Derechos Humanos y
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15-04-2005

EL ASCENDENTE DEBATE SOBRE “LA SOBERANÍA COMPARTIDA”: SUS IMPLICANCIAS EN AMÉRICA LATINA

Por Fabian C. Calle

Si bien siempre es importante leer las reflexiones de Stephen Krasner, uno de los más destacados especialistas en Relaciones Internacionales de los EE.UU. y distinguido Profesor de la Universidad de Stanford, su reciente designación como asesor en el área de Planeamiento Estratégico del nuevo Secretario de Estado de los EE.UU., Condoleezza Rice (ex discípula y posterior colega de Krasner en Stanford), hace que sus palabras y propuestas adquieran una connotación que trasciende lo académico y se adentra en lo político-estratégico.

En su condición de una de las plumas más agudas de la corriente realista (con su énfasis en el balance de poder, el interés nacional, los tableros estratégico-militares, su visión escéptica sobre las organizaciones e instituciones internacionales y sus advertencias acerca de la necesidad de no caer en cruzadas ideológicas o moralizadoras en el complejo y anárquico sistema internacional), S. Krasner nos ha brindado recientemente un artículo que está llamado a generar un fuerte debate. Se trata de "The case for shared sovereignty" , en donde tal como lo expresa desde su título propone un radical cambio en la forma de ver y operacionalizar la cuestión de las soberanías nacionales en un sistema internacional globalizado y enmarcado por el post 11/9.
 
En un prolijo recorrido sobre la bibliografía de consolidación democrática (cita a M. Lipset, G. O ´Donnell, A. Przeworski, S. Huntington, entre otros), el autor nos coloca frente a un argumento que parece ser el núcleo duro de la "grand strategy" del gobierno de G.W. Bush y que seguramente lo trascenderá en su condición de estrategia a largo plazo de los EE.UU: la extensión de la democracia y en especial de las instituciones y procedimientos que le dan sustentabilidad en el largo plazo a esta forma de gobierno. Marcando un contraste enriquecedor con respecto a la postura de expansión cuantitativa de la democracia que caracterizó la década de los ´90 (lo que hoy se llaman democracias electorales o democracias iliberales o no republicanas), la nueva y ascendente visión de Washington es la de colocar más atención en el Imperio de la Ley, la calidad institucional y la lucha contra la corrupción o lo que Krasner llama "buen gobierno". El mismo es visto como un instrumento clave en el mediano y largo plazo en lograr mayores grados de estabilidad y fortalecimiento de los Estados y de esa forma potenciar el control sobre los actores del caos (terrorismo, narcotráfico, crimen organizado, etc.).

Dentro de este marco conceptual, Krasner agrega un instrumento por el considerado funcional al logro de esta extensión cualitativa de la democracia en el mundo y como forma de socializar y quitar márgenes de maniobra a regímenes no democráticos pero que se ven obligados a establecer relaciones constructivas con Occidente. Se trata del concepto de "soberanía compartida". Que implica en términos concretos?. En primer termino lo define como la posibilidad (y mutua conveniencia) de un acuerdo entre un Estado débil y con inestabilidades políticas y socioeconómicas de buscar en organismos internacionales reconocidos o en una o más potencias desarrolladas con el propósito de darle un marco de previsibilidad a áreas como la explotación de materias primas estratégicas  (petróleo, gas, minerales, etc.). Otra posible área de "soberanía compartida" en la visión del autor serían las políticas monetarias por medio de la creación de Bancos Centrales independientes y con supervisión internacional. Para Krasner, este tipo de cursos de acción tenderían a potenciar el avance de mayores grados de institucionalización, la lucha contra la corrupción y alentar prácticas de buen gobierno en diversos países subdesarrollados. En este sentido, retoma una idea fuerza que está ganando creciente espacio: a menores niveles de arbitrariedad y mayor grado de transparencia sobre el control de recursos estratégicos (básicamente el tema del petróleo) se reduce la posibilidad de regímenes cleptocráticos y antidemocráticos (o más bien anti-republicanos con su respectiva división de poderes y la obligación de "rendir cuentas"). Este mejor manejo de los recursos y las riquezas, en su visión, tenderían a potenciar la posibilidad de desarrollo económico y con ello reforzar la estabilidad sociopolítica. Este tipo de escenario, crearía un círculo virtuoso en donde se incrementaría la legitimidad política de los gobiernos, su eficacia y con ello la posibilidad recaudar la cantidad necesaria de impuestos para la seguridad, el desarrollo social, etc.

Promediando el artículo, Krasner destaca la gran compatibilidad que existe entre su propuesta y los pasos que viene dando la administración de G.W. Bush en especial luego de los atentados del 11/9. Por su parte, en todo momento busca despejar las dudas sobre neoimperialismo que algunos podrían ver detrás de este tipo de estrategias. Para ello, enfatiza en la característica voluntaria del acuerdo de soberanía compartida, aclara que regiría sobre temas puntuales y que la contraparte internacional (una potencia occidental o un organismo internacional) no invertiría grandes suman de dinero, dado que de ser así su poder e influencia debilitarían al extremo los márgenes de maniobra del Estado débil.

Al momento de citar antecedentes históricos, enumera los casos del Imperio Otomano y un conjunto de potencias europeas  a fines del siglo XIX en el área de manejo de default de su deuda externa y el caso del sector de la Defensa Nacional de Alemania Occidental post segunda guerra mundial. A la hora de abordar casos actuales, brinda los de Sierra Leona y las Naciones Unidas en el área del Poder Judicial y del Chad y el Banco Mundial en el sector petrolero. A llegar a este punto, advierte que los recursos naturales son una "área prometedora" para experiencias de soberanías compartidas. Por último, advierte que todo ello no es una panacea pero sí un instrumento en el avance de regímenes más cercanos a los estándares de democracias provistas de buen gobierno y calidad institucional.

Los argumentos y propuestas de este destacado académico devenido recientemente en funcionario de primer nivel de Departamento de Estado, no dejarán de tener su impacto en nuestra región latinoamericana. En este sentido, diversos países del área comparten el mix de inestabilidad política y socioeconómica y la posesión de recursos naturales estratégicos como el petróleo y el gas (Bolivia, Venezuela, Colombia, Ecuador, etc.). Asimismo, la siempre sensible y sofisticada diplomacia brasileña tenderá a ver y analizar detalladamente esta potencial nueva pata de la "grand strategy" de los EE.UU. post 11/9. La cuestión del Amazonas y temas como la biodiversidad y el agua no dejarán de estar en los debates que se generen alrededor de este ascendente debate.

 

Fabian C. Calle
Fabian C. Calle
Investigador Senior del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro de la Carrera de Investigador del CONICET. Desarrolla actividad docente en la Universidad Torcuato Di Tella, la Universidad Católica Argentina y el Instituto del Servicio Exterior de la Nación.
 
 
 

 
 
 
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