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Corea del Norte bajo la lupa

30-08-2022

El brote de COVID-19 en Corea del Norte está bajo control: ¿y ahora qué?

(38 North) Cuando Pyongyang anunció oficialmente su primer caso de COVID en mayo de este año, el mundo temió lo peor para los sectores más vulnerables del país considerando el estado del sistema sanitario, la falta de acceso a equipos médicos, suministros y medicamentos, y la desnutrición generalizada. Tres meses después, y a pesar de la negativa a recibir ayuda internacional y vacunas, Pyongyang parece haber controlado el brote con una mínima cantidad de muertes aunque con altos costos económicos y sociales. El anuncio reciente de que el mismo Kim Jong Un tiene COVID parece una muestra de seguridad en este sentido. Sin embargo, la decisión de Corea del Norte de resolver a su manera una crisis sanitaria de implicancias globales es un desafío para el mundo ante futuras pandemias.
Por Heeje Lee y Samuel S. Han
Foto: http://www.rodong.rep.kp

(38 North) Corea del Norte aseguró que no tenía casos de COVID desde que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia en marzo de 2020: recién el 12 de mayo de 2022 reportó oficialmente su primer caso confirmado y declaró la emergencia nacional.

Esto generó preocupación en la comunidad internacional acerca de la capacidad de Pyongyang para manejar la situación por tres motivos:

● El débil estado del sistema de salud del país. Según el Índice de Seguridad Sanitaria Global, Corea del Norte ocupa el penúltimo lugar en el mundo en cuanto a su capacidad para responder a una pandemia. Se creía ampliamente que el sistema se vería abrumado rápidamente por un aumento incontrolable de casos.

● No hay pruebas concretas de que Corea del Norte haya comenzado a vacunar a su población, a pesar de las múltiples ofertas de asistencia y vacunas de la comunidad internacional.

● La gran mayoría de los norcoreanos han sufrido de desnutrición durante mucho tiempo y, por lo tanto, tienen sistemas inmunológicos debilitados. Esto puede aumentar su vulnerabilidad a las infecciones virales y otras complicaciones.

Sin embargo, a pesar de estos desafíos, Corea del Norte se ha adjudicado la victoria sobre el brote solo tres meses después de reconocer su primer caso. Si bien quedan dudas sobre cómo se recopilaron los datos durante el brote y con qué precisión los informes del gobierno reflejan la realidad en el terreno, la narrativa oficial asegura que el régimen tiene la situación bajo control.

El impacto del brote de COVID-19

Hay pocos datos disponibles que retraten con precisión la situación sanitaria actual en Corea del Norte. De hecho, la única fuente son los informes que publica a diario la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA), administrada por el gobierno.

Una razón para cuestionar esos datos es que solo se ha informado la cantidad de casos de fiebre, a diferencia de la cantidad de casos reales confirmados de COVID-19, lo que podría deberse a que el país tiene baja capacidad de diagnóstico. Desde el 1 de junio de 2022, la cantidad de casos de fiebre ha ido disminuyendo constantemente hasta llegar a cero el 29 de julio de 2022. Además, aunque hasta la fecha casi el 20% de la población se ha enfermado y ha tenido síntomas relacionados con fiebre, la cantidad de muertes ha sido increíblemente bajo (74 oficialmente hasta la fecha), con una tasa de letalidad de 0.0016 por ciento. Cabe destacar que la Universidad Johns Hopkins ha informado la tasa de letalidad más baja para los casos confirmados de COVID-19 en Bután con 0,035 por ciento. Otros países que se han considerado exitosos en su respuesta al COVID-19 con tasas de vacunación superiores al 80%, como Singapur, Corea del Sur y Nueva Zelanda, informaron una tasa de 0,1%.

Si bien sigue siendo difícil evaluar con precisión la situación actual de COVID-19 en el país, los informes de los medios estatales indican que la sociedad norcoreana parece haber reanudado el ritmo habitual. Menos de tres semanas después del anuncio del primer caso, los funcionarios del gobierno relajaron las restricciones de confinamiento y continuaron los proyectos a gran escala, como la siembra de arroz y los proyectos de construcción. A contramano de las preocupaciones de la comunidad internacional, el impacto del COVID-19 no parece haber sido catastrófico y Corea del Norte ha podido estabilizar su propagación.

¿Cómo respondió Corea del Norte?

Para entender cómo Corea del Norte ha podido controlar el virus, es importante reconocer su compromiso de larga data con la salud pública. El sistema de atención médica de Corea del Norte se basa principalmente en la medicina preventiva, por lo que la vigilancia y la prevención de enfermedades son la prioridad. Como tal, durante el brote de COVID-19, los médicos y estudiantes de medicina locales tenían la tarea de visitar entre 200 y 300 hogares por día para facilitar el control de la enfermedad.

Según los informes de los medios estatales sobre las respuestas a la pandemia, parece que la gestión del gobierno de Corea del Norte de la respuesta al brote ha sido eficaz y eficiente. Declararon una emergencia nacional inmediatamente después del primer caso confirmado de COVID-19, ordenaron un cierre nacional y entregaron medicamentos y alimentos a los hogares mientras promovían la producción de medicina doméstica. Los medios estatales también informaron los números de casos y proporcionaron información médica sobre el COVID-19 diariamente.

Con una movilidad geográfica interna limitada incluso antes de la pandemia, la sociedad norcoreana está configurada de una manera tal que controlar la transmisión de este virus es más fácil que en la mayoría de los países. En resumen, Corea del Norte pudo detener rápidamente la propagación comunitaria a través de medidas agresivas de salud pública y, como tal, no ha experimentado una situación catastrófica. Además, se dijo que el primer caso de COVID-19 informado fue de la variante Omicron, que, si bien es más contagiosa, es menos grave que el virus original u otras variantes.

¿Qué limitaciones del sistema de salud norcoreano expuso el virus?

A pesar de estos logros, existen limitaciones significativas a la atención médica en Corea del Norte para hacer frente a epidemias. Aunque el país tiene un historial exitoso de vacunaciones masivas, se sabe que se han administrado pocas vacunas contra el COVID-19, si es que han administrado alguna. La falta de kits de diagnóstico y medicamentos terapéuticos ha llevado a los pacientes con fiebre a buscar tratamientos que tienden a ser meramente paliativos, como algunas formas de medicina tradicional.

Se desconoce el número de estudios epidemiológicos realizados en el país y los datos recopilados. Recientemente, por ejemplo, Pyongyang anunció su teoría sobre la ubicación exacta y la vía del primer caso de infección por COVID-19. A pesar de concluir que las primeras infecciones ocurrieron cuando dos personas entraron en contacto con "objetos del extranjero", el informe no proporcionó ninguna evidencia real, como pruebas de la existencia del virus en esos objetos.

También se debe prestar atención a los problemas de salud pública no relacionados con la pandemia. Mientras todo el país se esforzaba por contener el virus, se produjo un brote de enfermedades transmitidas a través del agua en la ciudad de Haeju, en la provincia de Hwanghae del Sur. Las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua siguen siendo comunes en Corea del Norte debido a su infraestructura inadecuada para proporcionar agua potable. La acumulación de múltiples infecciones y brotes puede abrumar fácilmente el sistema de atención médica del país y complicar cualquier tratamiento.

¿Cómo responderá Corea del Norte en el futuro?

El gobierno de Corea del Norte parece haber ganado confianza en su estrategia antiepidémica luego de lograr un control efectivo sobre la primera ola de infecciones por COVID-19. Es muy probable que en futuras epidemias continúe con el mismo enfoque de cierre total y movilización de recursos dirigidos por el gobierno, priorizar el control de epidemias sobre todas las actividades sociales, la máxima utilización de trabajadores de la salud, aumentar la producción de medicamentos y la movilización de las fuerzas armadas. Dado que el gobierno controla todos los aspectos de la producción y el gasto nacional en el país, la movilización de recursos se puede lograr más fácilmente que en otros países donde los intereses privados de varios sectores a menudo entran en conflicto.

En este momento, el gobierno norcoreano ha dado escasas señales de aceptar asistencia de la comunidad global relacionada con el COVID, incluidas grandes cantidades de vacunas. Su vacilación a la hora de aceptar vacunas se refleja en su rechazo a múltiples ofertas de AstraZeneca y la china Sinovac del programa COVAX.

Aún quedan preguntas sobre el futuro de la estrategia de contención de enfermedades en Corea del Norte y su capacidad de adaptación. Pero es probable que la respuesta exitosa contra la primera ola de COVID-19 en Corea del Norte fortalezca la relación entre el gobierno y su pueblo.

Conclusión

La historia de la pandemia dene Corea del Norte deja claro que, a pesar de su falta de recursos, el país ha sido capaz de resistir en sus propios términos y a su manera. Sin embargo, los últimos tres meses han expuesto la dependencia del país de medidas de salud pública de baja tecnología, por ejemplo, cierres y bloqueos de fronteras y la fiebre como único indicador de infección. Además, su decisión de superar la crisis sanitaria a su modo impide la cooperación internacional y, a su vez, debilita la seguridad sanitaria mundial. Para evitar que se repitan estas condiciones en el futuro, la comunidad internacional debe considerar un paquete de asistencia sanitaria plurianual para Corea del Norte que incluya ayuda para el COVID, el fortalecimiento del sistema de salud y la ayuda humanitaria como una forma de reforzar las capacidades de prevención y respuesta ante pandemias.

Traducción: Agustín Menéndez
Edición: Florencia Grieco

Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente la opinión de CADAL.

Heeje Lee y Samuel S. Han
Investigador y asistente de investigación, respectivamente, del Proyecto de Política Sanitaria de Corea de la Facultad de Medicina de Harvard.
 
 
 

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