Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

Diálogo Latino Cubano

Promoción de la Apertura Política en Cuba

27-04-2017

La doble tragedia de Venezuela para los demócratas cubanos

La concentración del poder y el incremento de la represión en Venezuela hicieron olvidar la situación de derechos humanos que se vive en Cuba. Y curiosamente, si bien el chavismo se convirtió en una extraña dictadura autoritaria que incluso perdió un plebiscito en 2007 y una elección legislativa en 2015, hasta ahora no ha logrado instalar un régimen de partido y pensamiento único como el cubano.
Por Gabriel C. Salvia

El militar Hugo Chávez Frías llegó a la presidencia de Venezuela el 2 de febrero de 1999, luego de triunfar por el 56,2 % de los votos en las elecciones del 6 de diciembre del año anterior. A partir de entonces se produjo una pronunciada erosión de la institucionalidad democrática en Venezuela, que incluso se agravó luego de la muerte de Chávez y con la llegada de Nicolás Maduro al poder.

El sucesor designado por Chávez se impuso en las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013 con el 50,61% de los votos por sobre el 49,12 obtenido por el opositor Henrique Capriles. Aquí el papel de los países y organismos de la región jugó un rol fundamental en legitimar al chavismo, pues con todo el apoyo del aparato estatal en favor de Maduro y su triunfo por menos del uno por ciento, correspondía el recuento de votos reclamado por Capriles.

Para los demócratas cubanos la llegada del chavismo al poder en Venezuela implicó un doble impacto negativo.

Por un lado, Venezuela comenzó a subsidiar a Cuba con envíos de barriles de petróleo y el régimen de los Castro le brindó a Chávez su asesoramiento en tareas de inteligencia y represión interna. De esta manera, Cuba obtuvo un nuevo benefactor económico que reemplazó a la Unión Soviética y que también le ayudó a afianzarse políticamente en América Latina, como por ejemplo con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Por otro lado, la concentración del poder y el incremento de la represión en Venezuela hicieron olvidar la situación de derechos humanos que se vive en Cuba. Y curiosamente, si bien el chavismo se convirtió en una extraña dictadura autoritaria que incluso perdió un plebiscito en 2007 y una elección legislativa en 2015, hasta ahora no ha logrado instalar un régimen de partido y pensamiento único como el cubano.

Sin embargo, aún antes del frustrado intento del chavismo de disolver a fines de marzo del 2017 el poder legislativo presidido por la oposición, el gobierno de Maduro recibía críticas de muchos países latinoamericanos en su examen periódico universal (EPU) realizado en noviembre de 2016, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Esto último sumado a los contundentes pronunciamientos de Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo que Cuba no integra pero del cual se levantó en 2009 su suspensión del año 1962.

En los dos EPU al que se sometió Cuba, salvo Chile, ningún país de América Latina se refirió a la ausencia de libertades democráticas, falta de independencia de poderes, presos políticos y hostigamiento a los opositores pacíficos en el país gobernado por Castro II.

En los 58 años que el castrismo lleva en el poder en Cuba, nunca se sometió a una elección libre y no recibió categóricas y permanentes condenas internacionales. Incluso en el año 1998, Cuba logró por única vez no ser condenada en la entonces Comisión de Derechos Humanos de la ONU, irónicamente con la abstención, o sea apoyo, del gobierno venezolano de Carlos Andrés Pérez.

Cuba es una excepcionalidad de una dictadura que se ha naturalizado y permanece impune frente a la comunidad democrática internacional. Sería muy probable que una apertura política en Cuba arrastrara al fin del chavismo en Venezuela, pero no es tan seguro que el fin del chavismo lleve a la caída del castrismo.

Gabriel C. Salvia
Gabriel C. Salvia
Director General
Activista internacional de derechos humanos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista trabajó en gráfica, radio y TV. Compiló varios libros, entre ellos "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021) y "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), y es autor de "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). También es autor de varios informes, entre los que se destacan "Las sillas del Consejo: autoritarismos y democracias en la evolución de la integración del órgano de DDHH de la ONU" y "Memoria cerrada: La complicidad de la revolución cubana con la dictadura militar argentina".
 
 
 

 
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