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EL MUNDO SEGÚN J. F. KERRY.
Cuando las elecciones presidenciales aparecen en el horizonte, las miradas de John F. Kerry sobre las política exterior estadounidenses cobran interés, también desde una perspectiva Latinoamericana. Una revisión de la agenda externa de una posible Administración Kerry no parecería estar llamada a generar un giro copernicano en la política exterior y de seguridad actual. No obstante, no cabe desestimar un potencial énfasis en los rasgos consensuales de la hegemonía americana.
Por Fabian C. Calle
El regreso del soft power: reequilibrando el mix entre consenso y coerción.
En notas publicadas en medio de prensa y académicos de los Estados Unidos y Europa el candidato presidencial demócrata John Kerry ha expresado “Nuestra política debe inspirarse en cuatro principios: la inauguración de una nueva era de alianzas, dado que las mismas multiplican nuestra fuerza, la modernización de las FF.AA., el máximo uso del soft power (la capacidad de lograr consensos y atracción en otros Estados y actores no estatales), de la inteligencia y la diplomacia así como lograr la independencia del petróleo del Medio Oriente (con el desarrollo de nuevas tecnologías y otros lugares geográficos de abastecimiento)” (1). Esta misma fórmula internacionalista es la que propone para Irak dado que es “el único verdadero método de prevención del terrorismo. Asimismo, “el candidato denuncia a Arabia Saudita que según Kerry apoya al radicalismo islámico”. En este sentido, Kerry destaca que “la brecha entre nuestros valores y el petróleo debe dejar de existir”.
Para Kerry “la amenaza más grave a la seguridad es la posesión de armas de destrucción masiva por parte del terrorismo”. Agrega que “si América es atacada con armas no convencionales, reaccionará con una fuerza devastadora”. Con respecto a la guerra en Irak, afirma que “el miope foco de Bush en Irak hace a los Americanos menos seguros dado que le da tiempo a Corea del Norte y a Irán a acelerar sus programas de armas de destrucción masiva”. Por su parte, cree que la estabilidad de la presencia militar de los EE.UU. en Irak depende en gran medida de lo que decida en un futuro el Ayatollah Sistani (moderado y shiita y dotado de la mayor ascendencia religiosa y provisto de la milicia más numerosa). Kerry cree que si Sistani llega a asumir posturas más duras o críticas contra Washington, la situación podría empeorar mucho más.
Una de las propuestas de Kerry en materia de seguridad internacional, es reforzar sustancialmente las medidas unilaterales y multilaterales contra la proliferación de materia nuclear y radioactiva. En su visión, Irán, Corea del Norte y el material nuclear disperso en la ex URSS son una amenaza directa a los EE.UU. y una posible fuente de obtención de armas no convencionales por parte del terrorismo. Asimismo, Kerry califica a la actual administración Bush como con “una elevada retórica e ideologización y bajo pensamiento estratégico y confianza” y subraya que enfrentará de manera simultanea el escenario que Bush deje en Irak y dará un renovado énfasis a las cuestiones como la proliferación de tecnología nuclear y a los programas de armas no convencionales en Irán y Corea del Norte. En este sentido, se manifiesta con posturas bastante cercanas a buscar la cancelación de hecho del comercio internacional de material nuclear.
Los hombres y mujeres que aparecen como los principales candidatos a ocupar cargos de relevancia en cuestiones de política exterior y de seguridad en una administración liderada por J. F. Kerry(2) , parecen menos inclinados que la actual administración Bush a ver el mundo básicamente en término de amenazas interestatales. En este sentido, los asesores de Kerry parecen poner aun más en el centro de la escena “amenazas difusas” y “sin código postal” tales como el terrorismo, el tráfico de armas (convencionales y no convencionales), los efectos desestabilizadores (en lo político y socioeconómico) de las fuerzas de la globalización, la problemática de los Estados colapsados por efecto de la corrupción, violencia, etc.(3) . En este sentido, tanto los provenientes de tradiciones de pensamiento realista de las Relaciones Internacionales como los más enmarcados en el pensamiento institucionalista liberal parece haber realizado un esfuerzo para readaptar sus miradas al escenario de la post guerra fría y en especial al mundo post 11/9. Desde el punto de vista del ex Embajador en las Naciones Unidas de B. Clinton y candidato a Secretario de Estado en caso de triunfo de J. F. Kerry, R. Holbrooke, “los neoconservadores (de la administración Bush) cambian imprevistamente de alentar la democracia a impulsar un neoimperialismo sin contar con ninguna coherente posición intelectual, excepto la importancia del uso de la fuerza”. El equipo de Kerry asume como válida la posibilidad de retomar (y potenciar) la tradición americana de una combinación de “valores y poder” que reconozca la importancia del avance de la democracia y el mercado, pero al mismo tiempo otorgándole una mayor relevancia, con respecto a lo hecho en los años ´90, a la necesidad de calidad institucional y mayor atención a los aspectos socioeconómicos, de seguridad y políticos que pueden desestabilizar estos procesos.
Jospeh Nye Jr, uno de los principales teóricos de las Relaciones Internacionales contemporáneas y ex funcionario de las administraciones demócratas de Carter y Clinton, en su más reciente libro llama a evitar caer en sobresimplificaciones que tiendan a asimilar el soft power con la difusión de cadenas de comida rápida o bebidas cola y destaca el rol central y creciente que la sociedad civil de los EE.UU. tiene en difundir y potenciar ese poder estadounidense en el nuevo escenario internacional (post Guerra Fría y post 11/9) (5). Al momento de analizar hechos que pusieron en evidencia el debilitamiento del soft power de los EE.UU., destaca al rol pasivo frente a la crisis argentina del 2001 y, mucho más aun, la guerra en Irak como ejemplos de políticas que tienden a erosionar ese poder tanto en el ámbito regional como en el internacional.
Una sección importante del libro de J. Nye, está dedicada a criticar a las posturas neoconservadoras que imperan en la actual administración Bush que tenderían a desvaloriza el rol del multilateralismo, las instituciones internacionales y el soft power. En este sentido, Nye comenta que para los “neocons” la “legitimidad” (y su consiguiente efecto potenciador de la influencia moral y política estadounidense) se produce post hoc o sea luego del uso del unilateralismo y el “hard power” o fuerza militar y económica. En este sentido, el autor considera necesario revisar estas premisas y recomienda la máxima de Theodore Roosvelt: “Los EE.UU. deben hablar suavemente y portar un gran garrote”. En otras palabras, Washington en esta nueva era debe revalorizar la importancia de las “formas” y la imagen que da mundo sin que ello implique descuidar su poder militar y naturales y selectivos márgenes para el unilateralismo.
Para uno de los más prestigiosos historiadores de temas internacionales de los EE.UU., J. L. Gaddis, la estrategia de seguridad de los EE.UU. post 11/9 y encarnada en la “National Security Strategy” (NSS) dada a conocer en Septiembre del 2002, y caracterizada por importantes puntos en común con el ideario “neoconservador”, es necesario reconocer la importancia y trascendencia de esta nueva visión estratégica a la que califica como uno de los documentos más importantes de la seguridad de los EE.UU. desde 1950 (5). Tal vez una de las afirmaciones más significativas de este destacado historiador, sea la referencia a la posibilidad cierta que parte sustancial de la NSS del 2002 trascienda la actual administración gane quien gane en las elecciones presidenciales de Noviembre 2004. Ello sería así, según Gaddis, por la sencilla razón que la misma tiende a articular coherente e innovadoramente un conjunto de variables que eran pensadas de manera dispersa durante la década de los ´90. En este sentido, el 11/9 habría actuado como un antes y un después que ayuda a dejar atrás las inercias y visiones ancladas en lógicas y estrategias más propias de la Guerra Fría que de la guerra al terrorismo, la proliferación de armas de destrucción masiva entre actores estatales y no estatales, la realidad de los “Estados fracasados” y el ascenso estratégico, militar y económico de China. Por último, destaca la necesidad de reconocer el énfasis que la nueva estrategia le coloca a cuestiones como la difusión de la democracia así como al efecto desestabilizador de la pobreza y la debilidad institucional en amplios sectores del planeta. Siguiendo los argumentos propuestos por J. L. Gaddis, es altamente probable que una administración liderada por Kerry tienda a continuar los trazos generales de esta “grand strategy” pero respetando el consejo de J. Nye al momento de recomendar que “los EE.UU. deben hablar suavemente y portar un gran garrote”.
¿América Latina: marginal, pero no tanto?
Al momento de ir focalizando la atención sobre cuáles podrían ser los lineamientos generales de un eventual gobierno de Kerry hacia América Latina, cabría revisar un reciente artículo de Arturo Valenzuela, uno de sus asesores en la materia (7). En el mismo, analiza la política exterior de los EE.UU. hacia la región en los últimos años y brinda ciertos lineamientos generales de las cosas que habría que cambiar o preservar de lo actuado por la administración de G.W. Bush. Arturo Valenzuela subraya la falta en la actual administración de una “grand strategy” hacia la región si bien reconoce que durante el período de G.W. Bush se han reforzado algunas iniciativas ligadas al avance en la conformación del ALCA y la lucha contra la corrupción (vista como interactiva a fenómenos como la debilidad de los Estados, el narcotráfico y eventualmente el terrorismo) y una mayor calidad de las instituciones de los países del área. Entre los elementos destacados por este ex asesor del Presidente Clinton figuran la falta de un alto perfil del Departamento de Estado así como un débil interés sobre temas latinoamericanos en los altos niveles de la actual administración americana.
Al momento del trazar un panorama de la situación latinoamericana y el posible impacto de un triunfo de J. F. Kerry, Arturo Valenzuela destaca: “Una lección que estamos aprendiendo y que es muy importante es que no hay que confundir el establecimiento de la democracia con su consolidación. El proceso de la consolidación democrática es un proceso largo, arduo, difícil, complejo, que no es lineal (...) Obviamente sería un error decir que los líderes no son importantes. Pero por otro lado también es un error pensar que todo lo debería solucionar un líder(7). Donde los líderes son más exitosos es también donde las instituciones lo son. Es un círculo virtuoso que hay que crear. Hay un desfase que no debería existir entre la consolidación democrática y el fortalecimiento de las instituciones, por un lado, y el crecimiento, por otro. Si no se nutren los dos a si mismos, entonces va a haber algún tipo de crisis (...) Lo que se requiere es un Estado más ágil, menos grande pero más poderoso, más fuerte, eso es volver a las instituciones. Cuando uno ve el proceso en Argentina que prometía tanto uno se pregunta si no se perdió de vista que no era solamente el tema de las reformas económicas, que ciertamente había que hacerlas (...) se manipulan las instituciones en beneficio de los proyectos de corto plazo de los políticos, se fuerza a reelecciones (...) la situación en el continente se complica, si Bolivia se pone más difícil, si hay un contagio, podríamos estar en una situación más difícil. Pero se ha avanzado. Es importante notar que la respuesta frente al fracaso del neoliberalismo no es el populismo. Ese es el gran mito, porque no hay dinero para pagar eso (...) Que la región no sea prioritaria no implica que EE.UU. se permita descuidarla. Washington debe retomar en forma mucho más decidida un proyecto multilateralista para la región”.
En el que es hasta el momento su principal discurso de temas latinoamericanos (si bien básicamente estuvo destinado a los latinos que viven en los EE.UU. y en menor medida a México), J. F. Kerry destaco su voluntad de renegociar el acuerdo de libre comercio firmado por la actual administración Bush con los países Centroamericanos bajo el argumento que no garantizar los estándares laborales y ambientales en estos países (8). En cuanto al ALCA, afirmó que llevaría adelante una estrategia semejante. Durante su exposición, le dio una importancia central a la relación en materia de seguridad y migraciones con México y convocó a hacer de México un “socio real” en este y otros temas. Por su parte, elogió la política desarrollada por el ex Presidente Clinton hacia la región con su énfasis en la extensión de la democracia y el acercamiento que estos países tuvieron hacia los valores y la economía del primer mundo. Este trasfondo, fue empleado por Kerry para criticar la política de la actual administración Bush y su actitud de “ignorar una gran variedad de enfermedades – incluyendo crisis políticas y financieras, el desempleo y el tráfico de drogas”. De manera simultánea, citó los casos de la crisis argentina del 2001, de Bolivia en el 2003 y en Haití en el 2004 como ejemplos de pasividad y carencia de políticas adecuadas por parte de Bush. Como forma de superar todo ello, Kerry expresó su voluntad de impulsar una “nueva y amplia Comunidad de las Américas” en donde la cooperación y la consulta estén al servicio de la “defensa de la democracia y la aplicación de las leyes” Ello se vería complementado por un fondo especial de 500 millones de dólares destinado a promover asociaciones públicas y privadas en la región. En cuanto a temas de seguridad, se expresó a favor del desarrollo de un “perímetro de Seguridad de Norteamérica” destinado a “facilitar de mejor manera el viaje legítimo de ciudadanos respetuosos de las leyes y tomar medidas duras para evitar que malos actores intenten entrar en los EE.UU.” Finalmente convocó a recuperar “la mente y corazones” de los líderes latinoamericanos, en especial los jóvenes, facilitando la posibilidad de acceder a visas para estudiar en los EE.UU.
Reflexiones finales.
Una revisión de la agenda externa de una administración liderada por J. F. Kerry, no parecería estar llamada a generar un giro copernicano en la política exterior y de seguridad Bush (en especial en lo visto durante el último año). No obstante, no cabe desestimar el énfasis que los hombres de JFK le darán a potenciar los rasgos consensuales de la hegemonía americana. Ello dista de ser una tarea fácil en un contexto de amenazas complejas (y que tienen como blanco tanto la periferia como el mismo centro del poder americano) y en un escenario caracterizado por la unipolaridad estratégica militar (que lógicamente potencia patrones de conducta más unilaterales). En el caso de América Latina, a partir fines del 2002 y principios del 2003 la administración Bush ha asumido un rol más activo y una visión más política y estratégica frente a la crisis en la Argentina (respaldando a este país en las negociaciones con el FMI) y buscando prevenir una crisis económica aguda en Brasil. Asimismo, tanto desde el Departamento de Estado (9) como desde el Pentágono (10) se han reforzado las referencias a la importancia que en materia de seguridad y estabilidad representa la democracia, la lucha contra la corrupción y la importancia de Estados provistos de instituciones más fuertes y eficientes.
Si bien el diagnóstico sobre la explosiva combinación de Estados débiles, crimen organizado, narcotráfico, tráfico de armas, terrorismo y corrupción, parece estar claramente presentes tanto en los formadores de políticas de G. W. Bush y de J. F. Kerry, no queda claro aun como se articulara en el mediano y largo plazo la “grand strategy” de los EE.UU. para hacerle frente. Si bien América Latina puede estar ajena a temas como la proliferación de armas de destrucción masiva y a la posibilidad de grandes carreras armamentistas y conflictos bélicos interestatales, también es cierto que nuestra región es un ejemplo claro y presente de la “combinación “ antes mencionada y con índices de violencia intraestatal entre los mayores del mundo. Por ende, en el caso que efectivamente esta “gran strategy” exista tendrá en nuestra región un test central.
(1). E. CARETTO, “Kerry attaca Bush e sale nei sondaggi: In Iraq serve la NATO”, Corriere della Sera, 28/5/04, Italia. “Kerry Says Bush Focus on Iraq Has Made U.S. Less Safe”; May 30, 2004 By D. E. Sanger and J. Wilgoren, May 29, The New York Times.
(2). Entre ellos se destacan el senador J. Biden, R. Holbrooke, J. Wirier, R. Beers, N. Stetson, J. Winer, J. Rubin, J. Steinberg, R. Asmus y W. Clark.
(3). M. J. MICAH, “Kerry Faces the World”, Atlantic Monthly, Jul/Aug 2004, Vol 294, Issue 1.
(4). Joseph NYE Jr., Soft Power. The means to success in World Politics, Public Affairs, 2004, USA.
(5). Entrevista del Council on Foreign Relations a J.L. Gaddis: Bush Pre-emption Doctrine The Most Dramatic Policy Shift Since Cold War, February 6, 2004.
(6). Arturo VALENZUELA, “Democracy and Trade: US Foreign Policy Towards Latin America”, Real Instituto Elcano, 4/6/04, España
(7). M. CANTELMI, Entrevista a Arturo Valenzuela, "Gane quien gane en EE.UU. la prioridad no será América latina", Diario Clarín, 13/6/04, Argentina.
(8). Discurso del Senador J. F. Kerry para NALEO (Política hacia América Latina), June 26, 2004, Washington DC.
(9). Secretary Colin L. Powell, Remarks to the First Plenary Session of the Organization of American States General Assembly, June 7, 2004, Quito, Ecuador
(10). Testimony of General James T. Hill United States Army Commander United States Southern Command before the House Armed Services Committee United States House of Representatives March 24, 2004, Washington DC.
Fabian C. CalleInvestigador Senior del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro de la Carrera de Investigador del CONICET. Desarrolla actividad docente en la Universidad Torcuato Di Tella, la Universidad Católica Argentina y el Instituto del Servicio Exterior de la Nación.
El regreso del soft power: reequilibrando el mix entre consenso y coerción.
En notas publicadas en medio de prensa y académicos de los Estados Unidos y Europa el candidato presidencial demócrata John Kerry ha expresado “Nuestra política debe inspirarse en cuatro principios: la inauguración de una nueva era de alianzas, dado que las mismas multiplican nuestra fuerza, la modernización de las FF.AA., el máximo uso del soft power (la capacidad de lograr consensos y atracción en otros Estados y actores no estatales), de la inteligencia y la diplomacia así como lograr la independencia del petróleo del Medio Oriente (con el desarrollo de nuevas tecnologías y otros lugares geográficos de abastecimiento)” (1). Esta misma fórmula internacionalista es la que propone para Irak dado que es “el único verdadero método de prevención del terrorismo. Asimismo, “el candidato denuncia a Arabia Saudita que según Kerry apoya al radicalismo islámico”. En este sentido, Kerry destaca que “la brecha entre nuestros valores y el petróleo debe dejar de existir”.
Para Kerry “la amenaza más grave a la seguridad es la posesión de armas de destrucción masiva por parte del terrorismo”. Agrega que “si América es atacada con armas no convencionales, reaccionará con una fuerza devastadora”. Con respecto a la guerra en Irak, afirma que “el miope foco de Bush en Irak hace a los Americanos menos seguros dado que le da tiempo a Corea del Norte y a Irán a acelerar sus programas de armas de destrucción masiva”. Por su parte, cree que la estabilidad de la presencia militar de los EE.UU. en Irak depende en gran medida de lo que decida en un futuro el Ayatollah Sistani (moderado y shiita y dotado de la mayor ascendencia religiosa y provisto de la milicia más numerosa). Kerry cree que si Sistani llega a asumir posturas más duras o críticas contra Washington, la situación podría empeorar mucho más.
Una de las propuestas de Kerry en materia de seguridad internacional, es reforzar sustancialmente las medidas unilaterales y multilaterales contra la proliferación de materia nuclear y radioactiva. En su visión, Irán, Corea del Norte y el material nuclear disperso en la ex URSS son una amenaza directa a los EE.UU. y una posible fuente de obtención de armas no convencionales por parte del terrorismo. Asimismo, Kerry califica a la actual administración Bush como con “una elevada retórica e ideologización y bajo pensamiento estratégico y confianza” y subraya que enfrentará de manera simultanea el escenario que Bush deje en Irak y dará un renovado énfasis a las cuestiones como la proliferación de tecnología nuclear y a los programas de armas no convencionales en Irán y Corea del Norte. En este sentido, se manifiesta con posturas bastante cercanas a buscar la cancelación de hecho del comercio internacional de material nuclear.
Los hombres y mujeres que aparecen como los principales candidatos a ocupar cargos de relevancia en cuestiones de política exterior y de seguridad en una administración liderada por J. F. Kerry(2) , parecen menos inclinados que la actual administración Bush a ver el mundo básicamente en término de amenazas interestatales. En este sentido, los asesores de Kerry parecen poner aun más en el centro de la escena “amenazas difusas” y “sin código postal” tales como el terrorismo, el tráfico de armas (convencionales y no convencionales), los efectos desestabilizadores (en lo político y socioeconómico) de las fuerzas de la globalización, la problemática de los Estados colapsados por efecto de la corrupción, violencia, etc.(3) . En este sentido, tanto los provenientes de tradiciones de pensamiento realista de las Relaciones Internacionales como los más enmarcados en el pensamiento institucionalista liberal parece haber realizado un esfuerzo para readaptar sus miradas al escenario de la post guerra fría y en especial al mundo post 11/9. Desde el punto de vista del ex Embajador en las Naciones Unidas de B. Clinton y candidato a Secretario de Estado en caso de triunfo de J. F. Kerry, R. Holbrooke, “los neoconservadores (de la administración Bush) cambian imprevistamente de alentar la democracia a impulsar un neoimperialismo sin contar con ninguna coherente posición intelectual, excepto la importancia del uso de la fuerza”. El equipo de Kerry asume como válida la posibilidad de retomar (y potenciar) la tradición americana de una combinación de “valores y poder” que reconozca la importancia del avance de la democracia y el mercado, pero al mismo tiempo otorgándole una mayor relevancia, con respecto a lo hecho en los años ´90, a la necesidad de calidad institucional y mayor atención a los aspectos socioeconómicos, de seguridad y políticos que pueden desestabilizar estos procesos.
Jospeh Nye Jr, uno de los principales teóricos de las Relaciones Internacionales contemporáneas y ex funcionario de las administraciones demócratas de Carter y Clinton, en su más reciente libro llama a evitar caer en sobresimplificaciones que tiendan a asimilar el soft power con la difusión de cadenas de comida rápida o bebidas cola y destaca el rol central y creciente que la sociedad civil de los EE.UU. tiene en difundir y potenciar ese poder estadounidense en el nuevo escenario internacional (post Guerra Fría y post 11/9) (5). Al momento de analizar hechos que pusieron en evidencia el debilitamiento del soft power de los EE.UU., destaca al rol pasivo frente a la crisis argentina del 2001 y, mucho más aun, la guerra en Irak como ejemplos de políticas que tienden a erosionar ese poder tanto en el ámbito regional como en el internacional.
Una sección importante del libro de J. Nye, está dedicada a criticar a las posturas neoconservadoras que imperan en la actual administración Bush que tenderían a desvaloriza el rol del multilateralismo, las instituciones internacionales y el soft power. En este sentido, Nye comenta que para los “neocons” la “legitimidad” (y su consiguiente efecto potenciador de la influencia moral y política estadounidense) se produce post hoc o sea luego del uso del unilateralismo y el “hard power” o fuerza militar y económica. En este sentido, el autor considera necesario revisar estas premisas y recomienda la máxima de Theodore Roosvelt: “Los EE.UU. deben hablar suavemente y portar un gran garrote”. En otras palabras, Washington en esta nueva era debe revalorizar la importancia de las “formas” y la imagen que da mundo sin que ello implique descuidar su poder militar y naturales y selectivos márgenes para el unilateralismo.
Para uno de los más prestigiosos historiadores de temas internacionales de los EE.UU., J. L. Gaddis, la estrategia de seguridad de los EE.UU. post 11/9 y encarnada en la “National Security Strategy” (NSS) dada a conocer en Septiembre del 2002, y caracterizada por importantes puntos en común con el ideario “neoconservador”, es necesario reconocer la importancia y trascendencia de esta nueva visión estratégica a la que califica como uno de los documentos más importantes de la seguridad de los EE.UU. desde 1950 (5). Tal vez una de las afirmaciones más significativas de este destacado historiador, sea la referencia a la posibilidad cierta que parte sustancial de la NSS del 2002 trascienda la actual administración gane quien gane en las elecciones presidenciales de Noviembre 2004. Ello sería así, según Gaddis, por la sencilla razón que la misma tiende a articular coherente e innovadoramente un conjunto de variables que eran pensadas de manera dispersa durante la década de los ´90. En este sentido, el 11/9 habría actuado como un antes y un después que ayuda a dejar atrás las inercias y visiones ancladas en lógicas y estrategias más propias de la Guerra Fría que de la guerra al terrorismo, la proliferación de armas de destrucción masiva entre actores estatales y no estatales, la realidad de los “Estados fracasados” y el ascenso estratégico, militar y económico de China. Por último, destaca la necesidad de reconocer el énfasis que la nueva estrategia le coloca a cuestiones como la difusión de la democracia así como al efecto desestabilizador de la pobreza y la debilidad institucional en amplios sectores del planeta. Siguiendo los argumentos propuestos por J. L. Gaddis, es altamente probable que una administración liderada por Kerry tienda a continuar los trazos generales de esta “grand strategy” pero respetando el consejo de J. Nye al momento de recomendar que “los EE.UU. deben hablar suavemente y portar un gran garrote”.
¿América Latina: marginal, pero no tanto?
Al momento de ir focalizando la atención sobre cuáles podrían ser los lineamientos generales de un eventual gobierno de Kerry hacia América Latina, cabría revisar un reciente artículo de Arturo Valenzuela, uno de sus asesores en la materia (7). En el mismo, analiza la política exterior de los EE.UU. hacia la región en los últimos años y brinda ciertos lineamientos generales de las cosas que habría que cambiar o preservar de lo actuado por la administración de G.W. Bush. Arturo Valenzuela subraya la falta en la actual administración de una “grand strategy” hacia la región si bien reconoce que durante el período de G.W. Bush se han reforzado algunas iniciativas ligadas al avance en la conformación del ALCA y la lucha contra la corrupción (vista como interactiva a fenómenos como la debilidad de los Estados, el narcotráfico y eventualmente el terrorismo) y una mayor calidad de las instituciones de los países del área. Entre los elementos destacados por este ex asesor del Presidente Clinton figuran la falta de un alto perfil del Departamento de Estado así como un débil interés sobre temas latinoamericanos en los altos niveles de la actual administración americana.
Al momento del trazar un panorama de la situación latinoamericana y el posible impacto de un triunfo de J. F. Kerry, Arturo Valenzuela destaca: “Una lección que estamos aprendiendo y que es muy importante es que no hay que confundir el establecimiento de la democracia con su consolidación. El proceso de la consolidación democrática es un proceso largo, arduo, difícil, complejo, que no es lineal (...) Obviamente sería un error decir que los líderes no son importantes. Pero por otro lado también es un error pensar que todo lo debería solucionar un líder(7). Donde los líderes son más exitosos es también donde las instituciones lo son. Es un círculo virtuoso que hay que crear. Hay un desfase que no debería existir entre la consolidación democrática y el fortalecimiento de las instituciones, por un lado, y el crecimiento, por otro. Si no se nutren los dos a si mismos, entonces va a haber algún tipo de crisis (...) Lo que se requiere es un Estado más ágil, menos grande pero más poderoso, más fuerte, eso es volver a las instituciones. Cuando uno ve el proceso en Argentina que prometía tanto uno se pregunta si no se perdió de vista que no era solamente el tema de las reformas económicas, que ciertamente había que hacerlas (...) se manipulan las instituciones en beneficio de los proyectos de corto plazo de los políticos, se fuerza a reelecciones (...) la situación en el continente se complica, si Bolivia se pone más difícil, si hay un contagio, podríamos estar en una situación más difícil. Pero se ha avanzado. Es importante notar que la respuesta frente al fracaso del neoliberalismo no es el populismo. Ese es el gran mito, porque no hay dinero para pagar eso (...) Que la región no sea prioritaria no implica que EE.UU. se permita descuidarla. Washington debe retomar en forma mucho más decidida un proyecto multilateralista para la región”.
En el que es hasta el momento su principal discurso de temas latinoamericanos (si bien básicamente estuvo destinado a los latinos que viven en los EE.UU. y en menor medida a México), J. F. Kerry destaco su voluntad de renegociar el acuerdo de libre comercio firmado por la actual administración Bush con los países Centroamericanos bajo el argumento que no garantizar los estándares laborales y ambientales en estos países (8). En cuanto al ALCA, afirmó que llevaría adelante una estrategia semejante. Durante su exposición, le dio una importancia central a la relación en materia de seguridad y migraciones con México y convocó a hacer de México un “socio real” en este y otros temas. Por su parte, elogió la política desarrollada por el ex Presidente Clinton hacia la región con su énfasis en la extensión de la democracia y el acercamiento que estos países tuvieron hacia los valores y la economía del primer mundo. Este trasfondo, fue empleado por Kerry para criticar la política de la actual administración Bush y su actitud de “ignorar una gran variedad de enfermedades – incluyendo crisis políticas y financieras, el desempleo y el tráfico de drogas”. De manera simultánea, citó los casos de la crisis argentina del 2001, de Bolivia en el 2003 y en Haití en el 2004 como ejemplos de pasividad y carencia de políticas adecuadas por parte de Bush. Como forma de superar todo ello, Kerry expresó su voluntad de impulsar una “nueva y amplia Comunidad de las Américas” en donde la cooperación y la consulta estén al servicio de la “defensa de la democracia y la aplicación de las leyes” Ello se vería complementado por un fondo especial de 500 millones de dólares destinado a promover asociaciones públicas y privadas en la región. En cuanto a temas de seguridad, se expresó a favor del desarrollo de un “perímetro de Seguridad de Norteamérica” destinado a “facilitar de mejor manera el viaje legítimo de ciudadanos respetuosos de las leyes y tomar medidas duras para evitar que malos actores intenten entrar en los EE.UU.” Finalmente convocó a recuperar “la mente y corazones” de los líderes latinoamericanos, en especial los jóvenes, facilitando la posibilidad de acceder a visas para estudiar en los EE.UU.
Reflexiones finales.
Una revisión de la agenda externa de una administración liderada por J. F. Kerry, no parecería estar llamada a generar un giro copernicano en la política exterior y de seguridad Bush (en especial en lo visto durante el último año). No obstante, no cabe desestimar el énfasis que los hombres de JFK le darán a potenciar los rasgos consensuales de la hegemonía americana. Ello dista de ser una tarea fácil en un contexto de amenazas complejas (y que tienen como blanco tanto la periferia como el mismo centro del poder americano) y en un escenario caracterizado por la unipolaridad estratégica militar (que lógicamente potencia patrones de conducta más unilaterales). En el caso de América Latina, a partir fines del 2002 y principios del 2003 la administración Bush ha asumido un rol más activo y una visión más política y estratégica frente a la crisis en la Argentina (respaldando a este país en las negociaciones con el FMI) y buscando prevenir una crisis económica aguda en Brasil. Asimismo, tanto desde el Departamento de Estado (9) como desde el Pentágono (10) se han reforzado las referencias a la importancia que en materia de seguridad y estabilidad representa la democracia, la lucha contra la corrupción y la importancia de Estados provistos de instituciones más fuertes y eficientes.
Si bien el diagnóstico sobre la explosiva combinación de Estados débiles, crimen organizado, narcotráfico, tráfico de armas, terrorismo y corrupción, parece estar claramente presentes tanto en los formadores de políticas de G. W. Bush y de J. F. Kerry, no queda claro aun como se articulara en el mediano y largo plazo la “grand strategy” de los EE.UU. para hacerle frente. Si bien América Latina puede estar ajena a temas como la proliferación de armas de destrucción masiva y a la posibilidad de grandes carreras armamentistas y conflictos bélicos interestatales, también es cierto que nuestra región es un ejemplo claro y presente de la “combinación “ antes mencionada y con índices de violencia intraestatal entre los mayores del mundo. Por ende, en el caso que efectivamente esta “gran strategy” exista tendrá en nuestra región un test central.
(1). E. CARETTO, “Kerry attaca Bush e sale nei sondaggi: In Iraq serve la NATO”, Corriere della Sera, 28/5/04, Italia. “Kerry Says Bush Focus on Iraq Has Made U.S. Less Safe”; May 30, 2004 By D. E. Sanger and J. Wilgoren, May 29, The New York Times.
(2). Entre ellos se destacan el senador J. Biden, R. Holbrooke, J. Wirier, R. Beers, N. Stetson, J. Winer, J. Rubin, J. Steinberg, R. Asmus y W. Clark.
(3). M. J. MICAH, “Kerry Faces the World”, Atlantic Monthly, Jul/Aug 2004, Vol 294, Issue 1.
(4). Joseph NYE Jr., Soft Power. The means to success in World Politics, Public Affairs, 2004, USA.
(5). Entrevista del Council on Foreign Relations a J.L. Gaddis: Bush Pre-emption Doctrine The Most Dramatic Policy Shift Since Cold War, February 6, 2004.
(6). Arturo VALENZUELA, “Democracy and Trade: US Foreign Policy Towards Latin America”, Real Instituto Elcano, 4/6/04, España
(7). M. CANTELMI, Entrevista a Arturo Valenzuela, "Gane quien gane en EE.UU. la prioridad no será América latina", Diario Clarín, 13/6/04, Argentina.
(8). Discurso del Senador J. F. Kerry para NALEO (Política hacia América Latina), June 26, 2004, Washington DC.
(9). Secretary Colin L. Powell, Remarks to the First Plenary Session of the Organization of American States General Assembly, June 7, 2004, Quito, Ecuador
(10). Testimony of General James T. Hill United States Army Commander United States Southern Command before the House Armed Services Committee United States House of Representatives March 24, 2004, Washington DC.
