Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

Reseñas

Análisis Latino

19-07-2013

Eran humanos, no héroes: Crítica de la violencia política de los 70, de Graciela Fernández Meijide

(Análisis Latino) El libro está estructurado en torno a dos momentos. El primero de ellos dedicado a presentar la historia de la emergencia de los movimientos revolucionarios en América latina en sus respectivos contextos nacionales. El segundo, de carácter más introspectivo, diseñado a modo de invitación a revisar el conjunto de estereotipos con que han sido visualizados no solo los protagonistas de aquellos años – elevados tantas veces a la categoría de héroes – sino también los acontecimientos en los que actuaron y debatieron sus vidas.
Por Rubén Chababo

(Análisis Latino) Graciela Fernández Meijide ocupa un lugar central en la historia de la lucha por la vigencia de la democracia de la segunda mitad del siglo XX. Marcada a fuego por la violencia, su vida condensa, como la de tantos militantes por los derechos humanos, un derrotero signado por éxitos y fracasos en la conquista de la verdad y la justicia. Un derrotero inescindible de los idas y vueltas que ha tenido la lucha contra la impunidad en los años inmediatos a la transición democrática y que se proyectan incluso hasta este presente.

Antes de este libro, Fernández Meijide había dado a conocer lo que ella definió como una historia íntima de los Derechos humanos. Intima en el sentido de que cada una de esas páginas estaba atravesada por la memoria de lo que para ella y para su núcleo familiar más cercano había significado la desaparición de su hijo Pablo, arrebatado de su hogar por el aparato represivo a los 17 años de edad.

Ahora, tan solo unos pocos años después de esa confesión de fuerte cuño autobiográfico, Graciela Fernández Meijide vuelve a la escritura urgida por la necesidad de ofrecer su propia versión de lo que los años setenta significaron no solo para la Argentina sino también para el conjunto de países de la región, los que de manera casi contemporánea sufrieron el impacto de proyectos autoritarios que dejaron como consecuencia, no solo naciones más empobrecidas e inequitativas, sino además un saldo brutal de miles de personas - en su mayoría jóvenes- asesinadas y desaparecidas.

En el prólogo a este volumen Beatriz Sarlo señala que una de las razones o motivaciones que impulsaron la escritura de este libro estaría en el hecho de que ya ha llegado el momento de revisar algunas certezas de la cultura de la memoria que, hasta hace muy poco tiempo atrás, parecían intocables.

No se equivoca Sarlo en esta observación. El libro de Meijide sale a la luz en un momento en que comienzan a emerger voces nuevas sobre los años de la violencia política en nuestro país, voces que tan solo unos años atrás hubieran conocido una fuerte resistencia en ser escuchadas y consideradas. Esto que aquí se señala no es algo privativo del "caso argentino". Generalmente, los procesos de memoria, luego de acontecimientos traumáticos como son las masacres perpetradas por los estados, no dejan de estar sujetos a las coyunturas políticas y sociales en las que esas mismas sociedades están inmersas. A más de setenta años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, siguen dándose a conocer nuevas visiones sobre ese acontecimiento que proyectan miradas muchas veces enfrentadas a las construcciones consagradas sobre el comportamiento de las sociedades europeas frente a la irrupción del nazismo, visiones, en muchos casos, no necesariamente condescendientes con las actitudes cívicas que desplegaron grupos o comunidades ante la adversidad, y que durante tantos años habían sido leídas despojadas de toda complejidad.

Siguiendo esta línea de lectura es interesante ver de qué modo la experiencia de la última dictadura argentina fue analizada e interpretada de manera diversa en cada una de las décadas posteriores a su irrupción. Hay temas que fueron olvidados o negados, otros soslayados, y también relatos confusamente interpretados y que hoy, gracias a la exhumación de documentos y a la distancia que permite leer el pasado en perspectiva, adquieren significaciones diferentes a como fueron leídos en los años ochenta o  noventa.

Buena parte de las reflexiones contenidas en este libro se nutren del pensamiento de valiosos autores que han trabajado a lo largo de las últimas décadas intentando aportar ideas por fuera de las visiones cristalizadas, algo que demuestra el lugar central que este tema ocupa como tema de indagación en nuestro campo político y cultural. Los ensayos de Beatriz Sarlo a los de Hugo Vezzetti, pasando por Claudia Hilb, Héctor Leis, Vicente Palermo, Marina Franco, Héctor Schmucler, Helios Prieto, Luis Mattini y las páginas de Lucha Armada, - la imprescindible revista dirigida por Sergio Bufano, publicación que desde hace años viene aportando valiosos materiales para el análisis de ese período histórico-, conforman parte del marco teórico desde donde buena parte de la reflexión de Fernández se construye.

El libro de Fernández Meijide está estructurado en torno a dos momentos. El primero de ellos dedicado a presentar la historia de la emergencia de los movimientos revolucionarios en América latina en sus respectivos contextos nacionales. El segundo, de carácter más introspectivo, diseñado a modo de invitación a revisar el conjunto de estereotipos con que han sido visualizados no solo los protagonistas de aquellos años - elevados tantas veces a la categoría de héroes - sino también los acontecimientos en los que actuaron y debatieron sus vidas.

En el centro de su reflexión intimista está la pregunta por la violencia, ese vórtice al que miles de militantes políticos y sociales fueron arrastrados por los vientos de la Historia. También la pregunta necesaria, imprescindible, urgente, sobre las responsabilidades, ya no exclusivamente de los ejecutores del crimen en representación del Estado, sino de buena parte de los integrantes de las agrupaciones armadas quienes, en tantos casos, no midieron las consecuencias trágicas de mucha de sus acciones. Fernández Meijide deja claro su rechazo a cualquier intento de que su propuesta crítica sea interpretada como un aval a la Teoría de los dos demonios, invitando en cambio a pensar por fuera de ese perverso marco analítico que al ser enunciado no hace otra cosa que restringir y anular cualquier posibilidad de pensamiento crítico en torno a ese pasado. En este sentido, y refiriéndose al tema de la responsabilidad que le cabe a las conducciones de las agrupaciones armadas señala: "Tal vez espere que admitan que el abandono de la política y la substitución de ésta por la pura violencia no fueron errores de estrategia sino desprecio por las aspiraciones de aquellos para los que hacían la revolución. Que renuncien al alegato de que la opción por la lucha armada, sobre todo después de la asunción de Perón en 1973 era la consecuencia inevitable de la época y pasen a admitir que compañeros tan sensibles a la injusticia social e inteligentes habían tenido la lucidez de abandonarla para esforzarse en consolidar la democracia".

Eran humanos, no héroes lee a los protagonistas de ese pretérito por fuera del friso y del bronce, devolviéndoles carnalidad y humanidad a sus vidas, al tiempo que protegiéndolos de ese modo de tantos intentos de sacralización que han impedido interrogar, con la necesaria crudeza, las razones que hicieron posible la tragedia. Su versión de la historia invita a seguir construyendo una indagación sobre ese pasado que  tiene tantas zonas y territorios que aún no han sido nombrados en todo su espesor. Hablamos de un tiempo histórico doloroso para millones de argentinos. También de un pretérito del que podemos extraer, tal como lo hace Fernández Meijide en este libro, lecciones y enseñanzas para el presente y el futuro de todos los argentinos.

Rubén Chababo
Rubén Chababo
Consejero Académico
Profesor en Letras por la Universidad Nacional de Rosario donde dicta anualmente el Seminario sobre Memoria y Derechos Humanos. Es docente y miembro del Consejo académico de la Maestría de Estudios Culturales dependiente de la Universidad Nacional de Rosario y fue integrante del Consejo Asesor Internacional del Centro Nacional de Memoria Histórica de Bogotá (Colombia). Ha dictado cursos y conferencias en diferentes universidades nacionales y extranjeras en torno a los dilemas de la memoria en la escena contemporánea. Entre 2002 y 2014 fue Director del Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario, una de las primeras instituciones museológicas dedicadas a abordar el tema del Terrorismo de Estado en la Argentina. Se desempeñó también como Director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Rosario. Es Director del Museo Internacional para la Democracia.
 
 
 

 
 
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