Derechos Humanos y
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Monitoreo de la gobernabilidad democrática

13-01-2005

MUNICIPALES EN BOLIVIA: ¿OPCIÓN POR LA AUTONOMÍA?

Elección que tuvo como novedad la apertura de la contienda a nuevos actores políticos, Agrupaciones Civiles y Pueblos Indígenas, y como principal conclusión el fortalecimiento de liderazgos regionales y una enorme fragmentación del voto de los bolivianos.
Por Matías Franchini

Cualquier movimiento político de mediana relevancia que se de en el marco del sistema boliviano tiende a sobredimensionarse dado el contexto de inestabilidad que el país ha vivido de un tiempo a esta parte. Todavía son cercanos los ecos de la crisis de octubre de 2003 que terminó con la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada y la agitación por el referéndum energético de julio ultimo. Es en este escenario que toman relevancia los resultados del proceso de elecciones municipales celebrado el 5 de diciembre último. Elección que tuvo como novedad la apertura de la contienda a nuevos actores políticos, Agrupaciones Civiles y Pueblos Indígenas, y como principal conclusión un nuevo retroceso de los partidos políticos como canal principal de representación de amplios sectores populares, el fortalecimiento de liderazgos regionales y una enorme fragmentación del voto de los bolivianos.

Algo sobre el escenario

Como se recordará, Bolivia sufrió en octubre de 2003 la peor crisis política desde la restauración democrática de la década de los 80´s. En medio de violentas manifestaciones populares desatadas por la decisión oficial de exportar gas a Estados Unidos y México vía Chile (territorios costeros históricamente reivindicados por los bolivianos), el Presidente Sánchez de Lozada fue obligado a dimitir. El vicepresidente Juan Carlos Mesa asumió entonces la magistratura, manteniéndose así la continuidad institucional. Llamó a la unidad a los bolivianos y logró restablecer la calma, tras dejar sin efecto el anuncio de Goñi en materia gasífera y ceder a algunas de las pretensiones de los grupos declarados en rebelión. Desde aquellos tiempos, ha venido administrando la agitada agenda publica boliviana sin apoyo cierto en el congreso y con una acotado margen de maniobra basado principalmente en su buena imagen y en el manejo de ciertos temas de gran impacto mediático (hidrocarburos, la relación con Chile y la salida al mar). En  julio de 2004 volvieron los días agitados con la realización del referéndum en materia energética que, pese a la oposición de ciertos grupos radicales que cortaron rutas y caminos, terminó con una victoria del Presidente, al ser sostenidas con el voto las opciones que defendía. Este hecho ayudó sin duda a mejorar la base de sustentación de la administración Mesa, sin embargo, los problemas de fondo distan de haber sido solucionados. Bolivia es el país mas pobre de Sudamérica, sus partidos políticos tradicionales han ido perdiendo progresivamente capacidad de representación política, lo que se ha traducido en el surgimiento de liderazgos carismáticos que se han mostrado poco comprometidos con los ideales democráticos (Felipe Quispe, Evo Morales), la existencia de dos realidades geográficas, sociales, económicas y políticas tan diversas como lo son el Altiplano y los departamentos de las zonas mas bajas, así como la presión que han venido ejerciendo ciertas regiones (notablemente Santa Cruz de la Sierra) para pare que se les reconozca un mayor nivel de autonomía, ha llevado a ciertos analistas a contemplar la posibilidad de una ruptura en el nivel estatal básico (1). Nada menos.

La elección

Pasemos ahora por los principales resultados que dejo la elección:

• Los partidos tradicionales fueron duramente golpeados por el proceso eleccionario, vieron reducirse en gran forma su caudal electoral y por ende su presencia en las ciudades, tanto de pequeño como de gran porte. El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), ganador de las elecciones presidenciales de 2002, pasó del primer lugar en las preferencias del electorado en las municipales de 1999 (20%) a un lejano quinto puesto (6.6%). El Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), segundo en votos en 1999 (15.9 %) si bien descendió solo un puesto, recogió apenas el 7% de los votos. Estos partidos, principales animadores de la política boliviana de democratización, parecen estar sufriendo las consecuencias de haber apoyado al fracasado presidente Sánchez de Losada, en este sentido, la debacle electoral aparece como subsidiaria de los sucesos de octubre. De todos modos, ambas fuerzas poseen fuertes bancadas en el Congreso, cuya conformación no se ha visto afectada, de manera tal que por lo menos por ahora, seguirán siendo actores institucionales de importancia.

• El Movimiento al Socialismo (MAS), del diputado Evo Morales, se convirtió en la primera fuerza nacional en términos de votos, superando con creces el magro 3.2% que había recogido en 1999 y ampliando su presencia a casi todos los municipios del país, las zonas rurales y seis de los diez municipios mas importantes de la zona urbana. Sin embargo, esta performance no puede ser considerada del todo como una victoria, ya que en primer lugar, no alcanzó el nivel de apoyo popular logrado en las presidenciales de 2002 (20.9%) y debió conformarse con 18.4% y en segundo, no logró aprovechar el vacío de poder dejado por las fuerzas tradicionales. Por lo menos en esta elección, Morales y su MAS no pudieron capitalizar los cambios ocurridos desde la crisis de octubre.

• Las estrellas del proceso electoral parecen haber sido los lideres regionales que, a través del instrumento de las Agrupaciones Ciudadanas (AC) y Pueblos Indígenas (PI), lograron ratificar su poder y en la mayoría de los casos renovar sus mandatos. Sobre este tema vale la pena detener se un poco, dada su importancia para el futuro de Bolivia. Los sucesos de octubre abrieron la puerta para que las reformas constitucionales de  febrero de 2004 retiraran de los partidos políticos en monopolio de la representación política, y se crearan nuevas formas de nominación para cargos públicos, las AC y los PI. Estos fueron utilizados por muchos alcaldes que buscaban su reelección y a la vez escapar del desprestigio en que habían caído los partidos políticos que los habían llevado al poder en la primera instancia. 341 Asociaciones Ciudadanas y 63 Pueblos Indígenas participaron de la elección. Como dijimos, estos nuevos instrumentos probaron ser efectivos para aquellos que los eligieron como forma de reelegirse, sin embargo plantea el interrogante de cómo afectara el funcionamiento del sistema político boliviano. Estos liderazgos fortalecidos tienen una limitación territorial clara (al margen de ser, en muchos casos liderazgos circunstanciales), y por el momento no parecen capaces de llenar el vacío de liderazgo nacional que ha dejado el retroceso de los partidos tradicionales y la escueta actuación de MAS, lo que probablemente redundará en una profundización de los reclamos regionales por mayor autonomía. Los analistas se han dividido a la hora de explicar el porque de la opción de los bolivianos por las dirigencias locales, algunos han visto en ella una mayor inclinación del electorado por la descentralización, mientras que otros una forma pragmática de otorgar el voto a candidatos ya conocidos y probados, luego de largo tiempo de inestabilidad política. Sea como fuere, el debate por la autonomía regional se ha acelerado y ocupará seguramente un lugar de privilegio en el proceso de reforma constitucional que se contempla para este año.

• A diferencia de lo ocurrido en anteriores elecciones municipales (y de lo que suele ocurrir en otros países de la región como Chile o Brasil) el gobierno federal no participó del proceso. Al no tener ni candidatos ni partidos a los cuales apoyar, el Presidente Mesa se mantuvo al margen de la contienda. Sin embargo, el resultado de la misma parece haberlo beneficiado, en primer lugar porque al no haber hecho opción alguna, no sufrió tampoco derrota alguna, y en segundo lugar porque las fuerzas políticas representadas en el Congreso y con la que Mesa ha tenido serias diferencias, han sufrido un fuerte rechazo del electorado. Esto tiende a fortalecer su posición y según fuertes gubernamentales abre la posibilidad de un nuevo esquema de gobernabilidad, en las palabras del delegado presidencial Ricardo Paz “Al haber una renovación de la legitimidad y del nuevo mapa político, existen todas las condiciones y la disponibilidad para establecer un nuevo esquema de gobernabilidad”. En coincidencia con esta posición, el Presidente Mesa inició rápidamente una serie de reuniones con los más importantes ganadores de la elección con el objetivo de buscar apoyo para su gestión, en especial en lo relativo a la ley de gas y la convocatoria a la Asamblea Constituyente.

Ultimas Consideraciones


La elección de 5 de diciembre mostró una enorme dispersión en el voto de los bolivianos. El vacío dejado por la debacle  de los partidos nacionales históricos (MNR y MIR) no fue llenado por ninguna fuerza de alcance nacional, notablemente el MAS. El electorado prefirió inclinarse por sus conocidos líderes locales, a través de los nuevos instrumentos de AC y PI. Mientras el presidente Mesa costura relaciones con estos actores regionales se abre el interrogante de hasta adonde llegaran estos visos de autonomía.


Notas:
 (1) Ver Mark Falcoff (2004), “¿Los últimos días de Bolivia?” en Paper Latinoamericano No 13.


Fuentes:
Lazarte, Jorge (2004). “Tras las municipales en Bolivia, ¿un escenario
nacional sin partidos?" en Observatorio Electoral Latinoamericano (www.observatorioelectiral.org).
Diarios: La Nación de Buenos Aires. El Clarín, de Buenos Aires, La Razón de la Paz, www.bbcmundo.com, www.elnuevoherald.com.

Matías Franchini
Matías Franchini
Consejero Académico
Es Profesor Principal de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, en Bogotá. Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasilia y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Católica de Buenos Aires. Fue investigador visitante en la Woodrow Wilson School de la Universidad de Princeton. Es autor de varias publicaciones en inglés, portugués y español en las áreas de gobernanza global, estudios latinoamericanos y política internacional del cambio climático.
 
 
 

 
 
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