Entrevistas
Análisis Latino
Flavia Freidenberg:
«Hay que diferenciar entre los partidos como institución y los partidos que tenemos»
«Hay sistemas en donde los partidos son más fuertes, más estables, más institucionalizados formalmente; otros donde los partidos tienen dificultades para dar respuestas a los problemas de la gente y donde los partidos están institucionalizados informalmente».Por Gabriel C. Salvia
Flavia Freidenberg es Subdirectora del Instituto Interuniversitario de Iberoamérica y Profesora de Ciencia Política de la Universidad de Salamanca.
Gabriel Salvia: ¿Cuáles serían en Ecuador los temas centrales de la Asamblea Constituyente para el presidente Correa?
Flavia Freidemberg: Desde hace mucho tiempo hay una creciente voluntad articulada en torno a Correa, pero en realidad Correa es la expresión de estos sentimientos de la ciudadanía en contra de los partidos políticos. Además hay una intención de reforma política de cambio en el sistema electoral y en el diseño institucional. Lo que no está muy claro todavía son las medidas que el bloque que conforme el grupo que resulte elegido apoyando al bloque de Correa, vaya defender, lo que es bastante confuso. Además los propios operadores políticos de Correa fueron cambiando en diferentes circunstancias de su defensa de unos temas y otros. Lo que sí parecería es que hay una tendencia bastante similar a lo que otros presidentes de la región han hecho, como por ejemplo el presidente Hugo Chávez con su constituyente. Creemos que iría en ese sentido. Pero en estos momentos no podría asegurarlo, porque son bastante confusos los posicionamientos del presidente y de su grupo político.
G.S: Esta situación que se viene dando con los partidos políticos en varios países, lo que muchos llaman la política tradicional, ¿puede llevar a que se modernice la política y se fortalezca la democracia o, por otro lado, que se concentre el poder y se ingrese a un terreno autoritario?
F.F: Yo soy bastante pesimista respecto a la situación y sinceramente no creo que una constituyente, en este contexto y en esta situación, sea realmente una respuesta para una profundización de la democracia. No me gusta anticiparme a los hechos, pero diez años de observación a la política ecuatoriana me indican que las constituyentes o los cambios en las reglas del juego no han dado respuestas a las crisis políticas. Creo que el cambio debe provenir de un cambio en las actitudes y comportamientos y es muy posible que esta situación de conflictividad política no se solucione por un cambio exclusivamente de esas reglas, como quiere el presidente Correa, y en caso que se quiera solucionar lo que todos estamos previendo es que haya un reforzamiento autoritario, contrario de lo que venía ocurriendo en el país.
G.S: ¿Lo de Ecuador sería una situación muy parecida a la de Venezuela?
F.F: Es muy posible. Lo que pasa es que hay varias claves en Ecuador que no se daban en Venezuela, y si bien en Ecuador el elemento similar es la profunda crisis del sistema de partidos respecto a la opinión pública frente a estos partidos, habría que matizar algunas cosas. Primero el que Chávez llega con un bloque al Congreso y Correa no lo hace, de modo que la elección de Correa sólo es por Correa, Esto porque a nivel legislativo los partidos que tuvieron mayor trascendencia no fueron el de Correa, sino el del ex presidente Gutiérrez y el de bananero multimillonario que iba de candidato, Álvaro Noboa. Por tanto en el Congreso los ciudadanos votaron partidos. Ahora, es verdad que el voto nulo que fue parte de la campaña de Correa también tuvo bastante asidero, lo cual dice que hubo sectores, no todos, que se manifestaron contrarios a los partidos. Pero una cuestión que permite matizar esta afirmación es el hecho que a nivel local o regional, los partidos están haciendo gestiones que están siendo valoradas positivamente. Por ejemplo, el partido Social Cristiano en Guayaquil, una de las ciudades más importantes del Ecuador, sino decir la más importante en términos poblacionales. El partido Social Cristiano viene gobernando desde el año '92 y en ese contexto y en esa región, la ciudadanía está muy conforme con su gestión; y lo mismo ocurre con la izquierda democrática con el alcalde de Quito, don Paco Moncayo, en donde también a nivel local tiene una muy buena valoración. Entonces, el problema está en un determinado nivel institucional, que en este caso sería el legislativo. Dicho esto y dicho también que Ecuador no se entiende si uno no capta el conflicto regional, es decir la disputa que hay a nivel de las diferentes provincias como Quito y Guayaquil, lo que no se daba en Venezuela, creo que es muy posible que Correa se vea influenciado por la manera en que Chávez ha llevado a cabo su gobierno. Pero Correa no es Chávez y eso también es importante señalarlo.
G.S: ¿Por qué cuesta tanto consolidar el sistema de partidos en Latinoamérica, exceptuando algunos países, como Uruguay y Chile? Acá en Argentina prácticamente no hay sistema de partidos. Entonces, luego de tener un año de procesos electorales en América Latina, lo que en otra época era impensable, ¿por qué al mismo tiempo cuesta tanto tener sistemas de partidos sólidos?
F.F: Yo no tengo clara esa afirmación. Es verdad que llevamos bastantes años trabajando sobre sistemas de partidos y partidos políticos en Latinoamérica, por lo que debería tener una repuesta mucho mejor que la que te voy a dar. No estoy tan clara de que no tengamos sistemas de partidos, ni que no sean fuertes, pero sí tengo claro que no funcionan como la literatura indica que deberían funcionar o como funcionan en otros contextos como el europeo. También matizo el hecho de que la realidad de los partidos de Latinoamérica es bastante diversa: no es lo mismo Uruguay o Chile de lo que pueda ser la realidad ecuatoriana u otras realidades. Creo que hay diferencias y hay que matizar y hay una especie de graduación. Hay sistemas en donde los partidos son más fuertes, más estables, más institucionalizados formalmente; otros donde los partidos tienen dificultades para dar respuestas a los problemas de la gente y donde los partidos están institucionalizados informalmente. Es decir que los partidos se organizan y cumplen sus funciones de manera distinta a lo que haría un partido: por ejemplo, de integración de masas con sus militantes. Tomando en cuenta todas estas cosas lo que está claro es que los partidos se enfrentan a desafíos nuevos, a nuevas exigencias, no solo en su actuación como gobierno sino también como oposición. Y también es cierto que tantos años de dictadura y de ausencia de ejercer como oposición o en el gobierno, ha afectado porque parece que no saben cómo hacer esto democráticamente y lo hacen con sus peculiaridades. En el caso de Ecuador en particular, el movimiento anti-partidos, si se puede llamar así, viene desde hace tiempo, desde el '78, y aunque los esfuerzos de los textos y de la Constitución iban avocados a fortalecer partidos, desde ese momento hay asesores que estaban en contra de obligar a los políticos a inscribirse para participar en la política. Esta tendencia anti-partidos guió a la política ecuatoriana hasta el '96, cuando se hace una reforma a la carta Constitucional donde se dice que, además de participar en partidos, se puede participar a través de movimientos independientes. El efecto de esto fue muy positivo, porque esto es lo que permite que se creara el primer partido étnico en Ecuador, que en el '96 articula a los sectores movimientistas que eran profundamente anti-partidistas. La cuestión está en que ese movimiento anti-partidista tiene su momento culmine con la llegada de Correa al poder, que no cree en los partidos políticos como instituciones de mediación. Esto es, en América Latina, equiparable al caso de Chávez y no más, porque en los otros países no pasa esto. Lo que se da es una desafección, se produce un cambio en las motivaciones del voto de los ciudadanos, pero esa es una tendencia general y no exclusiva de América Latina, en el sentido de que los ciudadanos hacen evaluaciones y no están tan pendientes de su identificación partidista para definir su voto. Esto es un poco la escuela de la elección racional, que señala que la gente hace evaluaciones y en función de diferentes evaluaciones, elige a un candidato u otro, lo que no creo que esté mal para una democracia consolidada.
G.S: Cuando uno escucha anti-partido tal vez la gente piensa en anti-democracia y precisamente la idea es que el partido no tenga el monopolio de candidaturas. Estoy de acuerdo en que no necesariamente los partidos políticos deben tener el monopolio de la representación política, pero al mismo tiempo también están otros que critican a lo partidos en sí y cuestionan la democracia representativa.
F.F: Así es y ahí está el problema. El problema de Ecuador no es que estés en contra de los partidos en sí: hay que diferenciar entre los partidos como institución y los partidos que tenemos. Lo que yo creo es que en una democracia es muy difícil la política sin partidos. Es decir yo puedo criticar a los partidos por como funcionan, por ser patrimonialistas, por ser clientelares, por defender sus intereses particulares por encima de los intereses generales, por no tener una oposición leal a las instituciones, etc., etc. El problema está en cuando creo, defiendo o postulo el poner en cuestionamiento al partido como institución y es muy difícil una democracia sin partidos y la experiencia nos muestra que en aquellos lugares en donde se intenta eliminar a los partidos como articuladores de la representación política, las alternativas a eso, son: a) o se convierten en partidos igual, aunque sus líderes nieguen el llamarles como tal; o b) desemboca en un autoritarismo, y ese es el problema. Entonces los ciudadanos debemos ser muy concientes y responsables y tener muy en cuenta esta peculiaridad. Uno puede criticar a los partidos; obviamente, esto es una democracia, uno tiene que hacerlo, tiene que exigirle, controlarlos y también criticarlos, por supuesto. Pero una cosa es eso y otra es propugnar la eliminación de éstos como instituciones de intermediación, porque en doscientos años que tenemos partidos no ha surgido otra institución que pueda reemplazarlos, hasta ahora. Yo siempre le digo a mis estudiantes que estoy esperando a ver quién crea un sistema alternativo a los partidos, pero hasta el momento no hemos sido capaces y aquellos movimientos que han surgido como alternativa discursiva a los partidos, terminan siendo y funcionando como partidos. Entonces creo que es un problema de los ciudadanos que debemos ser responsables a la hora de votar, de saber muy bien por lo que estamos votando, exigir rendición de cuentas; pero también ser conciente y pedir lo que el partido puede dar. El partido es un vehículo por medio del cual un grupo político accede a las instituciones, y es tan importante porque sin ellos es imposible hacer operativo el sistema político, es imposible garantizar representación. Entonces sin partidos la democracia es imposible. Ahora usted me puede decir: quiero una democracia participativa u otro modelo y vamos a pensar cómo hacemos eso; pero en el marco de una democracia representativa eso es imposible y las experiencias nos lo muestran.
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista internacional de derechos humanos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista trabajó en gráfica, radio y TV.
Compiló varios libros, entre ellos "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021) y "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023),
y es autor de "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). También es autor de varios informes, entre los que se destacan "Las sillas del Consejo: autoritarismos y democracias en la evolución de la integración del órgano de DDHH de la ONU" y "Memoria cerrada: La complicidad de la revolución cubana con la dictadura militar argentina".
Flavia Freidenberg es Subdirectora del Instituto Interuniversitario de Iberoamérica y Profesora de Ciencia Política de la Universidad de Salamanca.
Gabriel Salvia: ¿Cuáles serían en Ecuador los temas centrales de la Asamblea Constituyente para el presidente Correa?
Flavia Freidemberg: Desde hace mucho tiempo hay una creciente voluntad articulada en torno a Correa, pero en realidad Correa es la expresión de estos sentimientos de la ciudadanía en contra de los partidos políticos. Además hay una intención de reforma política de cambio en el sistema electoral y en el diseño institucional. Lo que no está muy claro todavía son las medidas que el bloque que conforme el grupo que resulte elegido apoyando al bloque de Correa, vaya defender, lo que es bastante confuso. Además los propios operadores políticos de Correa fueron cambiando en diferentes circunstancias de su defensa de unos temas y otros. Lo que sí parecería es que hay una tendencia bastante similar a lo que otros presidentes de la región han hecho, como por ejemplo el presidente Hugo Chávez con su constituyente. Creemos que iría en ese sentido. Pero en estos momentos no podría asegurarlo, porque son bastante confusos los posicionamientos del presidente y de su grupo político.
G.S: Esta situación que se viene dando con los partidos políticos en varios países, lo que muchos llaman la política tradicional, ¿puede llevar a que se modernice la política y se fortalezca la democracia o, por otro lado, que se concentre el poder y se ingrese a un terreno autoritario?
F.F: Yo soy bastante pesimista respecto a la situación y sinceramente no creo que una constituyente, en este contexto y en esta situación, sea realmente una respuesta para una profundización de la democracia. No me gusta anticiparme a los hechos, pero diez años de observación a la política ecuatoriana me indican que las constituyentes o los cambios en las reglas del juego no han dado respuestas a las crisis políticas. Creo que el cambio debe provenir de un cambio en las actitudes y comportamientos y es muy posible que esta situación de conflictividad política no se solucione por un cambio exclusivamente de esas reglas, como quiere el presidente Correa, y en caso que se quiera solucionar lo que todos estamos previendo es que haya un reforzamiento autoritario, contrario de lo que venía ocurriendo en el país.
G.S: ¿Lo de Ecuador sería una situación muy parecida a la de Venezuela?
F.F: Es muy posible. Lo que pasa es que hay varias claves en Ecuador que no se daban en Venezuela, y si bien en Ecuador el elemento similar es la profunda crisis del sistema de partidos respecto a la opinión pública frente a estos partidos, habría que matizar algunas cosas. Primero el que Chávez llega con un bloque al Congreso y Correa no lo hace, de modo que la elección de Correa sólo es por Correa, Esto porque a nivel legislativo los partidos que tuvieron mayor trascendencia no fueron el de Correa, sino el del ex presidente Gutiérrez y el de bananero multimillonario que iba de candidato, Álvaro Noboa. Por tanto en el Congreso los ciudadanos votaron partidos. Ahora, es verdad que el voto nulo que fue parte de la campaña de Correa también tuvo bastante asidero, lo cual dice que hubo sectores, no todos, que se manifestaron contrarios a los partidos. Pero una cuestión que permite matizar esta afirmación es el hecho que a nivel local o regional, los partidos están haciendo gestiones que están siendo valoradas positivamente. Por ejemplo, el partido Social Cristiano en Guayaquil, una de las ciudades más importantes del Ecuador, sino decir la más importante en términos poblacionales. El partido Social Cristiano viene gobernando desde el año '92 y en ese contexto y en esa región, la ciudadanía está muy conforme con su gestión; y lo mismo ocurre con la izquierda democrática con el alcalde de Quito, don Paco Moncayo, en donde también a nivel local tiene una muy buena valoración. Entonces, el problema está en un determinado nivel institucional, que en este caso sería el legislativo. Dicho esto y dicho también que Ecuador no se entiende si uno no capta el conflicto regional, es decir la disputa que hay a nivel de las diferentes provincias como Quito y Guayaquil, lo que no se daba en Venezuela, creo que es muy posible que Correa se vea influenciado por la manera en que Chávez ha llevado a cabo su gobierno. Pero Correa no es Chávez y eso también es importante señalarlo.
G.S: ¿Por qué cuesta tanto consolidar el sistema de partidos en Latinoamérica, exceptuando algunos países, como Uruguay y Chile? Acá en Argentina prácticamente no hay sistema de partidos. Entonces, luego de tener un año de procesos electorales en América Latina, lo que en otra época era impensable, ¿por qué al mismo tiempo cuesta tanto tener sistemas de partidos sólidos?
F.F: Yo no tengo clara esa afirmación. Es verdad que llevamos bastantes años trabajando sobre sistemas de partidos y partidos políticos en Latinoamérica, por lo que debería tener una repuesta mucho mejor que la que te voy a dar. No estoy tan clara de que no tengamos sistemas de partidos, ni que no sean fuertes, pero sí tengo claro que no funcionan como la literatura indica que deberían funcionar o como funcionan en otros contextos como el europeo. También matizo el hecho de que la realidad de los partidos de Latinoamérica es bastante diversa: no es lo mismo Uruguay o Chile de lo que pueda ser la realidad ecuatoriana u otras realidades. Creo que hay diferencias y hay que matizar y hay una especie de graduación. Hay sistemas en donde los partidos son más fuertes, más estables, más institucionalizados formalmente; otros donde los partidos tienen dificultades para dar respuestas a los problemas de la gente y donde los partidos están institucionalizados informalmente. Es decir que los partidos se organizan y cumplen sus funciones de manera distinta a lo que haría un partido: por ejemplo, de integración de masas con sus militantes. Tomando en cuenta todas estas cosas lo que está claro es que los partidos se enfrentan a desafíos nuevos, a nuevas exigencias, no solo en su actuación como gobierno sino también como oposición. Y también es cierto que tantos años de dictadura y de ausencia de ejercer como oposición o en el gobierno, ha afectado porque parece que no saben cómo hacer esto democráticamente y lo hacen con sus peculiaridades. En el caso de Ecuador en particular, el movimiento anti-partidos, si se puede llamar así, viene desde hace tiempo, desde el '78, y aunque los esfuerzos de los textos y de la Constitución iban avocados a fortalecer partidos, desde ese momento hay asesores que estaban en contra de obligar a los políticos a inscribirse para participar en la política. Esta tendencia anti-partidos guió a la política ecuatoriana hasta el '96, cuando se hace una reforma a la carta Constitucional donde se dice que, además de participar en partidos, se puede participar a través de movimientos independientes. El efecto de esto fue muy positivo, porque esto es lo que permite que se creara el primer partido étnico en Ecuador, que en el '96 articula a los sectores movimientistas que eran profundamente anti-partidistas. La cuestión está en que ese movimiento anti-partidista tiene su momento culmine con la llegada de Correa al poder, que no cree en los partidos políticos como instituciones de mediación. Esto es, en América Latina, equiparable al caso de Chávez y no más, porque en los otros países no pasa esto. Lo que se da es una desafección, se produce un cambio en las motivaciones del voto de los ciudadanos, pero esa es una tendencia general y no exclusiva de América Latina, en el sentido de que los ciudadanos hacen evaluaciones y no están tan pendientes de su identificación partidista para definir su voto. Esto es un poco la escuela de la elección racional, que señala que la gente hace evaluaciones y en función de diferentes evaluaciones, elige a un candidato u otro, lo que no creo que esté mal para una democracia consolidada.
G.S: Cuando uno escucha anti-partido tal vez la gente piensa en anti-democracia y precisamente la idea es que el partido no tenga el monopolio de candidaturas. Estoy de acuerdo en que no necesariamente los partidos políticos deben tener el monopolio de la representación política, pero al mismo tiempo también están otros que critican a lo partidos en sí y cuestionan la democracia representativa.
F.F: Así es y ahí está el problema. El problema de Ecuador no es que estés en contra de los partidos en sí: hay que diferenciar entre los partidos como institución y los partidos que tenemos. Lo que yo creo es que en una democracia es muy difícil la política sin partidos. Es decir yo puedo criticar a los partidos por como funcionan, por ser patrimonialistas, por ser clientelares, por defender sus intereses particulares por encima de los intereses generales, por no tener una oposición leal a las instituciones, etc., etc. El problema está en cuando creo, defiendo o postulo el poner en cuestionamiento al partido como institución y es muy difícil una democracia sin partidos y la experiencia nos muestra que en aquellos lugares en donde se intenta eliminar a los partidos como articuladores de la representación política, las alternativas a eso, son: a) o se convierten en partidos igual, aunque sus líderes nieguen el llamarles como tal; o b) desemboca en un autoritarismo, y ese es el problema. Entonces los ciudadanos debemos ser muy concientes y responsables y tener muy en cuenta esta peculiaridad. Uno puede criticar a los partidos; obviamente, esto es una democracia, uno tiene que hacerlo, tiene que exigirle, controlarlos y también criticarlos, por supuesto. Pero una cosa es eso y otra es propugnar la eliminación de éstos como instituciones de intermediación, porque en doscientos años que tenemos partidos no ha surgido otra institución que pueda reemplazarlos, hasta ahora. Yo siempre le digo a mis estudiantes que estoy esperando a ver quién crea un sistema alternativo a los partidos, pero hasta el momento no hemos sido capaces y aquellos movimientos que han surgido como alternativa discursiva a los partidos, terminan siendo y funcionando como partidos. Entonces creo que es un problema de los ciudadanos que debemos ser responsables a la hora de votar, de saber muy bien por lo que estamos votando, exigir rendición de cuentas; pero también ser conciente y pedir lo que el partido puede dar. El partido es un vehículo por medio del cual un grupo político accede a las instituciones, y es tan importante porque sin ellos es imposible hacer operativo el sistema político, es imposible garantizar representación. Entonces sin partidos la democracia es imposible. Ahora usted me puede decir: quiero una democracia participativa u otro modelo y vamos a pensar cómo hacemos eso; pero en el marco de una democracia representativa eso es imposible y las experiencias nos lo muestran.