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10-04-2013

Cuando Estados Unidos y el Reino Unido eran amigos

(Buenos Aires Herald) Junto al presidente estadounidense Ronald Reagan, el liderazgo de Margaret Thatcher fue central en el logro de la caída de la Unión Soviética y en asegurar la expansión de la democracia capitalista. Con sus incuestionables fortalezas y oportunidades, y las evidentes limitaciones y los obstáculos, ese nuevo orden mundial sigue siendo dominante en la mayoría de los países, si bien han aparecido nuevos actores y cada vez más aparecen nuevos desafíos y conflictos.
Por Patricio Navia

(Buenos Aires Herald) La muerte de Margaret Thatcher subraya la distancia que se ha generado entre EE.UU. y Reino Unido, los principales aliados que llevaron a la Guerra Fría a su fin. Desde que Thatcher dejó sus funciones en 1990, el crecimiento del capitalismo en el mundo redujo la importancia y la influencia de Estados Unidos y el Reino Unido. La proximidad y la cooperación que existió entre los gobiernos británicos y estadounidenses se destacan en contraste con las relaciones más distantes que existen entre Londres y Washington en la actualidad.

Junto al presidente estadounidense Ronald Reagan, el liderazgo de la Dama de Hierro fue central en el logro de la caída de la Unión Soviética y en asegurar la expansión de la democracia capitalista. Con sus incuestionables fortalezas y oportunidades, y las evidentes limitaciones y los obstáculos, ese nuevo orden mundial sigue siendo dominante en la mayoría de los países, si bien han aparecido nuevos actores y cada vez más aparecen nuevos desafíos y conflictos.

Debido a sus fuertes convicciones y a su estilo de mano dura, el legado de Thatcher continúa siendo controvertido y sigue polarizando a Gran Bretaña. En otras partes su legado está principalmente asociado con la incuestionable victoria del capitalismo y las bases de la era actual de globalización. Thatcher fue Primera Ministra de 1979 a 1990, mientras que Reagan estuvo en la Casa Blanca desde 1981 a 1989. Esa década quedó marcada por la crisis de la deuda en las economías emergentes, el incremento del dominio de EE.UU. y las instituciones crediticias internacionales y el cambio de equilibrio en Europa a favor de las democracias occidentales. Debido a su fuerte postura contra la Unión Soviética, Thatcher también fue una abierta defensora de los líderes mundiales que se oponían al comunismo. Eso hizo que apoyara regímenes autoritarios sobre la base de que – si bien no eran democráticos – promovían el capitalismo, una ideología que, en su opinión, llevaba las semillas del régimen democrático. Así es que mientras las dictaduras comunistas sólo podían generar cosas malas, los gobiernos autoritarios de mercado inevitablemente terminarían en una transición a la democracia capitalista. A veces, el apoyo de Thatcher a regímenes autoritarios se fundaba en políticas locales. Luego de la Guerra de Malvinas (Falklands) en 1982, Thatcher apoyó abiertamente la dictadura de Pinochet en Chile por el rol que jugó ese gobierno apoyando al Reino Unido en el conflicto armado. Está claro que el legado mundial de Thatcher se ve de manera muy diferente en Argentina, precisamente debido a la guerra de 1982 y la postura intransigente inglesa ante  los reclamos de la soberanía sobre las islas. Más allá de quién comenzó la guerra y qué gobiernos fueron en definitiva los responsables de los centenares de muertos provocados por el enfrentamiento militar, el hecho de que Thatcher ordenó la invasión militar de las islas hace sombra sobre todos los demás componentes de su legado, mucho más complejo a los ojos de la mayoría de los argentinos.

Durante el mandato de Thatcher, su fuerte cooperación con Estados Unidos hizo de la Dama de Hierro la principal aliada de Washington en Europa. Desde Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. no tenía una alianza tan fuerte con Gran Bretaña en cuestiones internacionales. Luego de Thatcher, la sociedad George W. Bush – Tony Blair en la invasión de Irak también fue muy fuerte, pero las motivaciones detrás de dicha coalición eran más cuestionables y se basaban sobre un terreno menos firme y los resultados de dicha sociedad distaron mucho del éxito. Mientras que Reagan y Thatcher surgieron victoriosos en su enfrentamiento con la Unión Soviética, Bush y Blair dejaron sus puestos en medio de críticas por haber lanzado una “Guerra contra el Terrorismo” que tiene justificaciones discutibles y sin evidencia verificable que pudiera permitir que los líderes declararan una victoria. Si bien intentaron repetir la exitosa sociedad Reagan-Thatcher, Bush y Blair distaron bastante de obtener los éxitos de aquella sociedad.

La veloz globalización que siguió a la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética permitió que el capitalismo se expandiera rápidamente en todo el mundo. Parte del éxito de la globalización resultó de decisiones independientes tomadas por otros líderes mundiales. El hecho de que China se aferre al capitalismo no puede ser atribuido a Thatcher o a Reagan, pero el fin de la Guerra Fría facilitó la entrada de China al mundo capitalista. Como resultado de la globalización – y debido a los errores de EE.UU. y Reino Unido – la importancia relativa de ambos países decreció en las últimas dos décadas. Ni Washington ni Londres tienen esa influencia política y militar. Ahora el mundo es un lugar multipolar y los estadounidenses y los británicos sólo pueden recordar con nostalgia los años en que Reagan y Thatcher eran líderes más poderosos en el mundo que Obama y David Cameron hoy.

Quizás debido a que sus propios países están inmersos en crisis que amenazan su largo poderío y sus posiciones de liderazgo en el mundo, los gobiernos de EE.UU. y Gran Bretaña se han ido distanciando cada vez más en los últimos años. Como provienen de ideologías opuestas – aunque ambos dicen utilizar el pragmatismo – el Presidente Barack Obama y el Primer Ministro David Cameron están muy lejos de la proximidad y la complicidad que tenían Reagan y Thatcher. Cuando los estadounidenses miren atrás y recuerden los años de la colaboración Reagan-Thatcher, se darán cuenta de que el mundo ha cambiado y verán cuán distantes están estos países que fueron cercanos aliados cuando Reagan y Thatcher estuvieron en el poder hace 25 años.

Fuente: (Buenos Aires Herald)

Patricio Navia
Patricio Navia
Consejero Académico
Doctor en ciencias políticas (New York University). Anteriormente obtuvo un master en la misma disciplina de la Universidad de Chicago y una licenciatura en ciencias políticas y sociología de la Universidad de Illinois. Es profesor titular de estudios liberales y profesor adjunto del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de New York University. En Chile, es profesor titular de ciencias políticas en la Universidad Diego Portales. Es autor de varios libros y especialista en elecciones, opinión pública, sistemas de partidos y relaciones ejecutivo-legislativo en América Latina. Es columnista en varios medios, incluido El Líbero (Chile) y Americas Quarterly (EEUU).
 
 
 

 
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