Derechos Humanos y
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09-04-2013

Aproximación a la cultura mafiosa en televisión como referente identitario

El 28 de mayo de 2012, dentro de la franja de horario Triple A (21 horas), se estrenó en Colombia la serie televisiva, Escobar: El Patrón del Mal, registrando el rating histórico más alto para el estreno de una producción. Se destacó en los medios que registró un 26.9 de rating personas y 62.7 % de share, tal éxito en parte, por la gran campaña de expectativa que se hizo previa al estreno de la misma. Paralelo al éxito de la producción, se tuvo noticias de que salió al mercado en los sectores populares de Medellín, un álbum coleccionable con láminas adhesivas para seguir la historia y sus personajes.
Por Clara Riveros
 

"Hay tres formas de hacer las cosas: como usted cree, como ellos creen y como yo digo".

Definir a Colombia resulta complejo, muestra un acaecer histórico lleno de amalgamas, híbridos y mixturas en lo que respecta a elementos históricos, sociales, jurídicos, económicos, políticos y religiosos que la llevaron a una modernización industrial tardía, hay modernización sin modernidad, se concatenan aspectos premodernos, modernos y postmodernos. En su esencia, puede definirse a Colombia como un Estado que fragmentado desde sus orígenes, transitó a una expresión más acabada de Estado mafioso, definido por la permeabilidad de sus instituciones y la inserción de agentes mafiosos que transitan constantemente entre legalidad e ilegalidad.

Diferentes estudios señalan la ausencia de una identidad nacional, es decir, se habla de identidades articuladas al escenario regional desde manifestaciones históricas violentas, partidistas, religiosas y carismáticas, y en este sentido, debido a la imposibilidad de consolidar un imaginario nacional en torno a referentes auténticos de sentido, la cultura política en el país ha sido demarcada por vínculos autoritarios y rurales y no por una conciencia política definida y tendiente a posturas democráticas, tolerantes, pluralistas en un marco de legalidad, donde primen el imperio de la ley y el Estado de Derecho.

Tampoco cabe hablar de una ciudadanía sólida en estricto sentido, sino de una ciudadanía en construcción. No se rompió la concepción feudal y rural de las lealtades y el intercambio de favores, por tanto, no cabe pensarse a Colombia desde la concepción de ciudadanía moderna y madura, sino en una sociedad cercana al accionar y al sentir mafioso y autoritario, cortoplacista, y en constante búsqueda del atajo, una sociedad que se mueve por un componente afectivo más allá de la racionalidad. Se trata de una sociedad clientelista donde priman las alianzas coyunturales, el pago de favores y la venta de lealtades y voluntades, se trafica con todo aquello que tenga valor de cambio, tráfico incluso de ilusiones, en una sociedad ampliamente seducida por el dinero fácil que hará lo que sea para adquirirlo, una sociedad afectiva, servil, emocional y visceral que se vende al mejor postor, que percibe a las élites emergentes como ejemplo de pujanza y de superación y las establece como modelo a seguir desde la cotidianidad y el habitus.

Estos referentes que caracterizan a Colombia como nación, como Estado y como sociedad procuraron, connaturalizaron y permitieron el ascenso social, político y económico de un personaje como Pablo Escobar, asimismo, la condescendencia frente a su accionar mafioso y la legitimación de sus métodos. Tras su muerte, asistimos a la emergencia del mito, valga decir por demás, que con la desaparición de éste, el fenómeno como tal, es decir, el narcotráfico, no desapareció sino que terminó por mutar, transformarse, reinventarse, consolidarse y asentarse como práctica social.

Han sido muchos los que le siguieron y le seguirán a Escobar, pero éste, es sin duda el gran exponente que dotó de sentido y de significado ese sentir, pensar y accionar mafioso, como destaca Omar Rincón , se convirtió en nuestro gran relato: "El narco es nuestro gran relato. Y cuando de pensar país se trata, somos los hijos del narcotráfico: hemos vivido, soñado, comido de su negocio y su cultura. Sin narco no hay Colombia. Por eso nuestras grandes obras televisivas del siglo XXI han sido sobre nuestra alma narco, antes en versión no-oficial de los ilegales (El cartel), ahora en la versión oficial de la historia y los medios (Escobar)".

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Clara Riveros
Clara Riveros
Politóloga, analista política y consultora en temas relacionados con América Latina.
 
 
 

 
 
 
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