Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

Artículos

07-09-2004

¿MUJERES AL PODER?

Desde Eva Perón en adelante, las primeras damas latinoamericanas han anhelado ocupar un espacio político relevante, en una región donde la política es “cosa de hombres”. La frustrada pre-candidatura de Martha Sahagún, esposa de Vicente Fox, ha sido un caso de gran relevancia. Pero no es el único. Cristina Fernández, en Argentina, también es una primera dama que se las trae.
Por Verónica Domínguez Pousada

América Latina ha sido, tradicionalmente, sinónimo de machismo, y esta tendencia se ha dado con particular fuerza en la arena política. De los ochenta países para los que el PNUD calculó en 2004 el Índice de Empoderamiento de Género (el cual mide la participación de las mujeres en el mercado laboral y en las instituciones políticas), sólo cuatro países latinoamericanos figuran entre los primeros cuarenta: Costa Rica (#19), Argentina (#21), México (#34) y República Dominicana (#40). En ninguno de ellos la participación de las mujeres en el Poder Legislativo o en puestos Ejecutivos clave alcanza el 40%. Los restantes países de la región se ubican muy por debajo de estas cifras.

Sin embargo, en los últimos años ha habido modificaciones en la legislación y en los valores socialmente compartidos que han contribuido a ampliar la participación femenina.  De la mano de estos cambios, cada vez más mujeres se están animando a desafiar los obstáculos prestablecidos para incursionar en política. Con el antecedente de Eva Perón a mediados del siglo pasado, varias de las primeras damas latinoamericanas están creciendo y ocupando espacios de poder, tanto propiciadas por sus esposos y los asesores de éstos, como en forma autónoma y por su propio empuje.

No es ninguna novedad que la primera dama influya sutilmente sobre las decisiones presidenciales, o que se la vea ocupando cargos de relevancia en el área social (como lo hizo Hilda “Chiche” Duhalde); sí lo es, en cambio, que la esposa del presidente se convierta en un peso pesado dentro del partido o coalición de gobierno, y que aspire a candidaturas clave a nivel nacional o provincial, como recientemente se especuló en torno a Cristina Fernández de Kirchner (senadora, y cabeza de la decisiva Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado). Estas aspiraciones no siempre son bien recibidas por la élite política, ya sea de la oposición o incluso del mismo oficialismo, como bien lo ejemplificó la reciente y frustrada precandidatura presidencial de Martha Sahagún en México.

Martha, la maestra que casi llega a Los Pinos.

Martha Sahagún de Fox no ha cesado de aguijonear a la sociedad y la política mexicana desde que ingresó con fuerza en los asuntos públicos acompañando la gestión de Vicente Fox al frente del gobierno de Guanajuato. No todas sus acciones y declaraciones han sido motivo de escándalo, y muchos de sus desplantes y operaciones mediáticas fueron de mala gana tolerados por la plana mayor del PAN; pero la supuesta campaña para catapultarla a la candidatura presidencial para 2006 fue más de lo que cualquier político mexicano estaba dispuesto a soportar. Repasemos brevemente cómo esta maestra de inglés, nacida en 1953 en Michoacán, estuvo a un paso de entrar en la carrera por el sillón presidencial en Los Pinos.

La Jefa, como se la denomina vulgarmente por su inclinación a dar órdenes y su carácter fuerte, no es ninguna advenediza en política. Martha se dedicaba al negocio familiar de venta de medicamentos para animales, cuando en 1988 se afilió al Partido Acción Nacional (PAN) y comenzó a ocupar distintos cargos dentro de la organización a nivel regional. Ella y su primer marido apoyaron las candidaturas a diputado y a gobernador de Fox en la década del ’80 desde su ámbito de influencia: el municipio guanajuatense de Celaya. Pero el gran salto se produjo en 1995, cuando pasó a integrar el petit comité del flamante gobernador electo de Guanajuato: Vicente Fox. Martha ocupó el cargo de Coordinadora General de Comunicación Social y, junto con otros personajes (pocos de ellos sobreviven hoy en la gestión nacional), conformaba el círculo íntimo del gobernador que lo asesoraba en sus decisiones y lo impulsaba a adoptar medidas ciertamente innovadoras.

Su labor al frente de la comunicación gubernamental fue exitosa, hecho que le permitió continuar con dichas tareas durante la campaña presidencial y el período de transición, cuando se desempeñó nuevamente como Coordinadora de Comunicación Social. Luego ocupó el mismo cargo, junto con el de Vocera (fue la primera mujer en desempeñarlo), dentro de la estructura de la presidencia, hasta su casamiento con Fox en julio de 2001. Como balance de la labor de Martha, cabe destacar el incremento en el flujo de información del gobierno hacia los medios y la sociedad que ha tenido lugar con la administración Fox. Con esto también se han fortalecido las demandas en pos de mayor transparencia y control de la gestión, así como las denuncias de corrupción y la adopción de medidas para prevenirla y castigarla.

Al tiempo del casamiento las aspiraciones de Martha se destaparon y las críticas contra ella comenzaron a arreciar. En primer lugar, se criticó al matrimonio en el plano personal y moral. Si bien la población mxicana es mayoritariamente católica, existe una fuerte separación entre el Estado y la Iglesia. No obstante lo cual, la sociedad mexicana es demasiado conservadora para aceptar que un presidente que se considera católico (y agradece su victoria en las urnas a la Virgen, algo impensable en el México del PRI) declare en público un romance con su colaboradora, para finalmente decida casarse con ella en segundas nupcias. Según una encuesta del diario Reforma, 75% de los mexicanos aprobaron el “final feliz de la historia de amor”, pero seis de cada diez consideraron que debían haber esperado la anulación de sus anteriores matrimonios religiosos. Por su parte, las familias de ambos (los tres hijos de Martha y cuatro de Fox) no se mostraron tan conformes como la ciudadanía. Eso no fue todo, sino que además la boda coincidió con el aniversario de la victoria del PAN (y vaya si no valía la pena celebrar que, después de 71 años, un partido había logrado imponerse frente al PRI) y con la visita del Presidente del Gobierno español, José María Aznar: estos dos hechos de relevancia para el Estado, el gobierno y el partido quedaron opacados en los medios por la boda de Vicente y Martha.

Tras el enlace, Martha se alejó de los cargos formales, pero no de los centros de decisión. Su presencia en la cumbre del gobierno es significativa y, hasta el escándalo de julio, se había convertido en una suerte de vicepresidente informal de la República, con amplia cobertura mediática de sus acciones y declaraciones. Al margen de esto, Martha ha venido desarrollando un intenso trabajo en temas más clásicos para una primera dama, como ser la educación, la salud, la situación de la mujer y los niños (“Arranque Parejo en la Vida”, el programa gubernamental auspiciado por Martha, ha tenido resultados auspiciosos), la lucha contra la pobreza y el apoyo a los grupos vulnerables. En relación a estos últimos, Martha desarrolla programas de asistencia a través de la ONG que preside: “Vamos México”; y aquí encontramos otro de los focos de conflicto. Hace ya un tiempo que vienen presentándose denuncias por tráfico de influencias y mal manejo de fondos públicos asignados a dicha fundación. Incluso, algunos medios sugirieron que la campaña de “Martha presidente” era un intento por conseguirle fueros para evitar ser juzgada por los presuntos ilícitos.

Quien mucho abarca... a muchos inquieta.

Acceso privilegiado a la presidencia; poder de influencia y decisión en el seno de la misma; control de la comunicación; presencia mediática; activa labor social desde el gobierno; y disposición de aproximadamente 90 millones de pesos al año con “Vamos México”. Martha había concentrado realmente mucho poder y esto había comenzado a inquietar a priístas, panistas e, incluso, foxistas. La gota que rebalsó el vaso fueron los rumores, inicialmente no desmentidos, de que todo se estaba preparando para que el PAN presentara a Martha como candidata para las elecciones de 2006.

El pasado julio los ánimos estaban tan caldeados que se llegó a acusarla a ella y a su esposo de alimentar la inestabilidad y de querer instaurar una pseudo-dinastía, al mejor estilo del dedazo priísta. Antes de llegar al punto de quiebre, Martha salió con un comunicado a desmentir todo lo relacionado con su candidatura y, de allí en más ha adoptado un perfil muy bajo. Su meteórica carrera política está, al menos en el corto plazo, terminada. Y, si bien México puede estar preparado para ser gobernado por una mujer (como la misma Martha ha dicho), en 2006 esta mujer se retirará a su casa y otra persona, presumiblemente un hombre, se sentará en el sillón presidencial de Los Pinos.

 

 

Fuentes: Sitio oficial de Vicente Fox [http://www.vicentefox.org.mx/], Sitio oficial de la Presidencia de México, apartado dedicado a la primera dama [http://martadefox.presidencia.gob.mx/]; El Universal, de México D.F., varias ediciones; PNUD (2004), Human Development Report.

Verónica Domínguez Pousada
Verónica Domínguez Pousada es Lic. en Ciencias Políticas (UCA) y Máster en Acción Política (Un. Fr. de Vitoria, España). Profesora adscripta a la cátedra ''Problemas Políticos Internacionales'' (UCA). Se desempeña en el sector privado haciendo trabajos de consultoría.
 
 
 

 
 
 
Ultimos videos