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Siendo una potencia mundial, teniendo un liderazgo en la Unión Europea y adoptando una actitud ejemplar respecto a Cuba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Alemania ha pasado a ser en La Habana uno de los países blandos de la Unión Europea que no brinda actualmente reconocimiento a activistas democráticos. Mientras tanto, el gobierno cubano ha mantenido relaciones con la oposición en Alemania que incluye al Partido La Izquierda (DIE LINKE), la Red de Solidaridad con Cuba en Alemania (Netzwerk Cuba e.V.), el Centro Universitario de Baviera para América Latina (BAYLAT), el Partido Comunista Alemán (DKP), el Grupo Parlamentario Alemania -Centroamérica, la Juventud Obrera Alemana Socialista (SDAJ), la Asociación de Amistad R.F.A.- Cuba, entre otros.
A diferencia del liderazgo que el gobierno argentino de Mauricio Macri tiene frente a la situación de Venezuela, desconociendo al dictador Nicolás Maduro y apoyando al presidente encargado Juan Guaidó, sobre Cuba nunca expresó crítica alguna. Sin embargo, tras la victoria del binomio Fernández-Fernández la prensa oficial cubana señaló que fue “la mejor respuesta a la caótica situación a la que llevó al país la administración de Mauricio Macri, de muchas promesas y pocos resultados”.
Ambos países son responsables, porque Cuba decidió usar la fuerza en contra de estos estudiantes y reprimir las manifestaciones, en vez de exigir por vías formales al gobierno congolés que pague las becas. Es un buen ejemplo de la desinformación que existe en Cuba, y lo difícil que es conseguir las fuentes, con una política que busca más que todo silenciar cualquier escándalo o manifestación de disentimiento.
El régimen norcoreano practica la censura con tanta eficacia que muy poca información sale del país, pero todo apunta hacia una misma dirección: allí se cumple la pesadilla orwelliana en su máxima expresión.
(The Global Americans) Resultaría relevante conocer las expectativas de la Alta Representante de la Unión Europea en el diálogo con Cuba sobre derechos humanos.
(El País/España) Sin un previo gesto concreto de Cuba en materia de apertura política no tenía sentido entonces comenzar a discutir un acuerdo, pues todo lo que se pone en un papel sobre derechos humanos no tendrá ningún efecto práctico. De esta manera, las negociaciones empezaron mal si es que realmente hubo en algún momento un genuino interés de la UE en que Cuba produzca avances en materia de apertura política.
(El País/España) Cuando se realizó en Ginebra el último Examen Periódico Universal de Cuba, Francia le recomendó al gobierno de Raúl Castro que garantice la libertad de expresión y de reunión pacífica, así como la libre actividad de los defensores de los derechos humanos, los periodistas independientes y los opositores políticos. Ahora, ¿de qué sirve esa recomendación si luego Francia convalida la represión a esos derechos que le pidió a Cuba que garantice?
El representante de Cuba que presidirá la CELAC no solamente es un mandatario que carece de legitimidad democrática, sino también una persona denunciada por haber cometido ejecuciones extrajudiciales. Como si eso fuera poco, sin ningún desparpajo Raúl Castro justificó la tipificación de la pena de muerte en el sistema legal cubano, algo muy caro a los ideales progresistas.
El problema de la posición común de la UE hacia Cuba ha sido el incumplimiento de la misma y la falta de compromiso internacional con los Derechos Humanos por parte de muchos de los países –Italia y Francia, por ejemplo- o, en el caso de España, no haber sido adoptada como política de estado de los distintos gobiernos.
A simple vista resulta desproporcionada la cantidad de embajadas que tiene Cuba en todo el mundo, al compararlas con países latinoamericanos como Brasil, México, Argentina y Chile. Entonces surgen varias preguntas que el régimen cubano y sus aliados internacionales deberían responder. Para empezar: ¿Cuál es el presupuesto anual que destina Cuba a mantener tantas embajadas? Y seguidamente, ¿No existen otras prioridades sociales en Cuba para asignar internamente el gasto que utiliza para mantener embajadas en lugares remotos y donde no están presentes países mucho más importantes de América Latina e incluso naciones desarrolladas como Holanda y Suecia?
Como pudo apreciarse, entre el 24 y el 28 de marzo pasado la dictadura cubana implementó una “marca personal” sobre cada opositor pacífico. ¿Habrá tomado nota la comunidad democrática internacional de la incurable característica represiva del régimen cubano? La Unión Europea debería tomar nota del cerrado e intransigente bloqueo del régimen cubano a todo lo que implique apertura política. En consecuencia, la UE tendría que hacer valer su institucionalidad en la Isla, mediante un efectivo y permanente diálogo con todos los sectores de la sociedad cubana a fin de alentar el respeto de los derechos humanos.
El apoyo del Papa Benedicto XVI consta en viajar pese a su estado de salud delicado y su firmeza en la expresión de la visión de los derechos humanos que llama a la solidaridad internacional: “Los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales.
A diferencia de los gobiernos de la Unión Europea, Chile, España, México, los Estados Unidos y Alemania, la cancillería argentina, desde la cual se declama que el eje de la política exterior se basa en la defensa y promoción de los derechos humanos, no emitió ninguna expresión de condena o, al menos, de preocupación. El silencio oficial frente a la muerte de este disidente en Cuba y, en general, a la obscena violación de los derechos humanos por parte del régimen de partido y pensamiento único cubano, es aún más sorprendente al recordar lo expresado por el titular de la Cancillería, Héctor Timerman cuando se desempeñaba como periodista. Pero la inconsecuencia no se limita al actual canciller, sino que a todo el gobierno que representa, a sus ideólogos intelectuales y a los organismos de derechos humanos que lo apoyan.
Al olvidarse del pueblo cubano y defender los intereses del gobierno que los reprime, todos y cada uno de los Presidentes de los Estados Partes y Asociados del MERCOSUR, demuestran frente a la situación de Cuba su falta de solidaridad democrática y las escasas convicciones que tienen en la defensa de los Derechos Humanos.
Todas las dictaduras se escudan en la auto-determinación de sus déspotas, la soberanía territorial y el principio de no intervención, por lo cual no es extraño que los países gobernados por regímenes represivos de las libertades fundamentales actúen en sociedad y de esa manera compartan la complicidad de las mutuas aberraciones que cometen contra la dignidad humana.
Es una gran paradoja, todo un símbolo del retroceso democrático en la región y una falta de respeto a las personas que sufren la constante represión en Cuba, que el levantamiento de la suspensión en la OEA a un régimen como el cubano se haya dado en el marco de una asamblea que tuvo como lema “Hacia una cultura de la no violencia”.
El pasado 5 de febrero se realizó el Examen Periódico Universal sobre Cuba en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. El “miente, miente, que algo quedará”, fue la herramienta que utilizaron los funcionarios de la dictadura cubana en su informe en Ginebra, con expresiones desopilantes.
La incorporación de la dictadura cubana al Grupo Río forma parte de la permanente ofensiva diplomática de ese país para intentar legitimarse internacionalmente y de esa manera seguir manteniéndose en el poder a través de un régimen legal represivo de las libertades democráticas fundamentales. De esta manera, parece haberse afianzado la complicidad regional con la dictadura remanente que gobierna en Cuba.
La alocución del Canciller cubano Felipe Pérez Roque es una clara muestra de cómo se conduce su país en el Consejo de Derechos Humanos: defendiendo a regímenes como el de Irán, Sudán o Corea del Norte; alineándose con el grupo de países islámicos; tratando de minimizar el peso de las acciones condenatorias e intentando proyectar una imagen del régimen sobre la materia que dista mucho de ser la real.
En el país también conocido como Birmania y como Burma, no existe prácticamente ninguna libertad individual y el gobierno se dedica activamente a impedir buena parte de ellas. Allí, como en Cuba, es ilegal cualquier reunión de cierta cantidad de personas, así como cualquier expresión de oposición al Gobierno.
Al tratar un tema tan sensible como la situación de los derechos humanos en Cuba, Bielsa debería leer las sentencias contra los opositores pacíficos cubanos que fueron condenados y analizar la Constitución de Cuba y su Código Penal, verdaderas huellas digitales de una dictadura; evitando, claro, utilizar un argumento del positivismo jurídico al decir que "Cuba aplica sus leyes", pues por analogía también estaría el Canciller argentino defendiendo el holocausto y todas las políticas del nacionalsocialismo de Hitler, por ejemplo.