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07-11-2004

LA OPOSICIÓN VENEZOLANA: LO QUE CHÁVEZ SE LLEVÓ

El escenario venezolano actual debe ser abordado con un enfoque no tradicional para poder formarnos un panorama de la situación en la que se encuentra la oposición después de las derrotas electorales.
Por Verónica Domínguez Pousada

Cuando hablamos de “oposición” generalmente pensamos en el o los partidos políticos que, habiendo perdido las elecciones, se oponen al gobierno o lo controlan desde el Parlamento y los gobiernos subnacionales, mientras se preparan para contender en los siguientes comicios. En los sistemas de partidos débiles, extremadamente fragmentados o incluso inexistentes (como varios casos latinoamericanos en la actualidad), la imagen tradicional que tenemos de la oposición debe ser dejada de lado para poder investigar, libres de condicionamientos, desde qué ámbitos, con qué estructura, de qué forma y bajo qué liderazgo quienes no forman parte del gobierno intentan participar en las instituciones y llevar adelante su programa político.

El escenario venezolano actual debe ser abordado con este enfoque para poder formarnos un panorama de la situación en la que se encuentra la oposición –mejor dicho los grupos opositores al gobierno de Chávez, porque hablar de “una” oposición resulta sumamente forzado– después de sendas derrotas electorales. El hecho fundamental que debemos tener presente al realizar esta búsqueda, es en que Venezuela, tras casi cuarenta años de duración del Pacto de Punto Fijo que dio lugar a un sistema monopolizado por los partidos políticos (dos de hecho, AD y COPEI); ha habido una proliferación de actores sociales. Frente al desgaste y retroceso de los partidos, estos actores han irrumpido en la escena política alterando los tradicionales mecanismos de participación, agregación de intereses, negociación y toma de decisión.

¿Qué actores componen hoy por hoy los grupos opositores al gobierno de Chávez? A continuación, un breve repaso de los más significativos:

  • Los partidos políticos de siempre: pese a estar en su peor momento, los creadores del Pacto de Punto Fijo y dueños de los destinos políticos venezolanos durante décadas, Acción Democrática y COPEI, no han sido aún borrados del mapa. Dejando de lado sus orientaciones originales hacia la socialdemocracia y la democracia cristiana, ambos partidos aúnan hoy esfuerzos para oponerse al chavismo desde la tribuna parlamentaria o en los procesos electorales. Ambos participan en la Coordinadora Democrática (agrupación de fuerzas de oposición surgida tras la Asamblea Constituyente para aunar posiciones) y colaboran en la búsqueda de pruebas para sustentar irregularidades electorales e impulsar procedimientos judiciales contra el gobierno. También ambos están de acuerdo con que es necesario un nuevo modelo de país caracterizado por la democracia, la participación ampliada, la renovación de la política, la economía de mercado, la lucha contra la pobreza y la desigualdad y la reinserción de Venezuela en la comunidad internacional. Atrás quedaron los tiempos de los grandes líderes como Rómulo Betancourt (AD) y Rafael Caldera (COPEI). Hoy las caras más visibles de estos partidos son Henry Ramos Allup, secretario general de AD y vocero del partido y de gran parte de las acciones de la Coordinadora Democrática; y Enrique Mendoza, ex gobernador del estado de Miranda, virtual líder de la Coordinadora hasta la derrota del revocatorio y el presidenciable aparentemente más fuerte con que contaban los grupos opositores.

 

  • Los partidos nuevos: la sociedad venezolana manifiesta un rechazo creciente hacia los partidos, sin embargo nuevos partidos con una interesante proyección parecen estar consolidándose. De entre ellos se destacan Primero Justicia y Proyecto Venezuela. El primero, creado en 1992 por un grupo de abogados y liderado actualmente por Julio Borges, gobierna las alcaldías de Chacao y Baruta. Primero Justicia es uno de los pocos partidos que no ha perdido posiciones frente al oficialista MVR en las recientes elecciones regionales. Por su parte, Proyecto Venezuela fue creado en 1998 por el ex gobernador de Carabobo y ex candidato presidencial, Enrique Salas Roemer. Actualmente el partido está liderado por su hijo, también ex gobernador del mismo estado. Ambos partidos tienen una plataforma más moderna que la de AD y COPEI, levemente orientada a la centro-izquierda el primero y a la centro-derecha el segundo. Primero Justicia también se destaca por su compromiso con las políticas sociales, mientras que Proyecto Venezuela hace hincapié en el federalismo, el fortalecimiento de la administración pública y la necesidad de diversificar la economía y privatizar el petróleo. Al margen de estos dos partidos, una figura “independiente” y destacada de la política venezolana es el ex alcalde del distrito metropolitano de Caracas, Alfredo Peña. Inicialmente oficialista, luego se distanció del chavismo y fue una pieza clave para permitir las movilizaciones y manifestaciones de la Coordinadora Democrática en la capital. Sin embargo, en las pasadas elecciones de octubre, el bastión capitalino quedó en manos del MVR y Peña se encuentra involucrado en un proceso judicial.

 

  •  Actores económicos: la oposición más militante al chavismo en los años anteriores provino, no tanto de los actores políticos que estaban desorganizados y desconcertados, como de los actores económicos. Las primeras marchas multitudinarias y las huelgas de protesta fueron encabezadas por los empresarios asociados en Fedecámaras, los trabajadores de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, los trabajadores y directivos de Pdvsa y, como paraguas general, los medios de comunicación del Grupo Cisneros (el principal multimedio de Venezuela y uno de los más importantes de habla hispana, propietario de Caracol TV, Univisión y Venevisión, entre otros canales). El golpe que depuso a Chávez en abril de 2002 significó un punto de quiebre y retroceso para estos grupos, íntimamente involucrados en las acciones golpistas (recuérdese que Pedro Carmona, el presidente interino que decretó la anulación de las instituciones, era el presidente de Fedecámaras). Actualmente, el gobierno ha “suspendido” el diálogo con empresarios y trabajadores opositores e intenta, por diversos medios, generar organización es de cúpula que le sean afines. Toda la disputa en torno a la regulación y realización de las elecciones sindicales se inscribe en este contexto. En cuanto a los medios, parecería haber habido un acercamiento entre Cisneros y Chávez y una suerte de tregua en la guerra mediática. Sin embargo, la controvertida ley de responsabilidad social de los medios, actualmente en tratamiento, podría reactivar el enfrentamiento.

 

  • Militares: si bien Chávez proviene de las Fuerzas Armadas, esto no impica que toda la oficialidad sea afín al presidente. De hecho, abandonando la tradicional prescindencia que los militares deben tener en la política interna, numerosos oficiales superiores han hecho manifiesta su oposición al gobierno. De entre ellos se destacan los militares acuartelados hace ya más de año y medio en la Plaza Altamira en Caracas, y los efectivos involucrados en el golpe de abril de 2002. Después de estos sucesos las Fuerzas Armadas han experimentado una profunda purga, que continúa con incidentes aislados al conocerse el surgimiento de fracciones opositoras o de “operaciones” en contra de uno u otro funcionario.

 

  • Sociedad Civil: la política de Punto Fijo había llevado a una práctica anulación de la sociedad civil como actor independiente, por la cooptación de las organizaciones sociales por la estructura de AD y COPEI. Esto comienza a revertirse en los ’70 a través del movimiento vecinalista independiente, un bastión que aún hoy subsiste y que se manifiesta en los distintos procesos eleccionarios. La oposición societal se manifiesta en dos vertientes principales: la participación en movilizaciones, protestas, recolecciones de firmas y otras formas de acción colectiva de ciudadanos individuales que no comparten el rumbo político sentado por el gobierno; y la participación más institucionalizada a través de la conformación de organizaciones o asociaciones. En este segundo grupo podemos identificar al Movimiento 1011 surgido para frenar una reforma educativa promovida por el chavismo. Otra de las organizaciones que ha cobrado mucha repercusión en los últimos tiempos es la ONG Súmate!, abocada al control de la transparencia electoral y acusada por Chávez de connivencia con el gobierno de los Estados Unidos.

Estos diferentes grupos opositores (que no hace mucho estaban más cohesionados bajo la bandera de la Coordinadora Democrática)  han recurrido a medios institucionalmente establecidos, a la protesta y movilización ciudadana para intentar cambiar al gobierno. Pero también han rayado la ilegalidad e incurrido abiertamente en la misma, como sucediera con el golpe de Estado de abril de 2002. Tras este fracaso, la oposición se ha ceñido estrictamente a los mecanismos constitucionales de participación, pero frente a las derrotas en el revocatorio y las elecciones regionales (ambos cuestionados), cabe preguntarse si encontrarán una manera de salvar las divisiones que los separan y algún incentivo para mantenerse dentro de los límites de la institucionalidad.

Verónica Domínguez Pousada
Verónica Domínguez Pousada es Lic. en Ciencias Políticas (UCA) y Máster en Acción Política (Un. Fr. de Vitoria, España). Profesora adscripta a la cátedra ''Problemas Políticos Internacionales'' (UCA). Se desempeña en el sector privado haciendo trabajos de consultoría.
 
 
 

 
 
 
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