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23-09-2013

¿Massa y Moyano renunciarán al reeleccionismo?

(TN) Massa aludió a la necesidad de limitar las reelecciones de los intendentes bonaerenses y casi en simultáneo Moyano anunció una iniciativa para hacer algo parecido con la dirigencia sindical. Ellos, más allá de sus diferencias, comparten el hecho de ser claros beneficiarios del reeleccionismo. ¿Por qué habrían de renunciar a él, siendo que ha demostrado ser tan útil para sus carreras? Parte de la respuesta está en la presión que ejercen en esta dirección la opinión pública, la normativa internacional y un juego institucional que pese a sus deficiencias busca atender esas demandas.
Por Marcos Novaro

(TN) La pregunta del título cobra actualidad y sentido en el marco de una discusión más amplia que está teniendo lugar y que podría resumirse del siguiente modo: asumiendo que vivimos una época de amplia hegemonía peronista, y que ella es también una de evidente baja calidad de nuestras políticas públicas y nuestra vida institucional, ¿existe acaso alguna alternativa para mejorar aquellas y esta que no pase por el peronismo, que no requiera que él se sienta en alguna medida compelido a emprender una autorreforma?

Como el PRI en México a mediados de los años ochenta, o como el PCUS a fines de esa década, de lo que se trata finalmente es de que en el propio seno del partido del poder surja un movimiento de cambio, sea en respuesta a presiones locales e internacionales, o por la propia maduración en algún sector de su elite de un diagnóstico crítico sobre sus prácticas y tradiciones.

La situación argentina tiene de todos modos algunas diferencias con esos otros casos: con el final de ciclo kirchnerista en ciernes se ha vuelto visible algo que ya debíamos haber sabido, que hoy el peronismo, para bien o para mal, no sólo resulta la única fuerza capaz de formar mayorías nacionales sino que está más dispuesta que nunca a dividirse para ser su propia oposición. De allí que lo más probable sea que la salida de la década K tenga también signo peronista.

Un intenso debate se ha disparado a resultas de ello respecto a las ventajas y desventajas que ofrece al país el pluralismo peronista. Los no peronistas, salvo excepciones, tienden a mostrarse escandalizados por el hecho de que los más eficaces opositores al kirchnerismo sean exkirchneristas, incluso algunos muy recientes.

Y descubren en ello la prueba de que la competencia entre peronistas no es más que un engaño a los votantes, que les permite a todos ellos, o a casi todos, librarse de sus responsabilidades y seguir en el poder, y que no debe considerarse entonces una solución a nuestros problemas, sino al contrario, una de sus causas.

Que los peronistas se junten o se diferencien según conveniencias del momento y que puedan entonces recurrir a cualquier argumento según lo que mande el tablero probaría que no hay que creerles jamás. Ni por tanto seguir confiando en ellos la tarea de gobernar.

Por su parte los peronistas recurren para defenderse a argumentos del estilo “no es nuestra culpa que todos los demás partidos sean incapaces de competir”. La discusión así planteada tiene su interés. Pero no debería absorber todos nuestros esfuerzos. Sobre todo porque no conmueve demasiado a la opinión pública: los argumentos morales contra el oportunismo y la hipocresía reinantes no parecen haber servido para reducir el flujo de votantes desde el no peronismo hacia alternativas peronistas en los distritos donde la competencia entre estas ha sido más intensa. Podemos lamentarnos de que esto sea así, pero no bastará con ello para evitar que el fenómeno se siga extendiendo.

Es más pertinente en cambio atender a algunas consecuencias prácticas que se derivan del pluralismo peronista, no sólo para los ciudadanos y los no peronistas, sino para los propios gobiernos peronistas. Y es que aunque ellos sin duda aseguran gobernabilidad, lo hacen con altos costos y baja calidad: primero, parece haber quedado ya suficientemente demostrado que, hagan lo que hagan, sea privatizar o estatizar, abrir mercados o destruirlos, lo hacen bastante mal; y segundo, estos gobiernos suelen tener bases amplias pero inestables, tan propensas al abuso de poder como a la traición, dos variantes de un mismo fenómeno, el comportamiento irresponsable de quienes presumen caerán siempre parados.

La pregunta realmente importante entonces tal vez no sea tanto si el pluralismo peronista seguirá funcionando en los próximos años, sino si dentro de él es posible que se forme cierta conciencia respecto a sus déficits intrínsecos y la necesidad de combatirlos para lograr mejores resultados, antes de que el sistema colapse o la gente se canse, o pasen las dos cosas.

No parece que haya mucha de esta conciencia crítica en circulación, pero algunos indicios existen para no ser totalmente pesimistas. Uno de ellos lo brindan las propuestas antirreeleccionistas que vienen planteando Massa y Moyano, y que no sólo apuntaron a rechazar un nuevo turno para CFK, sino que se extienden a otros terrenos en los que el monopolio peronista es creciente.

Massa aludió a la necesidad de limitar las reelecciones de los intendentes bonaerenses y casi en simultáneo Moyano anunció una iniciativa para hacer algo parecido con la dirigencia sindical. Ellos, más allá de sus diferencias, comparten el hecho de ser claros beneficiarios del reeleccionismo. ¿Por qué habrían de renunciar a él, siendo que ha demostrado ser tan útil para sus carreras? Parte de la respuesta está en la presión que ejercen en esta dirección la opinión pública, la normativa internacional y un juego institucional que pese a sus deficiencias busca atender esas demandas.

Normalizar las relaciones de Argentina con el mundo será cada vez más difícil si no aceptamos respetar las reglas de juego que aquí y en cualquier lado aseguran el pluralismo y la vigencia de derechos fundamentales. Así lo entiende la OIT respecto a la libertad sindical y toda la comunidad internacional en relación a la calidad de la democracia. De allí que esos criterios se estén volviendo incentivos gravitantes para los actores que quieren ser protagonistas de un nuevo ciclo en el país.

Sobre ellos, además, actúan incentivos puramente prágmáticos: puede ser más conveniente presentarse como promotores del cambio, de modo de controlarlo, que resistirlo y terminar soportando las consecuencias no deseadas de uno que se les escape de las manos.

Para Moyano, por caso, ampliar el pluralismo en los gremios puede ser una mejor opción que permitir que se inscriban nuevas organizaciones, como viene impulsando la Corte Suprema y reclama la CTA. Mientras que para Massa, limitar el reeleccionismo a niveles subnacionales puede que sea una buena forma de partidizar al peronismo. Y también de evitar que, una vez en la Presidencia, jefes territoriales omnipotentes lo extorsionen como hicieron con todos los presidentes hasta la llegada de los Kirchner, y el regreso a la escasez permite anticipar que puede volver a pasarle a quienes los sucedan en el poder.

¿Qué deberían hacer los no peronistas? Puestos a elegir entre despotricar contra el hecho maldito de la política argentina y tratar de mostrar que todos en esa fuerza son iguales y hacen al final más o menos lo mismo, o recoger el guante de planteos como los de Massa y Moyano y ayudar a convertirlos en reformas, aunque así se avale la diferenciación entre versiones y propuestas más o menos moderadas e innovadoras del peronismo y las que no lo son, lo menos que deberían hacer es dedicar un tiempo a pensarlo seriamente.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)

Marcos Novaro
Marcos Novaro
Consejero Académico
Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Programa de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Teoría Política Contemporánea” en la Carrera de Ciencia política y columnista de actualidad en TN. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) y "Dinero y poder, la difícil relación entre empresarios y políticos en Argentina" (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2019).
 
 
 

 
 
 
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