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Prensa

Monitoreo de la gobernabilidad democrática

22-08-2005

Perfil del político chileno radicado en Suecia que revisa los mitos sobre aquel país

Fuente: Diario Exterior.com (España)

Mauricio Rojas y el fin del modelo sueco  

El llamado "modelo escandinavo" de Estado de bienestar era idealizado por países de América latina castigados por recurrentes crisis económicas y profundas desigualdades. Pero como lo atestigua la obra de Mauricio Rojas, Suecia mira al futuro pensando como una auténtica sociedad abierta y apostando por la descentralización de la administración pública, la privatización de las empresas estatales y la libre competencia en el sector privado.

Diarioexterior.com 
21 de agosto de 2005
 
El primer ministro sueco, el socialdemócrata Göran Persson, anunció esta semana que estudia su retirada política después de una década al frente del Gobierno. Aunque el propio interesado aplazó su decisión a la celebración del congreso del Partido Socialdemócrata a fines del próximo octubre en Malmoe, el mero hecho de hacer pública su reflexión ha puesto de manifiesto no sólo el fuerte desgaste político sufrido por su Gobierno en los últimos meses, sino también, según algunos analistas, el agotamiento del modelo de bienestar sueco en un mundo cada vez más globalizado.
El fin del modelo sueco de bienestar que durante décadas fuera el paradigma a seguir por la izquierda no comunista parece finiquitado desde largo tiempo atrás. Fue para muchos el modelo de sociedad para seguir, con sus promesas de igualdad, pleno empleo y grandes beneficios sociales. El llamado "modelo escandinavo" de Estado de bienestar era idealizado por países de América latina castigados por recurrentes crisis económicas y profundas desigualdades. Pero como lo atestigua la obra de Mauricio Rojas, Suecia después del modelo sueco (Cadal, 2005), Suecia mira al futuro pensando como una auténtica sociedad abierta y apostando, incluso como veremos de manera radical como en el caso de la educación, por la descentralización de la administración pública, la privatización de las empresas estatales y la libre competencia en el sector privado.

La agonía del modelo sueco

Como señaló en un trabajo pionero el fallecido analista sueco Eric Brodin, en Suecia el 60% del salario de un obrero industrial se le era retenido compulsivamente. El impuesto al valor agregado era el más alto del mundo (23%) y la progresividad en el impuesto bloqueaba la movilidad social, al tiempo que, al afectar las tasas de capitalización, hacia que los salarios e ingresos en términos reales disminuyeran. Como también apuntó Brodin en un meduloso trabajo publicado en The Freeman, la economía subterránea se hizo cada vez más vigorosa y necesaria debido a los embates fiscales a la producción.
El economista sueco Sven Rydentfelt, como muchos otros economistas, calcularon que la tasa de paro real en Suecia llegó al alcanzar en tiempos socialistas entre cuatro y cinco veces superior a la cifra oficial (en torno al 5% hoy en día) si se tiene en cuenta el paro encubierto mediante empleos fantasma y artificiales contabilizados por el Estado. La cuarta parte de las pequeñas y medianas empresas desparecieron en una década. En el sistema médico estatizado, impersonal e inhumano, para una cirugía no urgente de vesícula biliar había que esperar 3 años por término medio. Por ese motivo, el Premio Nobel Gunnar Myrdal, ideólogo del modelo sueco y patrocinador de la socialización de la medicina, haya decidido pasar a mejor vida en un hospital privado de Estocolmo...
En el gran mural grisáceo del paraíso social, la criminalidad subía en flecha: en Estocolmo: en 1980, uno de cada diez profesores fue agredido o gravemente amenazado en la escuela. Una tercera parte de las muertes de jóvenes entre 20 y 25 años era debida al suicidio.

Rojas deconstruye al modelo sueco

Mauricio Rojas propone en este pequeño libro "una contribución a la resistencia necesaria contra el oscurantismo y los sentimientos destructivos que siembran los profetas de la desventura, que, de llegar a ser creídos (...), pueden llevarnos a un mundo cada vez más dividido, cerrado, plagado de conflictos y de miseria, tanto material como intelectual".
Nacido en Chile en 1950, miembro del Parlamento sueco por el Partido Liberal (FP), autor de una docena de libros - entre otros Auge y caída del modelo sueco (1998), Allende el Estado de bienestar, Suecia y la búsqueda de un modelo de bienestar post-industrial (2001), Historia de la crisis argentina (2003)- y miembro del parlamento de Suecia y Profesor Adjunto de Historia Económica de la Universidad de Lund nos ha contado cómo Suecia ha dejado atrás su pasado socialista.
Hace ya más de una decena de años que Suecia está abocada a una búsqueda profunda y prometedora de una alternativa a su viejo Estado benefactor, en la cual el Estado todavía cumple un rol importante pero sin excluir a una diversidad de actores sociales y económicos que, en su conjunto, puedan crear una sociedad del bienestar que le otorgue a los ciudadanos una sólida base de igualdad y seguridad social combinada con una real libertad de elección.
Joakim Palme, director del Instituto de Estudios Prospectivos de Estocolmo coincide con Rojas en el diagnóstico: "El principio relativo a la pérdida de ingresos -tanto en la seguridad social tradicional como en los seguros de desempleo- se fue minando debido a que un número creciente de personas percibía ingresos que excedían del límite de ingresos generadores de prestaciones. El seguro ordinario de desempleo no siguió el modelo universal, sino el basado en subvenciones estatales optativas. Los servicios de atención a la infancia habían crecido en la década de los 80, pero su cobertura era desigual en los diferentes municipios del país y en los diferentes estratos de la sociedad. Al mismo tiempo se habían adoptado medidas de austeridad en la atención a los ancianos. Los servicios de salud se enfrentaban a las colas de espera por intervenciones quirúrgicas, y a la dificultad de consecución de personal en una época en que el desempleo general se disparó hasta alcanzar índices sin precedente, a fines del decenio. Es, como vemos, un mito eso de que el modelo sueco de política social ha sido perfecto en alguna época".
Para Rojas el año clave es la toma de poder por parte de Carl Bildt: "El proceso de desmantelamiento del Estado benefactor maximalista y la transformación de Suecia en una sociedad del bienestar fue iniciada por el gobierno Carl Bildt (1991-94) en medio de un desplome económico casi sin precedentes. Su corto gobierno fue señero en muchos aspectos, pero los cambios así iniciados no hubiesen sido sino un pequeño paréntesis histórico de no responder a problemas profundos de la sociedad sueca. Esto fue lo que claramente se pudo constatar cuando la socialdemocracia volvió al poder en septiembre de 1994. Prácticamente ninguna de las reformas importantes introducidas durante los años anteriores fue revertida, y algunas de ellas fueron incluso profundizadas por una socialdemocracia que había madurado durante los años en la oposición dejando tras de sí el dogmatismo socializante de la época de Olof Palme".
La revolución sueca ha llegado incluso a aplicar la solución liberal de Milton Friedman en el campo de la educación: los vouchers o cheques educativos: "Hoy en día las cosas son muy diferentes. Mi hijo va a una escuela independiente -propiedad de una sociedad anónima, Kunskapsskolan AB, que gestiona una veintena de escuelas- que yo he elegido con plena libertad y por la cual no debo pagar ni un centavo extra más allá del cheque escolar con que el Estado hace posible una libertad de elección real e igualitaria (la misma libertad de elección existe entre las escuelas directamente gestionadas por el sector público). Lo interesante es que mi hijo no es una excepción. En este país donde en 1990 las escuelas que no eran parte del monopolio estatal eran muy escasas existen hoy más de 700 escuelas básicas y secundarias independientes, que le dan educación a unos 80.000 niños y jóvenes dentro de un sistema pluralista de colaboración público-privada que crece año tras año".

El mercado laboral, en la encrucijada

Cuando la socialdemocracia retornó al poder en 1994, habiendo madurado políticamente luego de tres años en la oposición, no revirtió las reformas emprendidas por los liberales sino que, además, desarrolló nuevos elementos de cambio. "Desde entonces el gobierno socialdemócrata sueco impulsó una larga serie de privatizaciones en el correo, ferrocarriles, viviendas, energía, etc., aplicó un estricto programa de saneamiento de las cuentas fiscales a través de la reducción del gasto público que bajó progresivamente del 70% en 1993 al 54% en 2001, lo que ha permitido bajar la deuda pública del 80% al 53% del ingreso nacional y la carga tributaria que era del 56.2% en 1989 a 51% en 2002", agrega Rojas.
Pero son las actuales tendencias las que ponen realmente en peligro el Estado de bienestar. El desempleo -que cifras oficiales ubican en el 5%, pero que llegaría al 15% según la oposición-, sumado a una verdadera epidemia de deserción laboral -cada vez más gente elige no trabajar, pide licencia por enfermedad o se retira anticipadamente-, está generando un enorme agujero en las cuentas nacionales. El presupuesto para 2005 asume un déficit del 5,1%. El elemento desestabilizador más importante detrás de ese déficit es el aumento explosivo del costo de los subsidios por enfermedad, que en 2004 consumió nada menos que el 16% del presupuesto, en un país donde la gente goza de los mejores niveles de salud del mundo.
No es de extrañar que, como apunta Rojas, "el sistema de formación de los salarios y transferencias tendió a cambiar el principio distributivo social de ´igual pago por igual trabajo´ a ´igual pago o ingreso independientemente del trabajo´". Para muestra, un botón: en 2003 el sector privado empleaba a 300.000 personas menos que en 1965. El sector público, en cambio, había incrementado el número de funcionarios en más de 900.000. En lo que a impuestos se refiere, la presión fiscal era 20 puntos superior a la media de los países de la OCDE. Entre tanto, el desempleo se disparó de un 2,6% en 1989 a un 12,6% en 1994.
Según explicó Rojas, que pertenece al Partido Liberal, el sistema sueco no incentiva el trabajo, porque la diferencia económica entre trabajar y no hacerlo es para muchos muy pequeña o inexistente. A modo de ejemplo, señaló que algunos trabajadores han llegado a pagar el 100% de sus ingresos en impuestos. Esta situación empuja a mucha gente a dejar sus trabajos y vivir del Estado. "El problema es que, al mismo tiempo, la gente quiere más salud y educación, pero ya es imposible subir más los impuestos", explicó Rojas. Los altos costos laborales incluso empujan a la emigración de pequeñas empresas fuera de Suecia. A esto se suma el envejecimiento de la población. En los próximos años, serán más los que dejen el mercado de trabajo que los que ingresen en él.

Una lección para América Latina

Para el analista chileno en América Latina no han fallado los planes reformistas sino la estructura social debido a la debilidad institucional latinoamericana y su falta de respeto a la cultura más elemental del capitalismo, o sea el respeto a la propiedad, la inversión y los contratos. "El acuerdo básico de la sociedad capitalista consiste en que es correcto enriquecerse si se es creativo y no porque se es un pillo. América Latina tiene un entorno precapitalista tanto en política como en economía que hace que las reformas no tengan los resultados que teóricamente deberían alcanzar. La gran reforma que debe hacer la región es restituir la confianza básica de valores muy prosaicos como que el progreso se basa en el trabajo, el esfuerzo, el ahorro y la perseverancia", comentaba en una entrevista.
Por otra parte, recomienda seguir apostando por las fuerzas del mercado y flexibilizar el mercado laboral con el propósito de estimular la incorporación de la gente al trabajo y la ocupación se vuelve cada vez más productiva, con lo cual se produce una nivelación hacia arriba de los ingresos. "El gran handicap de América Latina es que la participación en la libertad económica ha sido muy limitada por la enorme concentración de la riqueza en las élites desde la Colonia y por un pueblo marginado de la cultura y de la economía. Ha sido un capitalismo raquítico y proteccionista. Tenemos que entender que hay que ampliar la economía de mercado, lo cual a su vez habilita a la gente a participar creativamente. Si eso se logra, el problema ya no son las desigualdades dado que surge un interés generalizado por progresar".

Mauricio Rojas, Sweeden after the Swedish model: From Tutorial State to Enabling State, Fundación Timbro, 2005, 92 páginas. La segunda parte del libro está disponible en español en la web de Cadal. 

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