del peso en 1994-5 - de la que México todavía se está recuperando - que se debió a las irresponsables políticas monetarias y fiscales del partido que gobernaba en ese entonces.
El surgimiento de un sistema político más transparente, puede ayudar a reducir los abusos que crearon los porfiados índices de pobreza que hoy empañan al país. Y existe algo todavía más prometedor: el aparente reconocimiento de Fox que los índices de alto crecimiento autosustentables sólo pueden lograrse a través de una mayor libertad económica.
Existe un gran número de estudios que sustentan una visión de alto crecimiento para un México favorable a las reformas. El más evidente es el reporte de "Libertad Económica del Mundo" del Frasier Institute, que establece una fuerte relación entre riqueza y libertad económica. De 125 países, los 25 más libres tienen un ingreso per cápita de US$19.644 comparado con US$ 2.518 de los 25 países menos libres. Es posible ver también, que los países más libres crecen más rápido que los menos libres.
El impacto dramático de la libertad económica y el crecimiento no puede ser minimizado. De ello da cuenta el economista de Harvard, Robert Barro, que destaca que el ingreso per cápita en Estados Unidos creció a tasas promedio anuales de 1.75% desde 1870 a 1990, lo que transformó a los estadounidenses en los habitantes más ricos del planeta. Si este país hubiese crecido a tasas menores en sólo un punto durante el mismo período, el ingreso per cápita de Estados Unidos sería igual al de México. Por otra parte, si el índice de crecimiento hubiese sido un punto más alto, el ingreso promedio en EEUU sería de $60.841, es decir, tres veces el nivel actual.
La ventaja del subdesarrollo en nuestros tiempos es que las tasas de alto crecimiento permiten que países pobres como México obtengan en una generación el progreso que los países ricos lograron en cien años. Por ejemplo, un país que está creciendo al 7%, dobla su ingreso cada diez años.
El crecimiento que se basa en la libertad económica, en vez de en planificación central o en la redistribución, es especialmente benéfico para los pobres. Esa receta ha permitido que Chile lograra más en sus esfuerzos para reducir la pobreza que la mayoría de los demás países en vías de desarrollo. Según el Instituto Libertad y Desarrollo, con base en Santiago de Chile, desde 1987 a 1998, el crecer a un 7% permitió que Chile bajara sus índices de pobreza de un 45% al 22%. Un estudio reciente del Banco Mundial sobre 80 países durante cuatro décadas también afirma que el crecimiento es la manera más eficaz para reducir la pobreza.
La libertad económica está, a su vez, fuertemente ligada a otras mediciones del progreso. El estudio del Fraser Institute encontró que la gente que reside en aquellos países que clasifican dentro del 20% de mayor libertad económica tienden a vivir aproximadamente dos décadas más que los pertenecientes al 20% inferior de la medición. Una menor mortalidad infantil, mayores índices de alfabetismo, menor corrupción y un más amplio acceso al agua potable son también factores estrechamente relacionados con el aumento en la libertad económica. De hecho, el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, que mide diversos aspectos de los distintos estándares de vida, muestra una correlación positiva entre estos y una mayor libertad económica.
Debido a que esta puede ser la primera vez desde los setenta que un año eleccionario no produce una crisis de la divisa interna, Fox puede aprovechar la ventaja que le otorga una economía estable y en crecimiento para iniciar una serie de reformas que aceleren el proceso. Por ejemplo, el monopolio eléctrico estatal, que enfrenta un déficit de inversión anual de 5 mil millones de dólares, se ha transformado en un verdadero cuello de botella para el desarrollo. Para cumplir con su promesa de alto crecimiento, Fox debe, como mínimo, desregular ese sector. La industria petrolera, otro monopolio estatal, debe ser desregulada también.
Otras reformas mayores - que incluyen el establecimiento de derechos de propiedad para los pobres, la reducción de la economía informal y los costos de la mano de obra a través de la desregulación, el fortalecimiento de la soberanía de la ley, la reforma del sistema tributario, y la reducción del oneroso dilapido que produce el gasto público actual - incrementarían ampliamente la riqueza de México y mejorarían en forma dramática el nivel de vida de los pobres.
Si Fox puede lograr esas metas, el siglo XXI será realmente el "siglo de México", como él insiste en afirmar.
Ian Vásquez es Director del Proyecto Sobre Libertad Económica Global del Cato Institute y Editor de "Fortuna Global: La Caída y Retorno del Capitalismo Global". El Cato Institute es un centro de investigación de políticas públicas, no partidista, dedicado a ampliar el debate político de manera consistente con los principios liberales de libertad individual, gobierno limitado, mercados libres y paz.
Ian VásquezIan Vásquez es director del Proyecto sobre la Libertad Económica Global del Cato Institute y editor de Global Fortune: The Stumble and Rise of World Capitalism (2000).
El nuevo Presidente de México, Vicente Fox, asumió la primera magistratura con un tremendo logro bajo el cinturón: haber terminado con un reinado monopólico de 71 años del partido que deja el poder. Afortunadamente, Fox sabe que la caída del "Muro de Berlín" mexicano por sí solo, no va a solucionar las necesidades de su país. El líder ha insistido en que "la única manera de eliminar la pobreza, es generar riqueza". Es decir, México necesita un alto nivel de crecimiento.
Si Fox logra la tasa de crecimiento de un 7% que ha prometido, será evidente el contraste con los años noventa. Esa década podrá haber visto reformas económicas transversales, pero el crecimiento per cápita no superó un magro 1.5%. Las altas tasas de pobreza se mantuvieron relativamente estables, a niveles cercanos al 38% de los hogares del país. El penoso desempeño se debe en gran parte a la desastrosa caída del peso en 1994-5 - de la que México todavía se está recuperando - que se debió a las irresponsables políticas monetarias y fiscales del partido que gobernaba en ese entonces.
El surgimiento de un sistema político más transparente, puede ayudar a reducir los abusos que crearon los porfiados índices de pobreza que hoy empañan al país. Y existe algo todavía más prometedor: el aparente reconocimiento de Fox que los índices de alto crecimiento autosustentables sólo pueden lograrse a través de una mayor libertad económica.
Existe un gran número de estudios que sustentan una visión de alto crecimiento para un México favorable a las reformas. El más evidente es el reporte de "Libertad Económica del Mundo" del Frasier Institute, que establece una fuerte relación entre riqueza y libertad económica. De 125 países, los 25 más libres tienen un ingreso per cápita de US$19.644 comparado con US$ 2.518 de los 25 países menos libres. Es posible ver también, que los países más libres crecen más rápido que los menos libres.
El impacto dramático de la libertad económica y el crecimiento no puede ser minimizado. De ello da cuenta el economista de Harvard, Robert Barro, que destaca que el ingreso per cápita en Estados Unidos creció a tasas promedio anuales de 1.75% desde 1870 a 1990, lo que transformó a los estadounidenses en los habitantes más ricos del planeta. Si este país hubiese crecido a tasas menores en sólo un punto durante el mismo período, el ingreso per cápita de Estados Unidos sería igual al de México. Por otra parte, si el índice de crecimiento hubiese sido un punto más alto, el ingreso promedio en EEUU sería de $60.841, es decir, tres veces el nivel actual.
La ventaja del subdesarrollo en nuestros tiempos es que las tasas de alto crecimiento permiten que países pobres como México obtengan en una generación el progreso que los países ricos lograron en cien años. Por ejemplo, un país que está creciendo al 7%, dobla su ingreso cada diez años.
El crecimiento que se basa en la libertad económica, en vez de en planificación central o en la redistribución, es especialmente benéfico para los pobres. Esa receta ha permitido que Chile lograra más en sus esfuerzos para reducir la pobreza que la mayoría de los demás países en vías de desarrollo. Según el Instituto Libertad y Desarrollo, con base en Santiago de Chile, desde 1987 a 1998, el crecer a un 7% permitió que Chile bajara sus índices de pobreza de un 45% al 22%. Un estudio reciente del Banco Mundial sobre 80 países durante cuatro décadas también afirma que el crecimiento es la manera más eficaz para reducir la pobreza.
La libertad económica está, a su vez, fuertemente ligada a otras mediciones del progreso. El estudio del Fraser Institute encontró que la gente que reside en aquellos países que clasifican dentro del 20% de mayor libertad económica tienden a vivir aproximadamente dos décadas más que los pertenecientes al 20% inferior de la medición. Una menor mortalidad infantil, mayores índices de alfabetismo, menor corrupción y un más amplio acceso al agua potable son también factores estrechamente relacionados con el aumento en la libertad económica. De hecho, el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, que mide diversos aspectos de los distintos estándares de vida, muestra una correlación positiva entre estos y una mayor libertad económica.
Debido a que esta puede ser la primera vez desde los setenta que un año eleccionario no produce una crisis de la divisa interna, Fox puede aprovechar la ventaja que le otorga una economía estable y en crecimiento para iniciar una serie de reformas que aceleren el proceso. Por ejemplo, el monopolio eléctrico estatal, que enfrenta un déficit de inversión anual de 5 mil millones de dólares, se ha transformado en un verdadero cuello de botella para el desarrollo. Para cumplir con su promesa de alto crecimiento, Fox debe, como mínimo, desregular ese sector. La industria petrolera, otro monopolio estatal, debe ser desregulada también.
Otras reformas mayores - que incluyen el establecimiento de derechos de propiedad para los pobres, la reducción de la economía informal y los costos de la mano de obra a través de la desregulación, el fortalecimiento de la soberanía de la ley, la reforma del sistema tributario, y la reducción del oneroso dilapido que produce el gasto público actual - incrementarían ampliamente la riqueza de México y mejorarían en forma dramática el nivel de vida de los pobres.
Si Fox puede lograr esas metas, el siglo XXI será realmente el "siglo de México", como él insiste en afirmar.
Ian Vásquez es Director del Proyecto Sobre Libertad Económica Global del Cato Institute y Editor de "Fortuna Global: La Caída y Retorno del Capitalismo Global". El Cato Institute es un centro de investigación de políticas públicas, no partidista, dedicado a ampliar el debate político de manera consistente con los principios liberales de libertad individual, gobierno limitado, mercados libres y paz.
